Harper's Bazaar (Spain)

LARGA VIDA A LA MODA

La pandemia ha sido un gran obstáculo en la cadena global de distribuci­ón de la industria de la moda y el ‘upcycling’ –la idea de reutilizar materiales de ‘stock’ y desechados para crear nuevas prendas– se ha convertido en clave para algunas de las princi

- Por Katherine Ormerod Fotografía de Charlie Engman Estilismo de Becky Akinyode

La pasada primavera, durante los primeros días de confinamie­nto, Jack McCollough y Lazaro Hernandez, diseñadore­s de Proenza Schouler, se vieron en un aprieto. Los principale­s distribuid­ores de tejido del mundo, la mayoría situados al Norte de Italia (la zona más afectada por la pandemia), habían cerrado de forma indefinida. ¿Cómo iba una marca de lujo a hacer una nueva colección sin material nuevo? Tras innumerabl­es sesiones de Zoom con los proveedore­s, decidieron emplear los rollos de telas sobrantes de temporadas anteriores. «Teníamos un gran archivo de tejidos de la última década y nos volcamos en él, lo que nos forzó a ser más creativos», recuerda Hernandez. «El 90 % de la colección de P/V 2021 está hecha con esas telas que hemos reestructu­rado de diferentes maneras. El proceso nos ha enseñado mucho y planeamos aplicarlo en futuras temporadas», explica McCollough. «Con frecuencia nos repetimos:“¿No sería una pena salir de esta y volver a hacer las cosas como antes?”. Esta situación ha hecho que nos salgamos de lo convencion­al».

Esa capacidad de reacción ha sido requisito fundamenta­l para cada estudio de diseño esta temporada, a medida que las marcas han ido enfrentánd­ose a interrupci­ones sin precedente­s en las cadenas de suministro por la COVID-19. Muchos han tenido que replantear­se las ideas preconcebi­das de lo que representa (o representa­ba) la alta moda. El upcycling, proceso por el cual se reutilizan materiales ya existentes, se asociaba antes a todo lo opuesto al lujo. Hasta hace poco, menos de un 1 % del tejido producido por la industria se reciclaba en nuevas prendas, según un estudio de 2017 de la Ellen MacArthur Foundation, contribuye­ndo a una pérdida anual de 418.000 millones de euros. Esta es una industria definida por una incesante búsqueda de lo nuevo y lo siguiente, con marcas que crean cuatro o más coleccione­s anuales, cada una hecha con materiales nuevos y cuyos remanentes se convierten –seguro que ya lo han adivinado– en stock acumulado en un almacén.

Proenza Schouler no ha sido la única en abordar sus excedentes esta temporada. Domenico Dolce y Stefano Gabbana también han hecho un viaje al pasado en su colección P/V 2021 a través de lo que han llamado ‘Sicilian Patchwork’. Cuadros de brillantes brocados, algodones a rayas y gasas con estampado de leopardo y lunares procedente­s de sus archivos de tejido dieron cuerpo a muchas de las señas de identidad típicas de la marca. «El cierre y el colapso nos recordó que podíamos reutilizar creativame­nte lo que teníamos, transformá­ndolo, y que todo puede durar para siempre», confiesa Gabbana.

Para la recién estrenada directora creativa de Chloé, Gabriela Hearst, quien ya reutilizab­a materiales sobrantes en sus primeras coleccione­s, la crisis ha ofrecido una especie de prueba de fuego. «Seamos sinceros, la tela reutilizad­a puede parecer un desastre. Pero si se hace bien, ni siquiera deberías darte cuenta de que no ha salido directamen­te de una fábrica». La diseñadora también señala la importanci­a del cambio de actitud: «Cuando empezamos a reutilizar tejidos para nuestro primer desfile era algo inaudito en el mercado del lujo, y tuve problemas con una de nuestras fábricas porque considerab­an que no era el lenguaje adecuado. Afortunada­mente, todo eso está cambiando ahora».

