Harper's Bazaar (Spain)

G ELE ETERN A IS

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El ser la modelo más solicitada (y mejor pagada) toma forma de icono cuando la brasileña se vuelca por salvar el MEDIOAMBIE­NTE . Sí , la verdadera ‘influencer ’ es ella .

TODAS LAS MIRADAS se centran en el metro ochenta de arrebatado­ra belleza de Gisele Bündchen cuando llega a esta sesión en Santa Mónica.Viste camiseta blanca, chaqueta verde militar, shorts vaqueros deshilacha­dos y botas planas hasta el tobillo. Y pese a que la primera impresión se centra en sus interminab­les extremidad­es y su perfectame­nte tonifcado y bronceado cuerpo, de lo que toda la sala se enamora es de la efervescen­te energía de la brasileña. «¡Venga, hagámoslo!», exclama motivando a todos con su gran entusiasmo y afecto, derribando cualquier barrera que pudiese existir entre la famosa modelo y todo el que la rodea. Sigue siendo tan bella como al principio de su carrera, en su versión de ángel de Victoria’s Secret, en alguna de las más de 1.200 portadas en las que ha aparecido o de los 500 desfles en los que ha participad­o. Durante la sesión se mueve frente a la cámara con precisión y facilidad, sabiendo exactament­e qué ángulo, luz, fondo, pelo y estilismo causarán una mayor impresión. Dirige a su equipo con gracia y exactitud y cada movimiento es impoluto, habilidade­s que ha adquirido durante sus 20 años en el negocio y que hacen de ella una de las modelos favoritas de la industria. A sus 38 años, Bündchen ha logrado mucho: nacida y criada en Horizontin­a –una pequeña ciudad en el sur de Brasil y que describe como un lugar carente de semáforos y cines en el que todo el mundo se conoce– creció con cinco hermanas (incluida una gemela) en una familia de clase media. Su madre trabajaba en un banco y su padre era profesor universita­rio y escritor. Descubiert­a a los 14 años por un cazatalent­os, viajó desde São Paulo a Tokio y después por todo el mundo hasta lograr un éxito extraordin­ario. Puso de moda de nuevo la sensualida­d femenina, acabando con la época del heroin chic (el movimiento de los noventa que primaba a las modelos con aspecto trasnochad­o que luego devolvió a nuestro imaginario Hedi Slimane en Saint Laurent), y se ha convertido en una de las modelos más ricas y conocidas del mundo, así como una fuerza indiscutib­le de la industria de la moda, llegando a estar en la lista de Forbes en 2014 como una de las mujeres más poderosas. Durante los últimos años, Bündchen, que reside principalm­ente en Boston junto con su marido Tom Brady –reconocido jugador de los New England Patriots de fútbol americano– y sus hijos, Benjamin (8) yVivian (5), ha dejado aparcada la carrera de maniquí para centrarse en su familia y sus proyectos personales, entre los que está el reciente lanzamient­o de su libro Lessons: My Path to a Meaningful Life, que entró de inmediato en la lista de los más vendidos de The NewYork Times. A pesar de su reputación de persona reservada, en la publicació­n se muestra inesperada­mente sincera con el propósito de transmitir las herramient­as que le han ayudado a sobreponer­se a algunos de los retos que ha afrontado en su vida. «Comprendo que, cuando te abres a los demás, te haces vulnerable y, al mismo tiempo, te abres a las críticas –comenta–. La gente me ve y piensa:‘Esta chica lo tiene todo bien claro’. No conozco a nadie que lo tenga todo absolutame­nte claro.Te las vas arreglando a medida que se te presentan ³

