VIVIENDO RASÉ
Desafortunadamente no cuento con doble nacionalidad, pero si tuviera que elegir un segundo país este sería, sin duda, Inglaterra o mejor y más poéticamente dicho, Albión, que es el precioso nombre que usaba –siguiendo la etimología de sus primeros pobladores celtas– el navegante y científico griego Piteas de Massilia para referirse a esta lluviosa isla cuando atracó en sus costas cuatro siglos antes de Cristo. La razón de mi elección como segunda e hipotética patria es que en ningún lugar del mundo las tradiciones ancestrales, el victorianismo más recalcitrante y un feroz conservadurismo tan rancio como único conviven pacífcamente y en envidiable armonía con la modernidad más pura, la vanguardia menos impostada y artísticamente interesante que no ha dejado de brotar de sus calles desde los años sesenta; y que ha cambiado desde este punto la mentalidad y el consumo cultural del mundo entero… Ojalá lo siga haciendo a pesar del Brexit. Este inteligente diagrama espiritual y cosmológico de tendencias enfrentadas –que en otros lugares del mundo deriva en serios confictos pero que aquí sigue funcionando– es lo que me atrajo a introducirme dentro de él cuando hace más de una década, acabados mis estudios universitarios (Humanidades, Periodismo y Máster en Comunicación de Moda y Belleza), decidí continuar mi formación en la Central Saint Martins de Londres, con esas míticas escaleras de su sede de Richbell Place, por las que aspiraba a caerse todo apasionado por este sector de mi generación. Fue allí en mis horas de estudio, de soledad y de silencio donde verdaderamente terminé de conocerme a mí mismo y donde aprendí entre aquellas gentes cultivadoras del individualismo a ultranza que las caracteriza, la importancia de esta lucha personal y diaria por forjar una personalidad medianamente interesante, fuerte y distinta al resto. Por eso siempre digo que José nació en España pero si Josie es de algún lugar, seguramente sea de alguna calle de esta ciudad que amo; porque fue, es y será paraíso del individualismo y la excentricidad. Justo durante mis primeros días en ella, acababa de mudarse mi amiga de Barcelona Inés Garí Albert, la que fue entonces compañera de aventuras y sigue siendo una amiga muy cercana aunque yo volviese a España y ella permaneciese aquí cumpliendo su sueño: trazar los viajes más inolvidables y lujosos que puedan hacerse y revolucionar la forma de hacerlos, con un trato directo con ella como asesora y una serie de amigos que cultiva alrededor del planeta formando una red que se llama Horizontal Travel. Esta es su pasión y una exitosa historia que lleva viajando y haciendo disfrutar a potentados viajeros desde 2006; quizás por eso es tan difícil sorprender a una amiga tan curtida en mil caprichos y que casi todo lo ha visto ya durante sus repetidas y lujosas vueltas al globo terráqueo… Pero cuál es mi sorpresa al teléfono cuando estamos planeando nuestro día de reencuentro londinense y al decirle que vamos a visitar Bicester Village (mi circuito favorito de tiendas de este país), me responde: «¿Que tiene estación de tren propia?». Este dato suele chocar a los visitantes que acuden a este pequeño pueblo cuajado de tiendas de lujo (el segundo punto más visitado del Reino Unido después de Buckingham Palace) entre sus calles, que dista apenas 40 minutos en tren del centro de Londres, más concretamente de Marylebone Station, donde quedé con Inés para tomar el trenecito que te lleva directamente a la estación homónima y a este epicentro del buen shopping llamado Bicester Village. Y ahora, desde hace solo unos meses, no solo es epicentro sino que también será kilómetro cero de los 11 Villages que