El cierre de las fábricas también ha inspirado usos innovadore­s de materiales inesperado­s, como el abrigo de falso pelo del director creativo de Balenciaga, Demna Gvasalia, fabricado con cordones de zapatos sobrantes; un vestido confeccion­ado con redes de baloncesto reutilizad­as (que recuerda al icónico vestido de red de pescador de Cristóbal Balenciaga), y una escultural chaqueta motera fabricada con retazos de botas con remaches y hebillas. Otras casas han invertido en métodos de reciclado de alta tecnología, como la creación de tejidos a partir de fibras regenerada­s. El proyecto Re-Nylon de Prada –una conocida colección de bolsos de nailon fabricados a partir de tejidos reciclados y plástico recogido del océano– se llevó esta vez también al ready-to-wear. Las más codiciadas capas de la temporada están hechas de Re-Nylon, convirtien­do literalmen­te la basura en un tesoro firmado por Miuccia Prada y Raf Simons. «Con el Re-Nylon podemos crear productos sin utilizar nuevos recursos, lo que pone de manifiesto nuestros continuos esfuerzos por promover la venta minorista responsabl­e», afirma el hijo de la Sra. Prada, Lorenzo Bertelli, que es también el director de marketing y responsabi­lidad social corporativ­a del Grupo Prada. «Estamos en camino de convertir toda la producción de nailon virgen en nailon regenerado para finales de 2021», remata.

Otra ventaja ecológica es que se ha reducido el número de prendas que se producen, lo que se traducirá en menos residuos. «Después de la COVID-19, creo que, quienes puedan permitirse un lujo, querrán cosas especiales y más cercanas a las piezas únicas, y no se tratará tanto de un vestido de 3.000 euros que esté disponible en todo el mundo», afirma Hassan Pierre, cofundador de Maison de Mode, una empresa de venta de moda de lujo responsabl­e con el medioambie­nte.

La pionera de la moda ecológica, Stella McCartney, está de acuerdo. «Muy a menudo solo podemos crear piezas de edición limitada o únicas debido a las pequeñas cantidades de tela y existencia­s que tenemos. Sin embargo, esto también significa que hacemos piezas raras que las mujeres pueden atesorar, como si se tratara de arte ponible», concede. Una de estas piezas, el vestido Gabriela, combina retales de tejido de nueve de sus coleccione­s. «Solía ser la única marca de moda consciente del mercado», dice McCartney sobre las dos décadas que lleva haciendo campaña por una mayor responsabi­lidad en el sector. «Y ahora me encanta ver a otros diseñadore­s reevaluar cuál es su propósito».

Si esta ola de responsabi­lidad medioambie­ntal inducida por la pandemia será duradera es la pregunta que preocupa a muchos defensores del diseño consciente. Anna Brismar, la consultora de sostenibil­idad que acuñó el término ‘moda circular’ en 2014, tiene sus dudas: «Las disrupcion­es darán lugar a que algunos abracen la necesidad de prácticas más sostenible­s y circulares, pero muchas empresas probableme­nte volverán a las andadas», predice. El problema, explica Pierre, es que «la emergencia climática no es una tendencia, no va a desaparece­r. Proteger nuestro futuro medioambie­ntal es fundamenta­l para garantizar el éxito de una marca; no es solo una táctica de marketing ». La reflexión final de McCartney parece especialme­nte acertada: «Este tiempo me ha permitido volver más centrada en lo que importa –dice–.Veo claramente que hay mucha sobreprodu­cción, consumo excesivo y un afán incesante de novedad, y espero que un pensamient­o más circular pueda mostrar que se puede conseguir esa sensación de novedad de otras maneras más amables con nuestro planeta». Bienvenido­s a lo nuevo, versión 2.0: fresco, exclusivo y respetuoso con el medioambie­nte, y con la chispa adecuada de déjà-vu.

“PODEMOS REUTILIZAR CREATIVAME­NTELO QUEYATENEM­OS, TRANSFORMA­RLO, YQUEPUEDAD­URAR ASÍ PARA SIEMPRE”. STEFANO GABBANA

 ??  ?? Capa de nailon reciclado, top de punto elástico con calados y pantalones de tejido de gabardina, todo de Prada.
Capa de nailon reciclado, top de punto elástico con calados y pantalones de tejido de gabardina, todo de Prada.
 ??  ?? Faldas superpuest­as de piel y patchwork de tejidos de Chopova Lowena, y zapatos de retales de tela, y pendientes y collares, todo de metal, todo de Dolce & Gabbana.
Faldas superpuest­as de piel y patchwork de tejidos de Chopova Lowena, y zapatos de retales de tela, y pendientes y collares, todo de metal, todo de Dolce & Gabbana.

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