«No nos va a quedar otra opción que repercutir los altos costes en los precios de los productos»
La Asociación Española de Fabricantes de Alfalfa Deshidratada (AEFA) encara la incierta nueva campaña con renovada junta directiva. Al frente, una mujer (la primera en llegar a la presidencia de esta organización) con una larga trayectoria en el sector, al que conoce bien desde que hace ya 30 años entrará a formar parte de la empresa de su familia. Así lo decidió la asamblea general celebrada el pasado 30 de marzo en Zaragoza, en el que los participantes dieron su respaldo mayoritario a la candidatura (había dos propuestas) encabezada por Cristina Vendrell Vilanova, que sustituye en el cargo a Francisco Tabuenca, que ha liderado la organización los últimos cuatro años.
Licenciada en Derecho, Cristina Vendrell, que ejerce desde 1998 como administradora del Grupo Venso, que incluye las deshidratadoras de Ilerprotein (Lérida), Industrias Agroven Sur (Granada) y Unión Comercial Forrajera (Badajoz), es consciente de las dificultades de liderar un sector que, como sucede en el conjunto de la actividad agraria, está fuertemente masculinizado, y que además se enfrenta a una campaña que llega rodeada de complicaciones y dificultades. Pero se muestra segura porque, señala, las propuestas que acompañaron a su candidatura fueron muy bien recibidas en la asamblea de AEFA.
Con su proyecto, Cristina Vendrell quiere afrontar dos de los desafíos más apremiantes para los productores de forrajes deshidratados. El cultivo de la alfalfa está retrocediendo y si antes ya había sucedido en algunas comunidades, «ahora es un problema generalizado» –asegura–, que también se está detectando en el Valle del Ebro, con Aragón a la cabeza, donde hasta ahora no se había producido el descenso de superficie. «Este año con la entrada de otros cultivos como cereales y oleaginosas a precios muy elevados está siendo muy complicado competir», explica la nueva presidenta de AEFA, que reconoce que una de las labores más intensas a realizar por la asociación será la de motivar al agricultor a optar por estas producciones. Y no solo a él. «A las administraciones públicas también», añade Vendrell, que recuerda los beneficios medioambientales de este cultivo «que no podemos permitirnos el lujo de perder», insiste. Porque además, advierte, puede que el maíz tenga cotizaciones muy elevadas este año, pero también que este escenario sea coyuntural, mientras que en la alfalfa son más estables y menos volátiles. «El agricultor tendrá que poner todas estas circunstancias en una balanza», matiza.
La industria también encara una campaña complicada. Costes se llama su principal problema. «Para secar la alfalfa utilizamos energía y sus precios se han triplicado en apenas un año», detalla Vendrell, que se muestra convencida de que la única opción es repercutir esos incrementos en sus precios de venta. «Si no lo hacemos tendremos que cerrar», advierte.
Estos costes, que también se han incrementado por la escasez de contenedores para el transporte marítimo –ahora agravado por la paralización del puerto de Shanghai– y el disparado precio de los fletes, están provocando incluso un cambio en la operativa de venta de las empresas deshidratadoras. «Si otros años, teníamos pedido para toda la campaña, ahora vendemos cuando tenemos la producción porque no sabemos qué precios vamos a encontrarnos», detalla Vendrell.
Confía, eso sí, en que «la exportación siga tirando como lo ha hecho hasta ahora».