SOMOS LO QUE COMEMOS
Conservar, PROTEGER y mejorar los recursos naturales y, sobre todo, descartar aquellas agriculturas que no protejan y mejoren el bienestar social es el nuevo mantra. Asúmelo.
No es fácil de digerir, pero es la realidad. El presente ritmo de crecimiento de la producción agrícola sobre laTierra es insostenible ya que impacta negativamente sobre los recursos naturales y el medioambiente. Una tercera parte de la tierra cultivable del planeta ya no es apta para tal fn, nos hemos cargado el 75% de la diversidad genética de los cultivos y el 22% de las razas de ganado están en riesgo de desaparición. Más de la mitad de las poblaciones de peces están plenamente explotadas y, en la última década, unos 13 millones de hectáreas de bosques por año fueron transformadas para otros usos. Son datos y conclusiones de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas. El cambio climático reducirá la resiliencia de los sistemas de producción y contribuirá a la degradación de los recursos naturales. Se prevé que en el futuro se agraven considerablemente las subidas de temperatura, los cambios en los patrones de precipitación y los fenómenos meteorológicos extremos. La creciente circulación de personas y mercancías, los cambios ambientales y las nuevas prácticas de producción darán lugar a otras amenazas con forma de enfermedades. Además, las especies invasivas pueden afectar a la seguridad alimentaria, la salud humana y la efcacia y sostenibilidad de los sistemas de producción. ¿Qué hacer? Mejorar la efciencia en el uso de lo que tenemos, aplicar acciones directas para conservar y proteger los recursos naturales y, sobre todo, descartar aquellas agriculturas que no sean capaces de preservar y mejorar los medios de vida rurales y el bienestar social. El panorama es ciertamente desolador, pero no todo está perdido. El número de fincas y explotaciones que han hecho de la palabra sostenibilidad su razón de existir prolifera de un tiempo a esta parte. España es un buen ejemplo de ello. Visitemos ahora tres pagos made in Spain especialmente respetuosos con el ecosistema. Dehesa de la Serna es una fnca productora de carne de vacuno ecológica
de razas avileña y limousin. Situada en la provincia de Ávila, esta granja camina hacia un sistema de ciclo cerrado en el que la producción de cereal y forraje ecológicos está destinada a la alimentación de los animales. La fnca tiene un sistema de comercialización y venta directa, con dos líneas de productos de carne de vacuno: una ecológica que tiene acceso a cereal y forraje en su alimentación, y otra (de venta estacional) que se alimenta en un 100% de pasto y forraje. Dehesa de la Serna cuenta con una tienda, un restaurante y una tienda online desde la que reparten a domicilio a toda la península. En Abadía Retuerta LeDomaine (Sardón de Duero, Valladolid) la palabra vino equivale a distinción, excelencia y, de un tiempo a esta parte, compromiso medioambiental. Desde 2014, la frma apuesta por un futuro en el que la palabra sostenibilidad mande. Bajo consumo energético –tanto eléctrico como de combustibles fósiles– en bodega, reducción del peso de las botellas, fomento de la biodiversidad con nuevas plantaciones y proyectos como la producción de miel y piñones. Todo un camino por recorrer. En Finca de Uga (Lanzarote) también imperan conceptos como sostenibilidad, innovación, calidad y tradición. Una explotación agrícola y ganadera en la que reinan los animales lecheros y otras especies como el cerdo negro o la gallina negra campera canaria, y en la que también tiene cabida una pequeña quesería artesanal que se nutre de la leche de sus 300 cabras majoreras, sus 300 ovejas canarias y sus 30 vacas de Jersey para elaborar un yogur y una gama de quesos de alta calidad. ¿Principal objetivo? Garantizar el confort y bienestar de sus animales, llevar un riguroso control de su alimentación y mantener la más correcta higiene para así obtener una materia prima de máxima calidad. Por último, y asentada en Antequera (Málaga), una de las zonas con mayor tradición olivarera de la península, tenemos la multipremiada almazara de Finca La Torre, unas de las pocas que aúnan producción propia, olivos centenarios y un sistema de elaboración ecológico y biodinámico. Cuatro monovarietales –Hojiblanca, Arbequina, Picudo y Cornicabra– conforman una gama de aceites que, en siete años, han cosechado más premios a la excelencia que cualquier otra en tan poco tiempo. Más que nunca, toca ser escrupulosamente responsables.
Es obligación de todos emprender acciones directas para conservar, proteger y mejorar los recursos naturales.