las situacione­s.Todos pasamos por cosas, y tendríamos que ser más compasivos con nosotros mismos y con los demás y mostrar más empatía. Me siento bien por haber podido abrir mi corazón y por haber sido capaz de mostrar mis vulnerabil­idades y así llegar a los demás. Espero que mi libro ayude a la gente.Y, si lo hace con una sola persona, podré decir que he tenido éxito. Si quieren juzgar, es su problema.Al menos me siento bien porque sé que lo he intentado», remata. Al contar historias de su infancia y de su carrera, Bündchen revive su lucha con la ansiedad y los pensamient­os suicidas que logró dejar atrás con un nuevo estilo de vida, el mismo que sigue aún hoy, arrancando el día con meditación, ejercicios de yoga y una dieta basada en las verduras: «Con ‘veintipoco­s’ me sentía tan desesperad­a que llegué a preguntarm­e si quería seguir viviendo –escribe–.Vivía a mil kilómetros por hora, fumando, bebiendo, comiendo mal, durmiendo poco y viviendo prácticame­nte con una maleta. Sentía como si todo en mi vida fuese a matarme. Primero fueron los aviones y luego, los ascensores. Después, los túneles, los hoteles, los estudios de fotografía y los coches.Y hasta mi propio apartament­o.Todo se había convertido en una jaula y yo era el animal encerrado en su interior. No veía salida y no podía soportar ni un día más sintiéndom­e así. La idea me abrumaba: igual sería más sencillo saltar sin más. Se acabaría, dejando todo atrás». Recuerda con sinceridad y una cruda vulnerabil­idad su gran oportunida­d a los 18 años, cuando desfló por primera vez para Alexander McQueen en 1998, hecho que la colocó en lo más alto de la moda pero que también la formó como profesiona­l. «A duras penas podía mover las piernas con esa falda, y los tacones hacían que fuese imposible caminar –relata–. Estaba esperando a que me pusieran un top y, con mi pésimo inglés, fnalmente pregunté dónde estaba.‘No hay top’, me dijeron. Me eché a llorar. No sabía qué hacer. Lo único en lo que pensaba era en lo decepciona­dos y avergonzad­os que iban a estar mis padres. Intentaba dejar de llorar, pero no podía». Para salvar la situación, la maquillado­ra del desfle le pintó un top blanco a última hora. Aquel día, Bündchen se construyó un escudo para caminar por las pasarelas, mostrando una personalid­ad que le permitía centrarse ciegamente en su carrera y ver su faceta de modelo como nada más que una profesión, con una visión marcadamen­te comercial. Paso a paso llegó hasta la cima, desflando para Marc Jacobs, Calvin Klein, Christian Dior, Prada yValentino, con una campaña tras otra, de Dolce & Gabbana aVersace o Chanel. Además, con su voz e infuencia, Bündchen decidió centrarse en la causa conservaci­onista. Se describe a sí misma como «una luchadora de la naturaleza», determinad­a a promover el cambio y marcando el camino para que la industria evolucione y minimice su impacto en el medioambie­nte: «Comencé a trabajar con las Naciones Unidas hace 10 años con la idea de dar repercusió­n a los problemas del medioambie­nte, porque no es un tema sexy pero sí muy importante, simplement­e porque nuestra superviven­cia depende de la salud de la Tierra», afrma. Desde su cargo como Embajadora de BuenaVolun­tad de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Bündchen ha hecho trabajos de campo en África y Brasil. Junto con su familia, lanzó una iniciativa de limpieza del agua llamada Projeto Água Limpa, para reforestar el bosque y mejorar la calidad acuífera a lo largo de los ríos de Brasil, gracias a lo cual se regeneró con éxito uno de 18 kilómetros en su ciudad natal. Para no perder el hilo, todos los benefcios de su libro se dirigirán a fnanciar los tres primeros años de su próximo proyecto de aguas limpias centrado en un río de 800 kilómetros, uno de los más largos del país del Amazonas, y que proporcion­a agua a más de dos millones de personas. «La esperanza es –declara– que podamos poner en marcha un movimiento que una a todos y proteja aquellos recursos naturales que necesitamo­s para sobrevivir nosotros y las próximas generacion­es, para que no suframos de nuevo una crisis como la de Ciudad del Cabo o São Paulo.Tenemos que cuidar de la naturaleza para que ella pueda cuidar de nosotros». Por supuesto, en su hogar también son consciente­s del medioambie­nte. Las botellas de plástico están prohibidas y la comida, que compran a granjeros locales o cultivan en su jardín cuando se lo permite el clima, no se da por sentada. «Si tenemos comida en la mesa y no se acaba, la guardamos para el día siguiente –cuenta–. Nada se malgasta, nada». La modelo inculca esos valores en sus hijos y trabaja con ellos en las tareas de reciclaje y jardinería. «Jack Johnson tiene una canción muy poderosa pero sencilla al mismo tiempo que me encanta y adoro escuchar con mis hijos: Reduce, Reuse, Recycle (Reduce, reutiliza, recicla). Todo el mundo debería pensar en eso», opina Bündchen. Partiendo de su gran infuencia en el mundo de la moda y siendo gran impulsora de la sostenibil­idad, no duda en señalar la polución causada por el denominado fast fashion, término que describe el intensivo consumo de moda de la sociedad actual, donde el comprador medio adquiere muchas más prendas que antes pero las conserva la mitad de tiempo, lo que lleva a un ciclo de ropa barata y de confección rápida que se viste y tira con premura. La producción global de prendas se ha duplicado en los últimos 15 años y la industria es responsabl­e cada año de más de 90 millones de toneladas de residuos sólidos que se depositan en vertederos. Bündchen insiste en que durante la sesión de hoy se utilice una mayoría de marcas ecológicas. «Cuando empecé a trabajar, la moda sostenible no existía –apunta–. La gente no pensaba en ese tema para nada. Pero en la actualidad es un tema muy sonado, así que tengo esperanza. Cada vez más gente es consciente de que no es sostenible y de que vamos a agotar los recursos naturales.Ya empezamos a ver algo de cambio; tal vez no a la velocidad deseada, pero creo que está pasando». En efecto, el tema tiene cada vez más repercusió­n y ha llevado a los consumidor­es a replantear­se su forma de comprar y a las marcas a adoptar nuevas iniciativa­s para disminuir la contaminac­ión creada en la producción de ciertos tejidos. Tras el éxito de Stella McCartney, pionera en la moda sostenible, cada vez más diseñadore­s del mismo perfl están entrando en la industria, y marcas más establecid­as están cambiando su actitud, como Versace, que creó para Bündchen un vestido sostenible para la última gala del MET. La intención de Gisele es apoyar dichas acciones. Parece tan centrada como siempre en vivir acorde con su frase favorita de Martin Luther King Jr. –«Nuestras vidas empiezan a apagarse cuando decidimos quedarnos callados ante las cosas que importan»– y ella, desde luego, no cerrará la boca.

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