Harper's Bazaar (Spain)

Para la ETERNIDAD

La leyenda olfativa más famosa de la historia cumple un siglo de vida y la ‘maison’ Chanel lo celebra convirtien­do el mítico Nº5 en la inspiració­n para su última colección de alta joyería. Así brilla el elixir de ‘Coco’.

- Por CELIA CUERVO

Era 1937 cuando Gabrielle

Chanel lanzaba la primera campaña fotograf iada de su primer perfume, el Nº 5. En la imagen, aparecía ella misma ataviada con un vestido de noche de tul y apoyada sobre la imponente chimenea que coronaba su habitación en el Hotel Ritz de París, donde vivía. Clic. Y el instante pasó a la historia: la primera couturière­e en crear su propia fragancia posaba encarnando fielmente a la mujer a la que se dirigía. Una mujer como ella. Y, siguiendo con las primeras veces, esa primera imagen de este célebre perfume se publicó, por primera vez, en las páginas de Harper’s Bazaar. El icono estaba servido. Su historia se remonta al verano de 1920 cuando, en una escapada a la Costa Azul junto a su amante el gran duque Dimitri Pavlovich, ‘Coco’ conoció entre sus amistades a Ernest Beaux, el perfumista de los zares, la nariz más refinada del momento en Francia. Chanel ya era reconocida en el país por sus diseños, que se vendían en sus boutiques de París, Deauville y Biarritz, y le planteó a Beaux el gran reto de dar vida a su debut en fragancias. Buscaba, en sus propias palabras, «el perfume de una mujer con la esencia de una mujer». ‘Ambición’ podría haber sido su apellido. Así, el experto buscó hasta en la Antártida los ingredient­es de un producto que pudiera estar a la altura de las exigencias de la mujer del momento. Finalmente, reunió un bouquet de hasta 80 aromas diferentes con el que creó diez prototipos

para presentar a Gabrielle. La modista eligió el quinto, quizá porque realmente fue el que más le gustó, quizá porque este era su número de la suerte desde pequeña (y su superstici­ón, dicen, no tenía límites). No se sabe. Pero lo mantuvo, incluso, como protagonis­ta del título minimalist­a de su fragancia en contraste con los nombres de la época, que sonaban rimbombant­es a su lado. Chanel Nº 5. No le hizo falta más para triunfar. El perfume se lanzó al mercado en 1921 con una composició­n que aún hoy se mantiene como el secreto mejor guardado de la maison. Se saben ciertas notas como la del jazmín, el ylang ylang o la rosa de mayo, pero ninguna de ellas se percibe al olfato. También Beaux introdujo –de nuevo, por primera vez– los aldehídos para aportar esa intensidad y ese olor a limpio y pulcro que tanto obsesionab­a a Gabrielle desde su infancia en el orfanato de Aubezine. Ingredient­es naturales y químicos en una combinació­n perfecta cuyo misterio ha hecho de este perfume toda una leyenda. Y su bote, claro: minimalist­a, inspirado en los frascos de laboratori­o, chocaba con los rebuscados contenedor­es de otros perfumes de los locos años veinte. Pero Gabrielle lo quiso como quería su armario: sencillo, fácil, práctico; y envolvió ese aroma mágico en un frasco de cristal rectangula­r con las esquinas biseladas, con una simple etiqueta blanca y con un tapón con la misma forma de octágono que la Place Vendôme parisina que veía desde su suite.

Su lanzamient­o fue todo un éxito y se ganó una fama que aún perdura: tras la liberación de París en la II Guerra Mudial, los soldados americanos hicieron largas colas para llevar a sus mujeres el perfume del que todos hablaban en la capital francesa a modo de souvenir; en los cincuenta, Marilyn Monroe dijo de forma espontánea en una entrevista grabada que aún hoy se conserva que solo dormía con unas gotitas de Chanel Nº 5. Ni un pijama, siquiera. Solo la creación de ‘Coco’ y Beaux; a f inales de esa misma década, su bote se expuso en el museo MoMA de Nueva York y, en los ochenta, el mismísimo Andy Warhol lo inmortaliz­ó en una de sus famosas serigrafía­s. El perfume se convirtió en un objeto de deseo como lo eran, y lo son, sus bolsos o chaquetas de tweed. Caló en el imaginario de la sociedad global y hoy, cien años después, sigue siendo relevante.

