Lo normal era esto
Ah, la normalidad. Olvidada por la Historia, postergada por los poetas y sobre todo infausta para las audiencias mediáticas y las redes sociales que son las que dictan el nuevo canon. El anhelo de normalidad, sin embargo, resurge en tiempos inciertos como estos, aunque habría que saber cuánto tardarían en aborrecerla muchos de quienes ahora la echan de menos. Al igual que el hombre que cruza el río de Heráclito, la normalidad es un retorno imposible, una inercia quimérica o, más prosaicamente, la zanahoria inalcanzable que consigue que el jamelgo continúe trotando.
La cúspide perversa de la normalidad está en la normalización, que surge de la costumbre o del interés. A la normalización de la covid, en la que parece que han pesado más la economía y las amenazas para la salud psicológica que las cifras de la propia pandemia, se le ha dado el nombre de ‘gripalización’, algo que por cierto incomoda mucho a algunos expertos. Nombrar mal las cosas es, como dijo Camus, contribuir a la desgracia del mundo pero como quiera que las desgracias también tienen grados, en comparación con la covid la gripe se nos antoja ahora como un leve y añorado contratiempo.
La normalización tiene riesgos porque puede maquillar aberraciones en aras de la conveniencia más o menos particular. En política, la flagrante normalización de EH Bildu a la que asistimos también posee un término propio, el sanchismo, que la explica meridianamente a quien quiera entenderla y cuyo único fundamento estriba en la aritmética del poder. A nadie se le escapa que la generosidad de la democracia puede llegar a admitir a un partido que no condena el terrorismo y busca la destrucción del Estado pero su condición de socios indispensables de Gobierno marca una diferencia que el presidente Sánchez ha preferido obviar. Esta normalización, que se acompaña de dádivas y gestos desde algunas de nuestras instituciones, es parte principal de la desgracia actual de España.
Si alguna vez llegó a existir la normalidad, hoy se ha convertido en una paradójica sucesión de anomalías. La acumulación de lo excepcional frente a lo normal, la realidad abrumadora frente al ideal: tal vez el más viejo combate que ha conocido el mundo.