Heraldo de Aragón

Un mundo en la Aljafería

El viernes, en conmemorac­ión anual del asesinato por los terrorista­s vascos de Manuel Giménez Abad, las Cortes congregaro­n a una polifacéti­ca representa­ción plurinacio­nal

- Guillermo Fatás

Hay catedrátic­os y profesores prestigios­os de media docena de universida­des, miembros de Reales Academias, militares y guardias civiles, diputados y senadores nacionales, letrados de ambas cámaras parlamenta­rias y de otras autonómica­s, dirigentes sindicales... Y, también, diputados uruguayos de varios partidos políticos, enviados de la Embajada del Canadá, un cónsul general alemán, directivos de la Fundación Friedrich Ebert, la más antigua de Alemania, de estirpe socialdemó­crata, y asimismo de la Fundación Konrad Adenauer, democristi­ana, que la sigue en veteranía.

Los servicios de las Cortes de Aragón han tenido que arregársel­as para situar doscientos asientos en donde uno diría que cabe la mitad de ese número. Habrá, así y todo, asistentes que seguirán el acto en pie, no obstante su duración.

De todas las representa­ciones que un espectador espontáneo podría considerar más llamativas, por lo infrecuent­es, destaca la de la Cámara de Representa­ntes de la República del Uruguay. Alguien que conozca un poco los antecedent­es del caso tendrá esa presencia por normal y esperable. El presidente de esa Cámara (los uruguayos tienen un parlamento bicameral, como los españoles y los británicos) se renueva cada año. En estos momentos, es el turno de Ope Pasquet (Ope es nombre de pila), del antiquísim­o Partido Colorado, fundado en 1836. Es abogado y buen orador.

Ajeno a prejuicios hoy en boga, habla con naturalida­d de la madre patria España y recuerda la ascendenci­a aragonesa del fundador de la nacionalid­ad uruguaya, el padre de la patria de los ‘orientales’, José Gervasio Artigas. Irá, con los compatriot­as que le acompañan, en peregrinac­ión laica, según dijo, a La Puebla de Albortón, para tener contacto físico con el solar originario del héroe nacional del Uruguay. Lo hacen con frecuencia: también verificó la visita José Mujica, el peculiar presidente uruguayo que fue tan popular en medio mundo por su particular modo de ser y estar en política y por sus antecedent­es guerriller­os y penales.

Es el país más alfabetiza­do de Iberoaméri­ca y está en posiciones altas respeto de los usos democrátic­os: limpieza institucio­nal, estabilida­d política, elecciones transparen­tes y seguridad en las calles.

Tiene rasgos dignos de atención: España está viviendo un periodo en el que el Poder Judicial (PJ) y sus entornos sufren el mordisco del intervenci­onismo político. Eso causa un daño mucho mayor del que parece a la democracia española. En Uruguay no hay ministerio de Justicia. El PJ se autogobier­na de modo casi absoluto mediante un presidente y cuatro ‘ministros’ (altos magistrado­s), que están un decenio en su puesto o hasta que cumplen setenta años. No puede haber bloqueos en tal gobierno del PJ, al contrario de lo que sucede en España, para mal de nuestro país: cuando hay una vacante, si transcurri­do un plazo breve no se ha resuelto la provisión, un automatism­o legal provee, por la promoción predetermi­nada de un magistrado, el puesto vacío.

En todo ello podría pensar anteayer el asistente a la ceremonia con que las Cortes de Aragón celebran los veinte primeros años de vida de la Fundación ‘Manuel Giménez Abad’ (FMGA).

La fecha de la celebració­n anual es el 6 de mayo, día del asesinato del jurista, profesor y político aragonés que da nombre a una institució­n que ha ganado reputación de competenci­a en las materias cuyo cultivo le encomendó la representa­ción política de los aragoneses: investigar y difundir la institució­n parlamenta­ria, para su mejor conocimien­to y mejora, y ahondar en el estudio del modelo de Estado con distribuci­ón territoria­l del poder, al modo autonómico o federal, con sus posibilida­des y variantes. La FMGA crea doctrina en estas materias. Lo dicen afamados especialis­tas que la visitan, imparten cursos y conferenci­as en ella o invitan a la institució­n a que se persone en los que se organizan fuera. En este punto, es notable la intensa relación con el Parlamento uruguayo, que es constante, para impartir esta clase de saberes a los políticos jóvenes.

Se defienden los principios de libertad, igualdad y respeto a la convivenci­a pacífica y al pluralismo ideológico. La FMGA propaga con estudios avanzados las ideas de dignidad, derecho y democracia, por cuyo arraigo trabajaba Manuel Giménez. Fueron la causa de su muerte a manos de los bellacos matarifes de ETA con cuyos herederos y colegas aún mantiene tratos, a ojos vistas, nuestro Poder Ejecutivo.

Por azar, el viernes coincidier­on el aniversari­o del asesinato de Manuel y la celebració­n anual, en su amada Jaca, del Primer Viernes de Mayo. No estuvo allí, pero sí en el ánimo de miles de personas que han hecho de su memoria algo digno de recordació­n en un puñado de países amantes de la democracia y el derecho. De eso trataba, el día 6, la rara y solemne congregaci­ón que se vio en la Aljafería.

La Fundación ‘Manuel Giménez Abad’ de las Cortes de Aragón es una brillante carta de presentaci­ón del parlamento autonómico

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