Viviendo Rasé, por Josie
Todo el mundo habla de un lugar único llamado SHA, que muy pocos conocen de cerca y aún menos son los que se atreven a ponerle una etiqueta. Ni escuches a aquellos que osan llamarlo hotel o ‘spa’ y no te quedes solo en su faceta clínica; porque a través d
EL PUNTEO de una guitarra susurra a mi tímpano por el auricular izquierdo (el derecho sigue sin funcionar) dentro de un vagón en silencio en un AVE rumbo a Alicante: «… Yo por amor hasta bajé al infierno… Te atrapa sin que te des cuenta.Te das cuenta cuando sales… Piensas, ‘¿Cómo he llegado hasta aquí?’…». Es la voz inconfundible de Rossy de Palma que narra estas frases autobiográfcas para Preso, el sexto capítulo de ese disco llamado El Mal Querer, que acaba de llevarse dos premios Grammy. Cuando empieza a sonar Di mi nombre (dos canciones después) la pista se interrumpe por una llamada precisamente de Rossy y le contesto: « Amore, que te escucho en bucle y por doquier… Qué maravilla tu tema para Rosalía…». Me confesa que está encantada y orgullosa con esta colaboración y que «puede que esta artista sea muy joven pero es completa, madura y nos va a dar muchas alegrías porque no ha hecho más que empezar…». Al colgar intento ponerme en la piel de este coloso en llamas que es Rossy de Palma: viviendo deprisa e intenso, siempre viajando, ‘Instagramizando’ constantemente momentos de oro, y con ese desgaste propio de aquellos generosos entes culturales que no paran de conectar gentes entre sí (Almodóvar + Rosalía o Paco León + Debi Mazar), de combinar trabajos propios (como el rodaje de A pesar de todo, que es un nuevo proyecto para Netflix) con proyectos de amigos queridos en los que se embarca sin pensarlo dos veces (véase su papel de maestra de Jean Paul Gaultier en el musical autobiográfco del diseñador que la considera una de sus principales musas). Todo esto merece la pena por lo viva que la hace sentir o por tantos premios y reconocimientos que la orlan a lo largo de su carrera, pero hay momentos dentro de esos intempestivos días y meses repletos de lío en los que el cuer po pide una parada en boxes, un reset, un STOP crucial para volver a empezar. El que acaba de pegar un sólido frenazo es el AVE y tras el pitido de apertura de puertas, la deliciosa humedad alicantina me recibe y va convirtiendo mi cabello en una esponja mientras contemplo colosales fcus y el inmenso mar desde la ventana abierta de ese transfer breve que me lleva a SHA Wellness Clinic, el verdadero templo de la desconexión total de esta realidad (de la digital mejor no hablo…) que nos devora. Hasta tal punto llegas a despojarte de tu mundo para entrar en este otro que los días que pasas aquí se viven en albornoz, sin perfumes capaces de camuflar el aire puro y ese olor a los jardines que rodean el inmenso edifcio emplazado en medio de Sierra Helada. Aquí no hay look que pueda llegar a estresarte porque no hay nada que comunicar de ti mismo en un lugar al que no vienes a dar, sino a recibir: cuidados, relax, actividades físicas sin matarte, los nutrientes más ricos, curativos y saludables y, sobre todo, la información que te ayude a seguir viviendo así (o casi) una vez salgas de esta burbuja que por desgracia no es eterna. «Esto de cuidarme ha sido una toma de consciencia gradual, una evolución natural; y con la edad, el cuerpo, la mente y, sobre todo, el espíritu me lo pedían y si no te ha llegado aún, tranquilo ³
porque te llegará… Hace ya años que intento robar tiempo para cuidarme más y mejor, aunque a veces la falta de rutina impida que los hábitos arraiguen. Eso sí, si el día se empieza por unos minutos de meditación todo lo que venga se gestiona mejor». Son las primeras confesiones de Rossy en este encuentro nuestro dentro de SHA, la clínica de wellness más importante del mundo, que ambos tuvimos la suerte de descubrir hace ya 10 años; cuando Alfredo Bataller Parietti imaginó este microcosmos de la salud holística en el que combinar terapias naturales con los últimos avances de la medicina occidental. Un proyecto que por idílico parecía utópico al principio, pero que se ha convertido en una realidad frme, en constante evolución y dispuesta a expandirse más allá de esta sierra alicantina que la vio nacer. Desde aquel 2008 todo ha cambiado (por ejemplo, ahora la estancia se planifca desde una app propia en constante actualización según tus actividades