Harper's Bazaar (Spain)

El ‘je ne sais quoi’ de Jeanne Damas

JEANNE DAMAS ha sabido jugar las cartas de su generación: gracias a las redes sociales, el suyo se ha convertido en el estilo parisino favorito de la era ‘millennial’, éxito que concentra en su marca propia, Rouje.

- Por Celia Cuervo

Sí, ese flequillo lo has visto antes, pero Jeanne Damas (París, 1992) no es quien tú crees. No hay ni el más mínimo gen que relacione a esta francesa con Jane Birkin, a pesar de que su nombre, aunque en distintos idiomas, sea el mismo; a pesar de que, en efecto, la suya parezca la misma melena desaliñada de quien compartier­a estampas idílicas por París con Serge Gainsbourg hace algunas décadas. Damas es consciente de que le va a ser difícil quitarse esa etiqueta que le fue impuesta desde que se dio a conocer en el mundo de la moda gracias a las bondades de Internet (motivo por el cual no es solo ‘la nueva Jane Birkin’, sino que se le suma, además, la palabra más utilizada en los últimos años: ella es ‘la Birkin millennial’). Y le halaga, claro, ¿cómo no? Pero no termina de ver la similitud: «Para mí hay una diferencia enorme. Por supuesto que me hace ilusión, pero no me veo el parecido. Será por el fequillo, supongo», contesta con una media sonrisa que deja ver su diastema, sabedora de que la pregunta era casi obligada. Jeanne acaba de aterrizar en Madrid y solo ha tenido tiempo de dejar la maleta en el hotel antes de venir a esta sesión de fotos. Es tremendame­nte puntual y educada, se presenta saludando con la mano y pronuncian­do perfectame­nte su nombre. No lleva más maquillaje que un labial rojo que ha pintado, segurament­e, a delicados toques con el dedo; ‘labio mordido’, lo llaman. Es una de sus señas de identidad y el motivo por el que su marca de ropa se llama Rouje (‘rouge’ es rojo en francés, y ha cambiado la ‘g’ por su inicial para hacerlo más personal). La frma tiene más de tresciento­s mil seguidores en Instagram, siendo una de las más conocidas de la red social que elevó a su dueña; en el de Jeanne, la cifra se multiplica por tres: está a punto de alcanzar el millón de admiradore­s. ¿Cuánto de presión hay en todo esto? «En mi caso ninguna, porque desde el primer momento he utilizado mi perfl como una colección de imágenes naturales de mi día a día, no me he esclavizad­o y marco siempre la separación con mi vida privada. Además, me gusta mucho que la gente se me acerque por la calle y me salude, ¡siempre es algo agradable!», concede en un inglés inevitable­mente afrancesad­o. Y lo cierto es que Damas ha sabido jugar bien las cartas de su generación, utilizando la Red como cohete: de pequeña quería ser psicóloga, pero en la adolescenc­ia cambió de parecer y se decantó, fnalmente, por la actuación. Estudió interpreta­ción en una escuela de teatro durante tres años (lo que le llevó a hacer un cameo el año pasado en la cinta de Guillaume Canet Cosas de la edad) y, paralelame­nte, abrió un blog en el que compartía imágenes que le inspiraban, hace ya casi diez años. Las marcas empezaron a fjarse en ella cuando la palabra it girl (chica de moda) comenzaba a sonar fuerte, «y así empezó todo», afrma como si estuviera viendo en ese momento arrancar una noria que no ha dejado de girar desde entonces. Gracias a Blogspot, la plataforma de bitácoras, conoció a Simon Porte Jacquemus, quien ahora es su mejor amigo además del niño mimado de la industria actual. Quizá ella misma le ha dado algún consejo por llevar en el foco de atención algunos años más que él: «¡Qué va! No hay quien aconseje a Simon, él sabe lo que hace y lo que quiere. Pero sí que creo que, por fn, ha sabido entender lo que quiere vestir la mujer». El de Jeanne es uno de esos nombres que ha sobrepasad­o la palabra infuencer. En su perfl no hay colaboraci­ones obvias con marcas, tiene un asiento reservado en todos los desfles importante­s de Nueva York, Londres, Milán y, por supuesto, París, y es habitual en las festas más exclusivas. Su relación con las prendas ha sido algo que siempre ha estado ahí de forma natural, antes de que lo convirtier­a en trabajo: «Mi madre es mi primer recuerdo de moda. Era toda una inspiració­n para mí y me sentía orgullosa de que fuera tan estilosa cuando iba al instituto. Era femenina, tenía vestidos forales preciosos y tacones maravillos­os». Aunque el haber crecido en París quizá también tenga algo de culpa: «Hombre, claro. Cuando vives allí la moda está en cada esquina.

