«Afganistán está en mi corazón, pero veo muy difícil poder volver algún día»
ZARAGOZA. Su buen nivel de español –es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Kabul– le ha permitido encontrar un trabajo en un almacén de un laboratorio cosmético de Zaragoza. Tiene contrato desde el pasado junio y aunque Cruz Roja continúa siendo su referencia dentro del programa de protección internacional prácticamante ha alcanzado su autonomía. Pisó suelo español el 22 de agosto con su mujer, sus tres hijos –una chica de 12 años y dos niños de 11 y 6–, sus padres y su hermana soltera.
Recuerda aún con temor el vertiginoso periplo que vivió para escapar de Afganistán. En 2005 lo seleccionaron para colaborar como intérprete con las fuerzas españolas y acabó empleado en la Agregaduría de Defensa. Cuenta que los «peores momentos» de su vida los pasó cuando los talibanes tomaron el poder y «sabía que si me pillaban me iban a matar, no solo a mí, porque todo el mundo me conocía». Dejaron su hogar en la capital y se escondieron en casa de su hermana y su familia política. «Me estaban buscando, a mi padre le dijo un tendero del barrio que habían preguntado por nosotros». Llegar al avión que se fletó fue una odisea. «Me mandaron una ubicación al móvil y pasé dos horas con todos los míos para encontrarla. Fue un camino al aeropuerto militar que abrieron los españoles. Por el mismo sitio que pasamos, tres días después hubo una explosión».
Primero los derivaron a Murcia, pero pidió trasladarse a Zaragoza, donde «tenía más conocidos y posibilidades de trabajar». Reconoce que sus expectativas no se han cumplido del todo, la convalidación de sus títulos «está resultando más complicada de lo que esperaba», y lamenta que aún hay gente que trabajó con los españoles y sigue en Afganistán.
Aunque lleva a su país «en mi corazón para siempre», tal como está la situación ve «muy difícil poder volver algún día». «Estoy aquí por mis hijos. En Afganistán se han perdido dos generaciones por los talibanes y ya vale, ellos se merecen una oportunidad», explica. Su hijo pequeño tiene terror a los aviones «porque los relaciona con los talibanes que pegaban». Y él aún prefiere contar su historia sin dar demasiados detalles.