Finaliza la evacuación de mujeres y niños de Mariúpol
● El Gobierno de Kiev teme ahora por la vida de los soldados y los heridos que, sin medicamentos, siguen atrapados bajo el cerco ruso en Azovstal
MADRID. El drama del asedio a la factoría Azovstal de Mariúpol terminó ayer para las mujeres, niños y ancianos que permanecían refugiados en sus galerías desde hace semanas. La viceprimera ministra ucraniana, Iryna Vereshchuk, anunció en Telegram que «esta parte de la operación humanitaria se ha completado», después de que los convoyes pudieran evacuar a medio centenar de personas desde la tarde del viernes. La salida de los civiles tuvo un coste humano: tres soldados murieron a causa de un ataque con misiles contra algunos de los vehículos. Según Kiev, las tropas rusas han incumplido sistemáticamente la tregua de dos días acordada el jueves.
La incertidumbre se traslada ahora a los combatientes que todavía resisten en el laberinto de naves y túneles del complejo metalúrgico, que sigue bajo una lluvia de bombas lanzadas desde el aire y los tanques. Durante la evacuación de los civiles, varios miembros del Batallón Azov salieron al exterior provistos de banderas blancas, lo que alimentó el posible rumor de una rendición. Esta posibilidad fue descartada más tarde por fuentes oficiales del Ejército, según las cuales, los defensores prosiguen un encarnizado combate con las unidades rusas. De hecho, el Gobierno pidió la intervención de la diplomacia internacional para salvar la vida de estos soldados y evitar que la conquista de Azovstal acabe en una sangría.
La resistencia en la acería se ha convertido en el símbolo de la resistencia de todo un país. Con la ciudad de Mariúpol conquistada casi al completo tras un largo asedio iniciado a finales de febrero, prácticamente al comienzo de la invasión, centenares de militares y civiles se refugiaron dentro de la factoría, en uno de los dramas humanitarios más crueles de esta guerra junto con la matanza de Bucha. Al menos, de lo que se conoce hasta ahora de ella.
Sin comida, agua ni electricidad, a principios de este mes la ONU, Cruz Roja y el Gobierno iniciaron una ardua operación de rescate de los últimos 500 civiles que quedaban en las instalaciones. Después de tres fases y continuas interrupciones de los corredores humanitarios por los bombardeos rusos, el traslado de los refugiados más vulnerables terminó ayer, aunque la tragedia continúa. El Ejército teme ahora por la situación de decenas de heridos atrapados en Azovstal sin ningún tipo de medicamentos, convencido de que el Kremlin aprovecha esta agonía para presionar a los soldados y conseguir su rendición.
Misiles sobre Odesa
Además de persistir en el cerco a la fábrica, los rusos siguieron ayer arañando algunos avances en el sur y el este de Ucrania. Eso sí, sin el menor atisbo de la gran ofensiva que Kiev y Occidente pronosticaban para lograr unas conquistas con las que festejar mañana el Día de la Victoria en Rusia. Mientras en Moscú se celebraba ayer el ensayo del desfile del 9 de mayo y se especulaba con que el presidente Vladímir Putin realice algún anunció de relevancia en relación a la guerra, sus efectivos arrojaron media docena de misiles sobre el puerto de Odesa e intesificaron los ataques en el Donbás.
El alto mando ucraniano reconoció que los invasores sumaron algunos objetivos en su destrucción sistemática de centros logísticos –la artillería acabó con un almacén de armas suministradas por los países occidentales– y volaron tres puentes al noreste de Kharkiv. Las fuerzas ucranianas hundieron con drones una lancha anfibia de desembarco cerca de la isla de las Serpientes, donde el viernes inutilizó también una fragata rusa.