Un Gobierno que no resuelve problemas
El actual Ejecutivo accedió al poder con una moción de censura, justificada por su presidente como antídoto de «higiene democrática frente a la falta de decencia». Hoy, hechos más graves, en el propio partido político, son excusados por el Gobierno, mientras acumula actitudes distantes de la honorabilidad, la seriedad y el respeto a las leyes sobre las que todo responsable público, con su actuación, debería mostrar ejemplaridad. En este sentido hechos censurables se amontonan casi sin pausa –corruptos justificados según signo político, clientelismo traducido a causa social, apoyo a separatismos rebeldes con la legalidad, desjudicialización de la política en interés propio, ‘libre traducción’ de sentencias judiciales, derroche de medios públicos a cambio de servilismo y votos, etc.–, actitudes que denotan el nivel de contaminación de esta clase política gobernante, que seducida por nivel social y prebendas personales, se cree por encima de la ley, mostrando que trabaja en política no tanto por servir a lo público como por servirse de lo público. En este camino es vital para ellos la búsqueda de excusas cuasi-ingenuas sobre las que desviar la atención popular y poder descargar su incompetencia, falta de escrúpulos y despilfarro, buscando difuminar responsabilidades por su incapacidad en la resolución de problemas que acucian al ciudadano. Consecuencia de esta conducta nociva son desigualdades acusadas entre comunidades según nivel de afinidad con el Ejecutivo y gran hartazgo y desconfianza de la ciudadanía hacia todo lo que el político representa. La mayoría de los ciudadanos ni aceptamos que ‘el que más manda más razón tiene’, ni es esta la línea de gestor de la política nacional que se espera como capaz de resolver los problemas que actualmente nos acucian.
Miguel Ángel Moliner del Ruste
en verano allá donde nos encontremos de vacaciones, aparte de aumentar nuestra calidad de vida, debería estar recomendado por los expertos en salud.