Heraldo de Aragón

El Sinn Féin gana unas elecciones históricas, pero no gobernará en Irlanda del Norte

● Confirma su eficacia, aunque el unionismo impulsa un boicot para forzar cambios en las fronteras con Gran Bretaña

- ÍÑIGO GURRUCHAGA

LONDRES. El Sinn Féin, asociado históricam­ente al grupo terrorista IRA, es el partido más votado en las elecciones para la Asamblea de Belfast, donde tendrá el mayor número de diputados, 27, a la espera de los resultados en dos circunscri­pciones. Los republican­os logran su máximo histórico de votos, 250.338, con un leve aumento porcentual, y el derecho a nominar a Michelle O’Neill como la ministra principal.

Nunca desde el Acuerdo de Viernes Santo de 1998 ha ocupado esa posición un político nacionalis­ta y de cultura católica. Desde su creación en 1921 como nación británica desgajada de Irlanda del sur hasta 1972, cuando el Gobierno autonómico fue disuelto por su incapacida­d de mantener el orden público y la provincia pasó a ser gobernada desde Londres, todos los primeros ministros fueron unionistas protestant­es.

El acuerdo de paz, respaldado en referendos en el norte y en el sur de Irlanda, estableció un Ejecutivo autonómico compartido por unionistas y nacionalis­tas. El ministro principal y el viceminist­ro principal, designado por la segunda fuerza, tienen el mismo rango y toman sus decisiones por consenso. El Partido Democrátic­o Unionista (DUP) pierde por primera vez el liderazgo simbólico desde 2007, y será segundo, con 24 escaños.

El resultado de los comicios tiene también rasgos simbólicos, porque el líder del DUP, sir Jeffrey Donaldson, no tiene intención de postularse como viceminist­ro principal y esa decisión anularía la estructura de dos líderes representa­ndo a sendas comunidade­s. Dejaría a la Asamblea autonómica y a su Ejecutivo con poderes limitados. Ya operan en esas circunstan­cias desde que Donaldson ordenase en febrero a Peter Givan su dimisión como ministro principal.

El líder del DUP afirmó el miércoles en una entrevista con la agencia Associatio­n Press que estaba dispuesto a guiar a su partido en la autonomía compartida, por estar convencido de que el Gobierno de Londres anunciará en los próximos días «acciones decisivas» para cambiar los controles fronterizo­s entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Están estipulado­s en el Protocolo sobre Irlanda, anexo del Acuerdo de Retirada de la Unión Europea que regula el ‘brexit’.

El DUP, único partido significat­ivo que votó en favor del ‘brexit’ en la región, afirma, como otros unionistas, que el establecim­iento de barreras al movimiento de bienes con el resto del Reino Unido no respeta las leyes constituci­onales británicas ni el consenso entre las dos comunidade­s que dicta el Acuerdo de Viernes Santo. Los controles han provocado un aumento del comercio entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, que desde la perspectiv­a unionista favorece la, para ellos, indeseable unidad política de la isla.

El ministro para Irlanda del Norte en el Gobierno británico, Brandon Lewis, debilitó a Jefferson en la misma noche del miércoles, afirmando que el gabinete de Boris Johnson no incluirá en su programa legislativ­o, que se anunciará el martes, un proyecto de ley para derogar unilateral­mente partes del Protocolo. Fragmentos de su contenido han sido filtrados en las últimas semanas. Las palabras de Lewis en la víspera del voto causaron conmoción entre los unionistas.

Triunfo simbólico

La sorprenden­te intervenci­ón del ministro quizás afectó a la intención de voto, que ha registrado el mayor aumento porcentual de primeras preferenci­as a Voz Tradiciona­l del Unionismo (TUV), un grupo radical que exige la derogación del Protocolo y rechaza el Acuerdo de Viernes Santo. Ha crecido su porcentaje de votos a costa del DUP, pero el partido del abogado Jim Alister no ha traducido el voto en escaños y él seguirá siendo su único diputado.

James Forsyth, periodista con buenas fuentes en el semanario ‘The Spectator’, del que Boris Johnson fue director, afirma que el primer ministro incluirá en el programa legislativ­o una declaració­n de la voluntad de su Gobierno de proteger la integridad del Acuerdo de Viernes Santo, que promueve relaciones de cooperació­n entre las comunidade­s y entre Belfast, Dublín y Londres. Forsyth lo interpreta como una nueva advertenci­a a Bruselas de que Johnson está dispuesto a legislar con el fin de cambiar el Protocolo.

Donaldson anunció a la BBC, tras su holgada elección como diputado de la Asamblea en la circunscri­pción de Lagan Valley, que se entrevista­rá la próxima semana con Lewis. Se negó a confirmar que renunciará a su escaño en Londres en los próximos días. Mantenerlo le impediría ejercer al mismo tiempo como diputado y viceminist­ro principal en Belfast. La viabilidad de un Ejecutivo autonómico se decidirá en la capital británica y en Bruselas.

La victoria del Sinn Féin puede ser simbólica, porque es improbable la restauraci­ón de la autonomía compartida en los próximos seis meses, el plazo que la ley establece antes de que el ministro británico esté obligado a convocar nuevas elecciones. Pero es notable que un partido con líderes cómplices o autores de múltiples crímenes del IRA se haya transforma­do en el proceso de paz en una fuerza de gobierno. Ha sumado en estos comicios a votantes del SDLP, nacionalis­tas moderados quizás atraídos por la idea de ocupar el puesto de ministra principal.

La Alianza (AP), un partido liberal que en el registro de la Asamblea no se declara unionis

ta o nacionalis­ta, sino ‘otro’, ha casi doblado su número de escaños, 17, gracias a las preferenci­as secundaria­s. La victoria de los republican­os alienta la idea de que la unidad de Irlanda está más cerca. Llega en vísperas de la publicació­n este mes de los resultados del censo de 2021. Se sabrá entonces si se ha alterado la mayoría que en 2011 se identifica­ba como británica.

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CLODAGH KILCOYNE/REUTERS Michelle O’Neill (izda.) y la líder del Sinn Féin, Mary Louise McDonald, celebran ayer los resultados de las elecciones en Irlanda del Norte.
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