programadas, aunque si tienes estrés digital, como es mi caso, te guardan el teléfono en recepción hasta tu salida y funcionas con papel), pero permanecen inalterables esas bases que estructuran este babélico lugar que acoge a un público cada vez más joven llegado de distintos puntos del globo, buscando a través de ellas un cambio de vida que Rossy ya ha hecho suyo: «Aquí he aprendido la importancia del cuidado corporal y mental, de la atención plena a uno mismo, de la respiración profunda en la meditación y de encontrar tiempo para lo esencial; pero sobre todo, la importancia de la consciencia del ser. Muchas veces gestos simples que han cambiado mis hábitos y que empezaron en SHA han mejorado mi calidad de vida, como esa sopa de miso que desayunamos aquí cada mañana y que ya ha trascendido a mi vida fuera… Lo recomiendo muchísimo». Precisamente tras mi chequeo de entrada (primer paso para entrar aquí y prescribir la dieta que mejor se adapta al cuidado de uno mismo) quedo con ella para almorzar en SHAMADI, el restaurante donde cada mañana arrancan con esa sopa de miso tan característica que ella adora. Juntos vamos a enfrentarnos a nuestro menú Biolight (sin objetivos demasiado estrictos de control de peso o detox) y me aconseja: ³
«AQUÍ HE APRENDIDO LA IMPORTANCIA DEL CUIDADO, DE LA ATENCIÓN PLENA A UNO MISMO» ROSSY DE PALMA
«Mira, permanece atento a lo que te cuenten de cada plato, porque si hay algo que te vas a llevar de aquí es la información nutricional. Siempre me ha interesado este tema, porque hija mía, somos lo que comemos y en SHA la nutrición saludable es un pilar fundamental y aquí no hay ingredientes como la carne, los huevos, los lácteos y el azúcar, y los benefcios al rebajar este consumo se notan enseguida…». Tras el saciante, curativo y antioxidante menú llega el descanso (otro de los pilares de este centro que es un pabellón de reposo único) en una de sus suites en las que yo elegí almohada de aloe vera (disponen de otras confortables variantes) con sábanas de algodón egipcio que me regalaron una profunda siesta previa a los tratamientos de la tarde. Rossy tenía una cura hidroenergética detox y yo un masaje de tejido profundo que me dejó nuevo: «¿Qué tal en las profundidades musculares? ¡Porque yo he vuelto a nacer en esa placenta de algas en la que me han envuelto!», me dice con un rictus de relax sin precedentes antes de abandonar defnitivamente nuestros batines con inicial bordada de Los Encajeros para plantarnos el mandil de SHA y acudir a sus clases de cocina saludable; y aunque tengo muy claro que jamás conseguiré la intensidad de esos sabores que solo pueden disfrutarse en SHAMADI (y que es curioso solo consigan con elementos vegetales o con una repostería carente de harina, huevos, azúcar o chocolate), quiero al menos intentarlo con una Rossy de lo más positiva ante los fogones: «Quédate con la importancia de los ingredientes que usan: siempre ecológicos, de temporada y proximidad o cultivados directamente en sus huertos.Todo es natural, nada de fritos ni grasas y van a enseñarte a incluir en tu alimentación delicias saludables como jengibre, limón, nabo, especias, cereales integrales, aceites en frío y vege- tales, verduras, legumbres, frutos secos, semillas y algas, que van a transformar tu propio recetario de siempre a la manera SHA». Como temía, a mí me sacas del recetario de Thermomix y no doy una, aunque siempre podré empezar mis cenas con una maravillosa y sencilla receta de este centro: incorporar a una tetera con zumo de manzana bio bien caliente una cucharadita de kuzu para espesarlo. Nada reconforta más antes de empezar una cena y aquí estoy con Rossy, coronando nuestro día juntos en SHA con esa misma taza. Nos rodean los huéspedes, que, despojados de sus albornoces (el dresscode de las cenas es casual), se disponen a cenar satisfechos con este regalo que es para sus cuer pos y mentes estar aquí esta noche; en el lugar que en 2019 constata el éxito personal de aquellos que acuden aquí para olvidarse incluso de ese éxito personal y volver a empezar. Desde un sitio que no admite etiquetas, porque no es hotel aunque todos los hoteles deberían conocerlo e imitarlo en cierto sentido, y que tampoco es un spa aunque contenga el mejor circuito de hidroterapia en su interior; y que es más que una clínica porque a su vez es más que un club… Algo así como una academia de vida saludable.