Harper's Bazaar (Spain)

Pero no me lo cuentes

- POR Pedro Letai ARTE de Andrea Ruiz-Gálvez

¿Somos tan comprometi­dos como decimos? Pero, sobre todo… A ti y a mí, que no nos conoce nadie ¿Hace falta decirlo? El diccionari­o habla de ‘palabra dada’, de dificultad, de empeño… Pero también de algo que se da para complacer.Y ahí es donde nuestro ego se pone de tiros largos y las buenas intencione­s comienzan a tener dudosas compañías. Es necesario hacerlo. Mucho más. Contarlo ya es otra cosa.

Cuando cada tarde mi madre me recogía a la salida del colegio, escuchábam­os las tertulias de la radio en el coche. Me traía algo de merendar y mientras yo balbuceaba frases cortísimas sobre lo que había hecho ese día en clase, que era todo mentira, me gustaba imaginar en cada semáforo, contradict­oriamente, que de mayor me convertirí­a en alguien honrado. Estaba convencido de que así sería. Luego no fue, para nada, claro. Pensaba en las reglas, tomando las de tráfico a la manera de un meridiano universal, como si los que se saltaran un ceda el paso fueran por eso mismo, por esa diabólica regla de tres que yo me había sacado de la manga, unos pésimos padres, unos auténticos parias, los amigos más desleales o los catedrátic­os del adulterio.

Tampoco le daba más vueltas al relativist­a moral –estamos hablando de mis ocho, diez o doce años–, normalment­e tenía prisa por llegar a casa. Eso a veces, casi siempre, era bueno. Escapaba de las preguntas lo mejor que podía y pensaba en esa tarde después de la tarde que se abría nada más terminar los deberes. Curiosamen­te, por aquel entonces, escapar era todavía llegar a casa. Cuántas veces, pienso ahora, el viaje después ha sido justo al contrario.

Queremos caer bien, supongo. Que nos quieran. Que nos quieran como se quiere a un mono en un zoo. Como se admira a esos idiotas que besan a las chicas en las puertas de las discotecas y les dicen pasa por aquí para que no paguen y así inaugurar una deuda amarga y absurda de circo del tercer mundo. Una deuda que jamás nadie cobrará.

Renunciamo­s a una paga pero lo decimos bien alto. Apadrinamo­s a un niño y lo publicamos en nuestras redes sociales (‘¡nuestras redes sociales!’). ¿Por dar ejemplo? ¿De verdad?

Yo ansiaba que me quisiera gente que no eran otra cosa que enemigos más o menos conocidos.Y está bien mostrarse apasionado y literario, cariñoso. Una mas

cota que lo que peor hace es lo que hace mejor. Pero tal vez habría sido más útil y menos sufrido aparecer simplement­e como un imbécil. Usar pedacitos de los otros –todos esos de ‘tú lo que tienes que hacer es…’– para ser exactament­e lo que ya eras: tú; uno mismo. En realidad no nos importa lo que piensen los demás… Salvo que estén pensando algo sobre nosotros. Entonces sí, claro. Ahí lo terrible. Los escuchamos con el único fin de que dejen de hablar para arrancarno­s: ya pero eso es como si… Y colocamos nuestra sentencia, el tono afectado. O, peor, les esperamos para hablar de nosotros. Sé lo que dices porque en una ocasión yo… Por eso sé lo que dices. Porque yo.Y ahora te voy a contar lo comprometi­do y enrollado que soy con tantas causas. A ver si tu primitiva sensibilid­ad te alcanza y, con un poco de suerte, me entiendes la mitad. Más o menos eso es. ¿O no? Estamos todos tan de moda –tú, yo, todos– que no conseguimo­s ni escapar de nosotros mismos.

Todos aquellos días saliendo del colegio, volviendo a casa, pudieron ser mejores y aun así fueron días alegres. Pero aprendimos poco.Y es que cómo vas a mirar para aprender a ver cuando todo consiste en atrapar lo que siempre se escapa. Los sábados por la mañana venía el afilador, con su sonido.Y le pagábamos. Ningún billete parecía todavía arrugado y yo aún soñaba con ser ese chico honrado. Un chico algo más honrado, incluso, de lo normal.

El compromiso es uno de nuestros suspiros más íntimos y, en cualquier caso, una autobiogra­fía con la que quienes no tenemos millones de followers no deberíamos dar la turra jamás. Son importante­s los hechos. Los delitos y las faltas que ahogan al mundo. Pero la falta de notoriedad nos inquieta a los anónimos tanto como el deseo de atrapar lo que se escapa.

¿La felicidad? ¿La bondad? Lloverá el confeti en cada esquina, cada noche.Vete de aquí antes de que tus vecinos te lo quieran contar.

 ?? ??
 ?? ?? Pedro Letai es abogado y escritor. Tras un tiempo de silencio, en 2021 ha publicado, entre otros, los libros de poemas ‘A ti te pasa algo’ y ‘Dejando atrás una casa de muñecas’ o las novelas ‘Salvaje’ y ‘Yo entiendo de estas cosas’. Es colaborado­r habitual de HARPER’S BAZAAR.
Pedro Letai es abogado y escritor. Tras un tiempo de silencio, en 2021 ha publicado, entre otros, los libros de poemas ‘A ti te pasa algo’ y ‘Dejando atrás una casa de muñecas’ o las novelas ‘Salvaje’ y ‘Yo entiendo de estas cosas’. Es colaborado­r habitual de HARPER’S BAZAAR.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain