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DORMIR EN LA LADERA DE PHUKET, ENVOLVERSE ENTRE EUCALIPTOS Y GORILAS RUANDESES O DESCANSAR EN UNO DE LOS ‘RESORTS’ A MAYOR ALTURA DEL MUNDO, EN LAS MONTAÑAS VERDES DE OMÁN. EL PARAÍSO ESTÁ BIEN ALTO.

El Kasbah Bab Ourika es un hotel de ensueño y extraordinaria belleza, asentado en un saliente rocoso al pie de las montañas del Atlas. Una sensación de tranquilidad desciende sobre ti al entrar en los muros de este fortificado castillo marroquí, que parece surgir directamente de la roca sobre la que se sitúa. Sus terrenos son una visión del paraíso: fragantes caminos te guían a través de un parterre hasta un bosque de limoneros; frondas de mimosa cuelgan sobre una soleada piscina; la claridad de la luz de la montaña lo ilumina todo, suavizada por la pureza del aire. Unos huertos orgánicos se extienden desde el sur de la propiedad, aportando los ingredientes para el justamente celebrado restaurante del hotel. La comida es sencilla y memorable, una mezcla de sabores bereberes locales y el aprendizaje francés del chef. Si paseas más allá de los riachuelos y los arroyos llegarás a la villa privada, lejos del resto del hotel. Donde quiera que te encuentres en este verde santuario serás consciente de los límites del horizonte por un lado, donde las montañas se alzan con nevados picos, y la amplitud por el otro, donde las planicies se extienden hacia Marrakech. Es constante el sonido del agua –proveniente de los arroyos que cruzan el jardín, la piscina o el río de aguas del deshielo más abajo– y el canto de los pájaros, de los cucos, las oropéndolas y los ruiseñores en los árboles del valle. Y aun así, es un lugar de silencio, de paz y dicha, que repara el alma. Así ocurre con el Kasbah Bab Ourika, un celestial y montañoso hogar lejos del hogar (kasbahbabourika.com).