LARGA VIDA A LA MODA
La pandemia ha sido un gran obstáculo en la cadena global de distribución de la industria de la moda y el ‘upcycling’ –la idea de reutilizar materiales de ‘stock’ y desechados para crear nuevas prendas– se ha convertido en clave para algunas de las princi
La pasada primavera, durante los primeros días de confinamiento, Jack McCollough y Lazaro Hernandez, diseñadores de Proenza Schouler, se vieron en un aprieto. Los principales distribuidores de tejido del mundo, la mayoría situados al Norte de Italia (la zona más afectada por la pandemia), habían cerrado de forma indefinida. ¿Cómo iba una marca de lujo a hacer una nueva colección sin material nuevo? Tras innumerables sesiones de Zoom con los proveedores, decidieron emplear los rollos de telas sobrantes de temporadas anteriores. «Teníamos un gran archivo de tejidos de la última década y nos volcamos en él, lo que nos forzó a ser más creativos», recuerda Hernandez. «El 90 % de la colección de P/V 2021 está hecha con esas telas que hemos reestructurado de diferentes maneras. El proceso nos ha enseñado mucho y planeamos aplicarlo en futuras temporadas», explica McCollough. «Con frecuencia nos repetimos:“¿No sería una pena salir de esta y volver a hacer las cosas como antes?”. Esta situación ha hecho que nos salgamos de lo convencional».
Esa capacidad de reacción ha sido requisito fundamental para cada estudio de diseño esta temporada, a medida que las marcas han ido enfrentándose a interrupciones sin precedentes en las cadenas de suministro por la COVID-19. Muchos han tenido que replantearse las ideas preconcebidas de lo que representa (o representaba) la alta moda. El upcycling, proceso por el cual se reutilizan materiales ya existentes, se asociaba antes a todo lo opuesto al lujo. Hasta hace poco, menos de un 1 % del tejido producido por la industria se reciclaba en nuevas prendas, según un estudio de 2017 de la Ellen MacArthur Foundation, contribuyendo a una pérdida anual de 418.000 millones de euros. Esta es una industria definida por una incesante búsqueda de lo nuevo y lo siguiente, con marcas que crean cuatro o más colecciones anuales, cada una hecha con materiales nuevos y cuyos remanentes se convierten –seguro que ya lo han adivinado– en stock acumulado en un almacén.
Proenza Schouler no ha sido la única en abordar sus excedentes esta temporada. Domenico Dolce y Stefano Gabbana también han hecho un viaje al pasado en su colección P/V 2021 a través de lo que han llamado ‘Sicilian Patchwork’. Cuadros de brillantes brocados, algodones a rayas y gasas con estampado de leopardo y lunares procedentes de sus archivos de tejido dieron cuerpo a muchas de las señas de identidad típicas de la marca. «El cierre y el colapso nos recordó que podíamos reutilizar creativamente lo que teníamos, transformándolo, y que todo puede durar para siempre», confiesa Gabbana.
Para la recién estrenada directora creativa de Chloé, Gabriela Hearst, quien ya reutilizaba materiales sobrantes en sus primeras colecciones, la crisis ha ofrecido una especie de prueba de fuego. «Seamos sinceros, la tela reutilizada puede parecer un desastre. Pero si se hace bien, ni siquiera deberías darte cuenta de que no ha salido directamente de una fábrica». La diseñadora también señala la importancia del cambio de actitud: «Cuando empezamos a reutilizar tejidos para nuestro primer desfile era algo inaudito en el mercado del lujo, y tuve problemas con una de nuestras fábricas porque consideraban que no era el lenguaje adecuado. Afortunadamente, todo eso está cambiando ahora».
El cierre de las fábricas también ha inspirado usos innovadores de materiales inesperados, como el abrigo de falso pelo del director creativo de Balenciaga, Demna Gvasalia, fabricado con cordones de zapatos sobrantes; un vestido confeccionado con redes de baloncesto reutilizadas (que recuerda al icónico vestido de red de pescador de Cristóbal Balenciaga), y una escultural chaqueta motera fabricada con retazos de botas con remaches y hebillas. Otras casas han invertido en métodos de reciclado de alta tecnología, como la creación de tejidos a partir de fibras regeneradas. El proyecto Re-Nylon de Prada –una conocida colección de bolsos de nailon fabricados a partir de tejidos reciclados y plástico recogido del océano– se llevó esta vez también al ready-to-wear. Las más codiciadas capas de la temporada están hechas de Re-Nylon, convirtiendo literalmente la basura en un tesoro firmado por Miuccia Prada y Raf Simons. «Con el Re-Nylon podemos crear productos sin utilizar nuevos recursos, lo que pone de manifiesto nuestros continuos esfuerzos por promover la venta minorista responsable», afirma el hijo de la Sra. Prada, Lorenzo Bertelli, que es también el director de marketing y responsabilidad social corporativa del Grupo Prada. «Estamos en camino de convertir toda la producción de nailon virgen en nailon regenerado para finales de 2021», remata.
Otra ventaja ecológica es que se ha reducido el número de prendas que se producen, lo que se traducirá en menos residuos. «Después de la COVID-19, creo que, quienes puedan permitirse un lujo, querrán cosas especiales y más cercanas a las piezas únicas, y no se tratará tanto de un vestido de 3.000 euros que esté disponible en todo el mundo», afirma Hassan Pierre, cofundador de Maison de Mode, una empresa de venta de moda de lujo responsable con el medioambiente.
La pionera de la moda ecológica, Stella McCartney, está de acuerdo. «Muy a menudo solo podemos crear piezas de edición limitada o únicas debido a las pequeñas cantidades de tela y existencias que tenemos. Sin embargo, esto también significa que hacemos piezas raras que las mujeres pueden atesorar, como si se tratara de arte ponible», concede. Una de estas piezas, el vestido Gabriela, combina retales de tejido de nueve de sus colecciones. «Solía ser la única marca de moda consciente del mercado», dice McCartney sobre las dos décadas que lleva haciendo campaña por una mayor responsabilidad en el sector. «Y ahora me encanta ver a otros diseñadores reevaluar cuál es su propósito».
Si esta ola de responsabilidad medioambiental inducida por la pandemia será duradera es la pregunta que preocupa a muchos defensores del diseño consciente. Anna Brismar, la consultora de sostenibilidad que acuñó el término ‘moda circular’ en 2014, tiene sus dudas: «Las disrupciones darán lugar a que algunos abracen la necesidad de prácticas más sostenibles y circulares, pero muchas empresas probablemente volverán a las andadas», predice. El problema, explica Pierre, es que «la emergencia climática no es una tendencia, no va a desaparecer. Proteger nuestro futuro medioambiental es fundamental para garantizar el éxito de una marca; no es solo una táctica de marketing ». La reflexión final de McCartney parece especialmente acertada: «Este tiempo me ha permitido volver más centrada en lo que importa –dice–.Veo claramente que hay mucha sobreproducción, consumo excesivo y un afán incesante de novedad, y espero que un pensamiento más circular pueda mostrar que se puede conseguir esa sensación de novedad de otras maneras más amables con nuestro planeta». Bienvenidos a lo nuevo, versión 2.0: fresco, exclusivo y respetuoso con el medioambiente, y con la chispa adecuada de déjà-vu.
“PODEMOS REUTILIZAR CREATIVAMENTELO QUEYATENEMOS, TRANSFORMARLO, YQUEPUEDADURAR ASÍ PARA SIEMPRE”. STEFANO GABBANA