Harper's Bazaar (Spain)

El refugio dominicano de Mikhail Baryshniko­v

CONSTRUYÓ

- Por Norman Vanamee. Fotografía de Tiago Molinos. Estilismo de Will Kahn. Edición de Eliza O’Hare

Hace 20 años MIKHAIL BARYSHNIKO­V visitó el hogar de Oscar de la Renta en la República Dominicana. Maravillad­o, el letón y su esposa, la también bailarina LISA RINEHART, construyer­on una casa justo al lado.

Cómo el bailarín de ballet más famoso del mundo convertido en actor, en director y en fundador de un centro artístico acabó en una playa de la República Dominicana? Mikhail Baryshniko­v y su esposa, Lisa Rinehart, bailarina de ballet convertida en escritora y en directora de cine, relatan su vida en la casa de vacaciones que construyer­on en Punta Cana hace 20 años y que con cariño restauraro­n recienteme­nte.

LA SEDUCCIÓN

MIKHAIL BARYSHNIKO­V: Es muy sencillo. Se debe a Oscar de la Renta. En 1998 me pidió que actuase en un evento benéfco para el orfanato que había construido en La Romana –ciudad de la República Dominicana–.Yo por aquel entonces estaba en Puerto Rico y envió un avión para que me recogiese. Llegué a su casa en Punta Cana en mitad de la noche y me quedé dormido nada más entrar. Al despertarm­e por la mañana, me maravilló tanto la preciosa casa y el agua que la rodeaba, que me quedé prendado. Oscar –que falleció en 2014– y su esposa, Annette, son dos personas con un gusto extraordin­ario en todo lo que tocan, jardinería, mobiliario, comida… No puedes ni imaginarte la belleza de ese lugar. LISA RINEHART: Recuerdo que me llamaste esa mañana. MB: Le dije,‘Lisa, ¡estoy en el paraíso!’. LR: Misha nunca me llama desde donde esté para contarme solo lo bonito que es. Así que, que lo hiciera, dice mucho. MB: Esa mañana, Oscar iba a hacer unos recados, pero antes de salir me preguntó,‘Misha, ¿crees que podrías comer con Julio?’. LR: Ahí empezó todo. ¡Julio lo sedujo! O mejor debería decir que Julio completó la seducción. MB: Ya conocía a Julio [Iglesias] y sabía que era encantador. A la hora de comer me acerqué a su fnca, que parece una villa balinesa con bungalós que rodean la piscina, y allí estaban el padre de Julio y unos amigos. Nos sentamos todos al aire libre y aprendí que en la República Dominicana es fácil tardar tres o cuatro horas en comer. Había comida increíble. Oscar y Julio eran tan buenos amigos que solían arrancarse a cantar a dúo. Cuando se puso el sol estábamos agradablem­ente borrachos, y entonces Oscar, que ya había vuelto, me comentó,‘Queremos ayudarte. Justo estamos dividiendo las propiedade­s’. Explicó que se iba a crear una comunidad de residencia­s llamada Corales construida dentro de Puntacana Resort & Club y que él y Julio habían sido dos de los primeros en construir. ‘Será muy exclusivo’, me informaron. ‘Y te haremos un buen precio’.Y ciertament­e el precio era muy generoso. Acepté.

LA PRIMERA PIEDRA

MB: Le dijimos a Oscar y Julio que construirí­amos de inmediato, pero yo estaba en un espectácul­o en NuevaYork y no tenía tiempo para hacer planes. Por suerte, Oscar me propuso conocer al arquitecto que diseñó su casa de Punta Cana, Ernesto Buch.Y sucedió que, por casualidad, Ernesto tenía que pasarse por NuevaYork, así que vino a verme al teatro y pudimos reunirnos Lisa y yo allí con él. LR: Ernesto es muy creativo e interesant­e. Nació en Cuba y estudió en Harvard.Tiene una formación clásica, y de inmediato declaró, ‘Quiero hacer algo teatral: cuadrados, arcos, columnatas y algo de estilo español’. MB: Nuestro terreno contaba con la particular­idad de estar algo más metido en el océano que el resto de Corales. Lo cual nos ha venido muy bien porque nos aporta una sensación total de privacidad. Como la tierra se inclina hacia el agua, Ernesto propuso lo siguiente: ‘Traigamos más tierra para nivelar la cima y así poder construir la casa sobre la colina en dos alturas’.Y eso hicimos. La parte superior con vistas a la entrada es más cuadrada y tiene una pequeña fuente en el patio. LR: Cada vez que paseo por el claustro me acuerdo de ver a los niños pedaleando por ahí con sus bicicletas los días que llovía. MB: El lado con vistas al océano tiene dos plantas y a la de arriba me gusta llamarla ‘el balcón de Romeo y Julieta’. Desde el océano la casa parece imponente pero desde tierra no es nada grandiosa.

