Virginie continúa el legado
MANUFACTURA Y LOCALIDAD SON TÉRMINOS CLAVE EN EL MÉTIERS D’ART, LA COLECCIÓN ANUAL DE CHANEL QUE HOMENAJEA Y SALVAGUARDA LA ARTESANÍA, Y A LA QUE SU DIRECTORA CREATIVA, VIRGINIE VIARD, NO LE PIERDE EL PULSO.
Cuando en 1985 Chanel, con Karl Lagerfeld a la cabeza, adquirió la compañía joyera especializada en botones Desrues, lo hizo por miedo a que un oficio tan especial como ese (y tan fundamental para la maison) se perdiera con el cambio de los tiempos. Porque la evolución es buena en muchos ámbitos, pero, en otros tantos, como el de la labor artesana, hay cosas que nunca deberían cambiar. Él lo tenía claro: así nació el sueño del Métiers d’Art y el conglomerado Paraffection (literalmente, ‘por amor’), una compañía subsidiaria que suma 12 Maisons d’Art y 26 manufacturas a las que estar bajo el amparo de la casa francesa les ha salvado la vida. Bordadores, fabricantes de plumas, plisadores, zapateros, sombrereros y hasta artesanos de guantes; oficios tradicionales que enriquecen los diseños de la casa que ahora capitanea Virginie Viard, pero con la que no tienen exclusividad: son libres de hacer magia también con los diseños de otros, ampliando su estela. «Es un privilegio poco común poder trabajar así. Ellos me enseñan su savoir-faire y hacen sublimes nuestras creaciones», confiesa Viard sobre los artesanos. Desde este mismo año, además, diez de esos atelieres se juntan en el edificio 19M (19 por ser uno de los números de la suerte de la modista, M por ‘moda’, ‘manufactura’ y ‘manos’) que Chanel ha construido a las afueras de París, un lugar común abierto a la creatividad y en el que mantener su legado más vivo que nunca.
Esta manufactura francesa que tan bien se aseguró Lagerfeld de salvaguardar tiene intrínseco un mensaje sostenible. No tanto de futuro y materiales innovadores, pero sí de pasado y de procesos tradicionales, de confecciones únicas y de carácter local. El Métiers d’Art y, por ende, la artesanía representan la apuesta que el lujo ha hecho siempre a favor del medioambiente, creyendo en el valor incalculable de lo hecho con cariño y sin acelerones. Con esta premisa como base, la casa celebra desde 2002 su desfile Métiers d’Art, un homenaje a la labor de estos talleres en un espectáculo artesano a caballo entre la alta costura y el prêt-à-porter. Y el de este año era especial: teniendo en cuenta que este show se realiza tradicionalmente en distintos puntos del planeta, la imposibilidad de viajar hizo no solo que se tuviera que diseñar en condiciones excepcionales, sino también que su localización fuera, por segundo año consecutivo (el anterior, pre-COVID-19, fue un homenaje al apartamento de ‘Coco’ en París), en Francia. ¿Qué mejor lugar para inspirarse à la Chanel? Viard, apasionada del universo de la maison, encontró el emplazamiento perfecto: el castillo de Chenonceau, también conocido como Château des Dames (el castillo de las damas) por haber sido habitado principalmente por mujeres. Situado en el valle del Loira, dio cobijo a féminas como Diana de Poitiers o Catalina de Médicis, amante y esposa, respectivamente, del rey Enrique II de Francia. La segunda, además, tenía como emblema una doble C entrelazada, como Gabrielle. Qué fantástica coincidencia: «De sus horquillas a sus chimeneas, Catalina de Médicis puso su sello en todo, igual que el monogram de ‘Coco’. ¿Que si se inspiró en ella? ¡Es un misterio! Pero podemos imaginar que quizá sí, pues admiraba mucho a las mujeres del Renacimiento. Me encantan estas conexiones inesperadas», concede Viard.
En pleno año de confinamiento, luchando contra la adversidad, los talleres se pusieron en marcha. Massaro, con quien Gabrielle colaboraba ya en los 50, reinventó el zapato bicolor en una versión fantasía de lentejuelas doradas y grosgrain negro; Atelier Montex plasmó en sus bordados motivos del castillo: sus tapices, su suelo de damero o los jardines que cuidaron de Poitiers y de Médicis; Lesage elaboró los tweeds más exquisitos para abrigos largos y trajes de chaqueta y falda; Desrues se encargó de los famosos botones de la maison y las joyas, y Maison Michel, cómo no, de los sombreros: «Los quería pequeños, como de hadas, pero también otros de estilo ‘Milady’», dice la diseñadora, quien buscaba un choque estético entre estilos en apariencia opuestos. «Los volantes del cuello al estilo gorguera, hechos por Lesage, son muy belle époque. Me encanta mezclar diferentes eras, algo entre el Renacimiento y el Romanticismo; entre el rock y algo muy femenino. Eso es pura esencia Chanel».
“ES UN PRIVILEGIO POCO COMÚN PODER TRABAJAR CON EL MÉTIERS D’ART. ELLOS ME ENSEÑAN SU ‘SAVOIR-FAIRE’ Y HACEN SUBLIMES NUESTRAS CREACIONES”, VIRGINIE VIARD.