Romanticismo parisino: en la casa de Elie Saab
El diseñador nos abre las puertas de su residencia parisina y habla sobre el ÉXITO de su marca homónima.
Cuando nos encontramos en su casa de París, en el cotizado barrio residencial del distrito 16, Elie Saab, vestido de manera informal con vaqueros y suéter negros, emite calidez y bondad junto con una entrañable timidez y dignidad. Tras una educada acogida, Monsieur Saab, como le llama su equipo, de inmediato revisa la sala con una atenta mirada y ajusta las flores sobre la mesa del salón. El apartamento parisino parece reflejar la estética del diseñador: lujo clásico con un toque moderno, todo ello meticulosamente compuesto. Altos techos con molduras del siglo XIX y suelos de madera se contraponen por toda la casa con elementos de diseño moderno y una paleta de color dominada por el negro y el dorado. La entrada está iluminada por lámparas de pie de gran tamaño hechas a medida en colaboración con el afamado arquitecto libanés Chakib Richani. En el majestuoso salón, una antigua lámpara de araña de cristal y bronce dorado cuelga sobre varias mesas de café cúbicas negras, también creadas a medida, y unos sofás italianos negros de cuero entrelazado. La elegancia y esplendor de la estancia se contrarrestan imaginativamente con una silla de aluminio y unas esculturas circulares decorativas, descubiertas en un mercadillo y colocadas con acierto frente a las maravillosas cortinas que cubren las ventanas francesas. «Me gusta la mezcolanza de este apartamento –dice Saab–. Clásico francés y moderno a la vez con toques de los años 70. Me siento muy cómodo cuando estoy aquí».
Saab, junto con Claudine, su esposa desde hace 27 años, y sus tres hijos, Elie Jr., Selim y Michel, dividen su tiempo entre Francia y el Líbano, su país de origen. Y pese a que consideran París su hogar en muchos aspectos y es, sin duda, punto clave de la marca Elie Saab, parece ser que su corazón pertenece a Beirut. «En primer lugar, soy Saab el libanés –declara–. Mi apego por mi país y mi región es fundamental». Pese a los difíciles recuerdos que le trae de una infancia marcada por la guerra civil libanesa, en Beirut es donde comenzó su viaje en la moda. Recluido en su casa mientras caían las bombas en el exterior, con 9 años empezó a hacer patrones usando periódicos y a confeccionar vestidos con cualquier material que encontrase. «Creo que nací para hacer vestidos –afrma Saab–. No había colegio y a causa de la guerra, no había nada que hacer. No puedo explicar por qué ni cómo pero cuando empecé a cortar tejidos me pareció lo más normal del mundo». Paulatinamente, Saab convirtió su afción de hacerle vestidos a sus hermanas y amigas en una fuente de ingresos con la que ayudar a sus padres y hermanos. Era una vocación inesperada que necesitó un período de adaptación para su familia (su padre, comerciante de madera, habría querido que fuese médico, abogado o ingeniero), pero su país lo abrazó al instante. A los 17 años, Saab fundó en medio de la guerra su primer taller en Beirut, donde confeccionaba los encargos de una creciente clientela del Líbano y de todo el golfo. «Presenté mi primera colección en Beirut en 1982 –recuerda–. Fue recibida como un rayo de sol durante la guerra». Sus diseños, etéreos y femeninos y a menudo decorados con adornos y bordados, aportaban una distracción muy necesaria, y Saab pronto se convirtió en el favorito del círculo de princesas y reinas árabes. Viste con frecuencia a la reina Rania de Jordania, quien llevó un vestido suyo de color champán a la coronación de su esposo el rey Abdalá en 1999, diseño que lució de nuevo 10 años después para el aniversario de la coronación. La alianza recíproca entre Saab y su país fue clave en el crecimiento de la fama de la marca. Para el diseñador, el conflicto en la región le impulsó a tener éxito. «Me proporcionó mucho coraje y determinación –cuenta–. Sentía que nada podía detenerme. En cierto modo, esa guerra me dio fuerza y forjó quien soy». Como pionero de la moda en su país y en Oriente Medio, se tomó en serio ese papel y está muy involucrado en las iniciativas educativas de la región. En asociación con el London College of Fashion en 2013 lanzó en Beirut un