No siento la presión de tener que compartir constantem­ente en Instagram. Desde el primer momento lo he hecho de forma natural, no me he esclavizad­o y marco siempre la separación con mi vida privada

Hasta la gente que no trabaja en ella tiene estilo. ¡Mira a mi madre! Ella tenía un restaurant­e. Todo el mundo tiene ese allure tan inspirador…», responde. Sabemos de lo que habla: ese estilo parisino estratégic­amente desenfadad­o que pocos no galos han logrado copiar, un resentimie­nto que debe de notar en el gesto de la que escribe porque pronto se apresura a añadir: «Pero vosotros en Madrid también, ¡eh! Menos que en París –y ríe– pero cada vez que vengo y paseo siento que la gente tiene muy buen gusto. De hecho, mi principal inspiració­n han sido siempre las películas de Almodóvar y Penélope Cruz. La adoro». ¡Algo es algo! En efecto, la actriz de Alcobendas en Jamón, jamón (Bigas Luna, 1992) es una de las primeras imágenes que se vienen a la cabeza al ver el estilo de Rouje, sus vestidos y las combinacio­nes que Jeanne hace junto a alpargatas y cestos de mimbre en los meses de verano. La vida de su marca empezó en 2016, pero realmente llevaba años gestándose, desde que la francesa conociera a su socia, la diseñadora Nathalie Dumeix: «Fue hace unos 15 años. Mis padres tenían un restaurant­e muy famoso en París [Chez Philou] y junto a él estaba la boutique de Nathalie, por donde pasaba todos los días después de clase. Nos hicimos muy amigas a pesar de que es mayor que yo, e incluso a veces hacía de modelo para sus diseños. Así que años después surgió casi de forma natural: tenemos el mismo gusto, nos conocemos y nos complement­amos, ella tiene la experienci­a con la aguja y yo la visión, la imagen y los contactos», matiza segura. Desde su nacimiento hace ya dos años han ido lanzando coleccione­s cada dos o tres meses de unas 15 piezas cada una, todas con el ADN muy marcado y muy similares, cambiando los colores y estampados y teniendo siempre como base los vestidos que le han dado el gran éxito del que disfruta a día de hoy, Instagram mediante: una pieza de largo por la rodilla, estampada y abotonada en la parte frontal que podría vestir todos los idílicos días de un verano a orillas del Mediterrán­eo. ¿La clave de su buena acogida? «Creo que es el hecho de que creamos ropa para nosotras mismas, con quienes nuestros seguidores se sienten identifcad­os». La sencillez y naturalida­d, al fn y al cabo; quizá también el precio (los vestidos rondan los 170 euros) y el deseo de que portar alguna de sus piezas nos acerque un poco más a ese ansiado je ne sais quoi parisino del que ella goza. Rouje se ha centrado en la venta online aunque, nos cuenta, tiene planes de llevar sus diseños a alguna esquina de París pronto en lo que promete no ser una tienda al uso. Hasta ahora ha utilizado Internet porque así lo preferen, por lo general, los hábitos de consumo de la generación que sigue su estela. Ella misma ha terminado por detestar acudir a las tiendas: «Antes me encantaba pero ahora odio ir de compras. Quizá porque, al trabajar en moda, estoy todo el día expuesta a prendas y acaba saturando», confiesa, añadiendo que, ahora mismo, tres cuartos de su armario son Rouje y el resto, vintage: «Me gusta esa sensación de no tener algo que tiene todo el mundo, y eso solo lo consigo en tiendas de segunda mano. De hecho, con mi marca me pongo cosas que aún no están a la venta para no cansarme de ellas».Así que no tardaremos en verla llevando el que promete ser su otoño/invierno más apetecible, uno lleno de piezas que por fn se alejan del verano (estación que va en el alma de la marca) y con el que Damas parece realmente emocionada: «Va a ser un cambio grande y me encanta porque yo, personalme­nte, prefero vestirme para el frío. En París voy siempre con vaqueros, jerséis de cashmere, botines, abrigos grandes… y eso lo vamos a trasladar a nuestros diseños», confrma. Es difícil hablar de futuro cuando todo va viento en popa en el presente, pero no duda en darle una vuelta: «Quiero que Rouje siga evoluciona­ndo sin perder nunca la línea de mi universo personal, para mí eso es lo más importante. Pero tampoco sé qué pasará a largo plazo, tan solo tengo 26 años. ¿Y si dentro de 15 me da por dedicarme a la hostelería como mis padres?», bromea. ¿O no? ¿Quién dijo miedo a la reinvenció­n?

Me gusta esa sensación de no tener algo que tiene todo el mundo, y eso solo lo consigo comprando ‘vintage’ y vistiendo las prendas de Rouje que todavía no se han puesto a la venta

 ?? Fotografía de Mónica Suárez de Tangil Estilismo de Ana Rojas ?? Traje de raya diplomátic­a con americana cruzada de MANGO. Todas las joyas son de la propia Damas.
Fotografía de Mónica Suárez de Tangil Estilismo de Ana Rojas Traje de raya diplomátic­a con americana cruzada de MANGO. Todas las joyas son de la propia Damas.

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