Bares y comercios, entre la «libertad» y el plus de seguridad para el cliente
ZARAGOZA. La mayoría de cafés, bares, tiendas y restaurantes han dado libertad a sus trabajadores a la hora de decidir si llevan o no mascarilla en interiores. Para muchos, según explica Miguel Ángel Salinas, vicepresidente de la Asociación de Discotecas y Salas de Fiesta de Zaragoza y gerente del Grupo Canterbury, ha sido «una liberación», aunque no todos se han desprendido de esta medida de protección. «Los empleados jóvenes son los que más prescinden de ella. Los más veteranos, en cambio, la aguantan más», dice.
Salinas hubiera preferido que el Real Decreto del Gobierno central hubiera sido «más claro», ya que, a su juicio, la mascarilla es «un plus de seguridad más de cara al cliente». «Nosotros recomendamos a nuestros trabajadores que siguieran llevándola. Hicimos incluso una consulta a Prevención, pero no les podemos obligar», indica.
Los clientes, por su parte, «sí se la quitan más». «Especialmente la gente joven. Los mayores de 60 años suelen tener más cuidado y se la ponen entre plato y plato, aunque últimamente hay una sensación de mayor relajación», apunta Salinas. La medida ha hecho, también, que discotecas y pubs estén «funcionando mejor», ya que «da una mayor sensación de libertad y alegría», un elemento clave para estos negocios.
En el pequeño comercio, la mayor parte de los dependientes han optado por seguir llevándola «por atención o respeto a los clientes», según apunta Antonio Tornos, presidente de la Federación de Empresarios de Comercio y Servicios de Zaragoza y Provincia.
En su empresa, por ejemplo, han decidido continuar usándola. «Al cliente no se le exige nada, pero seguimos teniendo gel hidroalcohólico y mascarillas a su disposición», añade. Para estos establecimientos, el fin de esta restricción también ha supuesto un alivio en las ventas, ya que, según Tornos, ha permitido recuperar la sensación de normalidad.