innovador programa de diseño de moda en la Lebanese American University, donde los estudiantes aprenden durante cuatro años con estándares internacionales sin tener que dejar su país. «Me siento responsable de lo que hago –confesa–. He tenido éxito y he servido de inspiración para muchos de los que quieren trabajar en este negocio. Por ello construí una escuela de moda y estoy muy involucrado en la educación». Saab fue también juez de la competición de moda del programa de televisión Project Runway Middle East, retransmitido a millones de espectadores por todo el mundo árabe. «Lo hago por lo que tiene de educativo, no por salir en la televisión», explica de inmediato. Además de guiar a los jóvenes que empiezan en este mundo y animarles a que logren sus metas en su propio país, el modisto ofrece también experiencia práctica. Su impacto es patente: el 80% de los diseñadores árabes actuales han trabajado en la casa Saab. «Estoy feliz y orgulloso cuando escucho ➤
«No había colegio y a causa de la guerra, no había nada que hacer. Cuando empecé a cortar tejidos me pareció lo más normal del mundo»
sus nombres en el extranjero. Siento que he logrado algo». Además de su impacto en el mundo árabe, la marca Saab se hizo global en los Oscar de 2001, cuando Halle Berry recibió la estatuilla con un vestido suyo rojo con malla y bordados verdes. Las imágenes de la actriz así vestida se vieron por todo el globo, lo que hizo que la marca lograse fama mundial. «Fue un momento muy especial», rememora el libanés, que ese día estaba en Hollywood para una reunión de negocios. «Desde que salimos en la ceremonia con Halle Berry hemos podido expandir nuestra marca a una audiencia más popular». De hecho, se ha convertido en el ‘rey de la alfombra roja’, y sus diseños los han vestido Meryl Streep, Angelina Jolie, Beyoncé y otras muchas destacadas personalidades del mundo del entretenimiento. Poco después, Saab fue el primer diseñador árabe admitido en el cuerpo rector de la industria de la moda, la Chambre Syndicale de la Haute Couture, antes de mostrar su primera colección de alta costura en París. En la actualidad, la millonaria marca Elie Saab está presente en 150 puntos de venta de todo el mundo, con tiendas en París, Londres, Beirut, Dubái, México o Nueva York, una tienda por temporadas en la estación alpina de Courchevel y planes de más aperturas en California, Suiza y Asia. Aunque no se considera un hombre de negocios, Saab entiende la industria y se ha rodeado de un fel equipo que actualmente incluye a sus dos hijos mayores: «No somos un negocio familiar pero tenemos valores familiares. No empujé a mis hijos a que trabajasen en la empresa.Tienen la opción de involucrarse o no. Somos una empresa con buena comunicación entre todos los departamentos», asegura. El modisto trabaja constantemente en tres colecciones a la vez, y la marca se ha adentrado con éxito en el mundo del perfume y las gafas, junto con una línea nupcial de ready-to-wear dirigida a una audiencia más joven y una signifcativa presencia online con una creciente plataforma de e-commerce que incluye Net-a-Porter. «Siempre veo a la mujer de una forma pura, con la suavidad de la feminidad –comenta Saab–. Es muy valiosa para mí. Incluso si el vestido tiene elementos transparentes será de modo sutil y el vestido resultará grácil y suave al mismo tiempo». Cita a Christian Dior yValentino Garavani como los diseñadores que le inspiraron a ser parte de la moda gracias a sus elegantes y femeninos diseños, y a su esposa como su primera musa y constante fuente de inspiración para todas sus colecciones. Desde un punto de vista práctico, la cintura de una mujer es un elemento clave para Saab cuando diseña una colección, pero además es fundamental comprender a la clientela. «Creo que las mujeres tienen que sentirse cómodas con lo que llevan. Las mujeres quieren ir bellas, y ahí radica el éxito de nuestra compañía. Todos nuestros vestidos son vestidos que quieren en sus armarios. Lo más importante para mí y lo que me motiva es ver a mujeres que visten y adoran mis creaciones».
«He tenido éxito y he servido de inspiración para muchos de los que quieren trabajar en este negocio. Por ello construí una escuela de moda»