Y casi sin darnos cuenta,
a las calles vuelven riadas de luces colgantes, los escaparates se inundan de espectaculares ánimos por brillar, y entre las estanterías de los mercados se prepara el hueco privilegiado para una dosis extra de azúcares en forma de turrón o Panettone que nos recuerdan, un año más, la inminente llegada del mes de los eternos fastos, las fechas señaladas y las buenas intenciones.
Vuelven los puentes, las noches de estrellas y alegría, los villancicos y el regreso a lo que fuimos convertido en melancolía.
Vuelven las mesas repletas de trivialidades que se tornan fundamentales, las miradas empañadas a esas sillas vacías que te pellizcan el alma y el propósito de quererse cada vez más, a ritmo de Mariah Carey o George Michael, qué más da. Lo importante es volver, y poder celebrarlo.
Y es que, querido diciembre, llevo un año anhelándote. Qué ganas de vivirte. No te voy a decepcionar.
Un brindis por la vida y, por qué no, por este apasionante diciembre que, seguro, algo bueno nos dejará.
. Palabra de BAZAAR