LOS PRIMEROS AÑOS

MB: La construcci­ón llevó dos años, y nada más terminarse, con la casa minimalist­a por la escasez de muebles,empezamos a venir con los niños.Tal vez no teníamos muchos sitios cómodos para sentarnos, o puntos de luz cerca de la cama, pero me gustaba ese estilo de a medio terminar. Era una casa en proceso. LR: Digamos que nuestros hijos, cuando empezaron a venir, habrían estado más cómodos en un hotel con playa. MB: Sin embargo, ahora les encanta. Traen a sus amigos, sus parejas. Ya no son niños. LR: Es un espacio bellamente diseñado para muchas personas. Puedes quedarte aquí sin sentir ni el más mínimo agobio.

LOS CONFINES DE LA TIERRA

MB: El mobiliario actual proviene de sitios diferentes.Vendí una casa que tenía en Sherman, Connecticu­t, donde conservaba unos ³

muebles maravillos­os que había comprado en Taiwán y son parte de los que decoran ahora esta casa. LR: De otra casa que también vendimos en San Bartolomé, vienen todos esos muebles oscuros ‘de iglesia’: una mesa de un monasterio victoriano, sillas, el espejo y más cosas. También hay enseres de nuestras casas de Nueva York y París. MB: Además hay unos muebles rusos que traje del apartament­o en San Petersburg­o de mi difunto maestro y unas piezas muy especiales que encontré en un anticuario en China. LR: Misha tiene muy buen ojo. MB: Siempre me ha interesado el mobiliario. Cuando vivía en Leningrado muchos de mis amigos tenían grandes curiosidad­es artísticas. Por aquel entonces colecciona­ban lo que denominába­mos ‘muebles de madera roja’: piezas italianas y rusas de los siglos XVII, XVIII y XIX. LR: El año pasado decidimos que era el momento de redecorar. Nos restauraro­n los muebles, elegimos nueva ropa de hogar y cortinas, y añadimos comodidade­s.

ARTISTAS DE LA ESCAPADA

LR: Con los años ha cambiado mucho cómo usamos la propiedad. Lo principal es que sigue siendo un lugar de reunión familiar, pero aquí además disfrutamo­s de nuestras pasiones. MB: Me paso el día hablando por teléfono con el Centro de Artes Baryshniko­v en NuevaYork. Aquí tengo un pequeño estudio donde he hecho algunos proyectos con mis compañeros de fechorías. Desarrolla­mos nuevas obras con los bailarines. A veces juego un poco al golf; voy de pesca. Cuando vinimos por primera vez empecé a fotografar a los bailarines por toda la República Dominicana y publiqué un libro llamado Dominican Moves. LR: Para mí es un lugar donde leer y escribir. MB: Pero es también un lugar donde reconectar con el pasado. El mobiliario y el arte son una especie de libro de historia. Cada cuadro y cada silla nos recuerdan un hecho diferente de los últimos 40 años, desde que estoy en los Estados Unidos, y de todos los lugares en los que Lisa y yo hemos estado. LR: Es una pena que nuestros muebles no hablen.

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Mikhail Baryshniko­v y Lisa Rinehart, que lleva vestido de OSCAR DE LA RENTA y zapatos de ALEXANDRE BIRMAN, en su casa en Punta Cana, República Dominicana.
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Arriba, junto al balcón, una antigua cama de día que Baryshniko­v compró en China. A la derecha, una de las habitacion­es. Abajo, cuadro de German Pérez, un artista dominicano cuya obra colecciona la pareja.
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 ??  ?? Baryshniko­v en la cocina.
Baryshniko­v en la cocina.
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