Por eso la maison dedica su nueva colección de alta joyería a los encantos del Nº 5. Una brillante propuesta en la que se homenajean los cinco (claro, cómo no) aspectos más importante­s del perfume: su tapón, su

“CONCEBÍ ESTA COLECCIÓN COMOUNAEXP­ERIENCIA INMERSIVA, UN VIAJE A LO QUECONSTIT­UYEELALMAY LOSSECRETO­SDELPERFUM­E Nº 5”, PATRICE LEGUÉREAU.

botella, el número, las flores que lo componen y la estela que deja su aroma (lo que en francés llaman sillage). Patrice Leguéreau, director del estudio de creación de alta joyería de Chanel, habla de esta como la colección más personal que ha hecho hasta la fecha para la casa: «No quería que fuera solamente un tributo. Concebí esta colección como una experienci­a inmersiva, un viaje a lo que constituye el alma y los secretos del perfume Nº 5», cuenta a Harper’s Bazaar. Así que se fue a Grasse, cuna de los mejores perfumes del mundo, y junto al alquimista de la maison, Olivier Polge, descubrió los entresijos de esta joya líquida. «Me pregunté mil y una veces cómo podía trasladar la magia y el misterio del Nº 5 a la joyería. Queríamos expresar su fluidez en metal y piedras, y la única forma era hacerlo así: transforma­ndo el icono de la perfumería en un icono de la joyería», matiza.

Que el perfume y las joyas tienen más que ver de lo que a priori imaginamos, lo tenía claro: «Ambos están en contacto directo con la piel de la mujer –explica–. Pero, más allá de eso, estos dos universos encarnan los valores de excelencia y audacia de Chanel». Leguéreau afirma rotundamen­te que «el bote del Nº 5 es al perfume lo que el diamante a la alta joyería»; por eso, su silueta es el centro de la pieza más importante de la colección, el collar 55.55, una pieza única donde destaca un diamante de 55,55 quilates con la misma forma octogonal del tapón del Nº 5. «¡Fue toda una hazaña!», remata el experto. Este tesoro corona así una colección de nada menos que 123 piezas, tan amplia «gracias a la riqueza de este perfume y de sus múltiples aspectos. El oro, las piedras y nuestro incomparab­le savoir-faire se han puesto al servicio absoluto de la creación y del Nº 5», apostilla. Gabrielle Chanel dijo en una ocasión: «No hay elegancia posible sin perfume. Es el accesorio perfecto que no se ve, que no se olvida; el más importante». Pero poco sabía entonces que algún día esa fragancia con la que soñaba tomaría forma, en efecto, del complement­o más preciado.

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 ??  ?? Arriba, campaña de Chanel Nº 5 protagoniz­ada por Gabrielle Chanel en las páginas de HARPER’S BAZAAR; abajo, ilustració­n de Patrice Leguéreau, y Carole Bouquet en una campaña de la fragancia.
Las joyas, de izda. a dcha.: brazalete Nº 5 Sparkling Silhouette de oro rosa y platino con diamantes; broche Nº 5 Signature Bottle de oro blanco y amarillo con zafiros y diamantes; anillo Ylang Ylang de oro amarillo con diamantes, zafiros y cristal, y pendientes Nº 5 Drop de oro amarillo con diamantes y berilio, todo de CHANEL HAUTE JOAILLERIE.
Arriba, campaña de Chanel Nº 5 protagoniz­ada por Gabrielle Chanel en las páginas de HARPER’S BAZAAR; abajo, ilustració­n de Patrice Leguéreau, y Carole Bouquet en una campaña de la fragancia. Las joyas, de izda. a dcha.: brazalete Nº 5 Sparkling Silhouette de oro rosa y platino con diamantes; broche Nº 5 Signature Bottle de oro blanco y amarillo con zafiros y diamantes; anillo Ylang Ylang de oro amarillo con diamantes, zafiros y cristal, y pendientes Nº 5 Drop de oro amarillo con diamantes y berilio, todo de CHANEL HAUTE JOAILLERIE.

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