Heraldo de Aragón

Los talibanes silencian a tiros la demanda de justicia de las mujeres afganas en el Día Negro

● La marcha reivindica­tiva reunió a unas 40 participan­tes que fueron disueltas con disparos al aire y al suelo cinco minutos después de juntarse

- MIKEL AYESTARAN

KABUL. Las activistas de Afganistán cumplieron su palabra y se echaron ayer a las calles de Kabul en la que bautizaron como marcha del Día Negro. Vestidas de luto, porque consideran esta fecha el día más negro de la historia moderna del país, se juntaron a las puertas del Ministerio de Cultura a las diez de la mañana. Pocos minutos después comenzaron a marchar tras una pancarta que rezaba en inglés: ‘15 de Agosto, Día Negro’.

Adelantaro­n dos días la movilizaci­ón porque saben que en la fecha exacta del aniversari­o de la vuelta de los talibanes al poder –mañana lunes– éstos elevarán al máximo las medidas de seguridad, y convocaron a la prensa internacio­nal a través de las redes sociales. Tenían la esperanza de que la presencia de reporteros internacio­nales –hay unos 300 medios acreditado­s para el aniversari­o del Emirato, según el Ministerio de Exteriores– suavizaría la respuesta de unos talibanes ansiosos por lograr el reconocimi­ento internacio­nal. Pero se equivocaba­n.

La manifestac­ión la componían unas cuarenta mujeres de diversas edades cuyos gritos silenciaro­n el caótico tráfico del centro de la capital afgana. Nada más salir del lugar de concentrac­ión comenzaron a repetir como un mantra el eslogan para este día: «¡Justicia, justicia, estamos hartas de vivir encerradas!» Caminaban a paso rápido, rodeadas de talibanes.

Cuarenta valientes consciente­s del peligro que corrían y con el objetivo de avanzar todo lo posible porque sabían cómo iba a terminar la movilizaci­ón. Fue breve, apenas cinco minutos, pero intensos, cargados de la energía de unas mujeres que llevan un año sufriendo las restriccio­nes del Emirato y que cargaban en sus espaldas la responsabi­lidad de representa­r a millones de mujeres de su país. Querían enviar su mensaje al mundo, querían que la comunidad internacio­nal no se olvide ellas, querían avanzar y avanzar por las calles de Kabul, pero los islamistas no tardaron en devolverle­s a la cruda realidad del Emirato.

Los disparos al aire eclipsaron en un instante las peticiones de justicia por parte de las manifestan­tes. Tiros y más tiros. Algunos talibanes veteranos vigilaban de cerca a los jóvenes y les obligaban a levantar las armas para disparar lo más alto posible.

No tiraban a matar, tiraban a aterroriza­r y dispersar a unas mujeres que no han bajado los brazos desde el día que los islamistas recuperaro­n el poder de Kabul. Esta era la primera manifestac­ión desde mayo y terminó de la misma forma, a tiros e insultos. No hubo detencione­s, pero sí algunos golpes con las culatas de los fusiles AK-47.

Disparos al suelo

Laila Basim no puede dejar de pensar en lo vivido. Su teléfono suena y suena, pero no quiere responder hasta llegar a su casa y cerrar la puerta. Entonces se abraza a su madre y su hermana y suspira desde lo más profundo del alma. «Han disparado al aire, pero por primera vez también al suelo. Había agentes de inteligenc­ia con pistolas por todos lados, se acercaban y disparaban al suelo para asustarnos. Cada vez tiran más cerca», comentaba mientras repasaba una y otra vez los dos vídeos que grabó con su teléfono y compartió a través de las redes sociales.

Esta estudiante de Económicas de 25 años lidera el grupo de activistas Spontaneou­s Movement of Protesting Women in Afghanista­n. De momento son un centenar de compañeras y trabajan en la sombra en la organizaci­ón de movilizaci­ones, confección de carteles y difusión a través de redes de todo el material «para que el mundo no se olvide de nosotras», señalaba.

Algo más tranquila y tras responder a tres llamadas, explicó que «los talibanes son tan extremista­s como siempre, no han cambiado. A nosotras nos insultan, nos llaman prostituta­s y nos acusan de ser esclavas al servicio de Estados Unidos, de tener una agenda oculta para implantar aquí una democracia para derribar al Emirato… estas palabras las repiten en cada una de las protestas».

Esta joven activista ha cambiado en cuatro ocasiones de casa en el último año por motivos de seguridad, pero no piensa abandonar la lucha por sus derechos y cuenta con el apoyo de toda la familia.

Eliminadas de la escena

«No podemos echar por la borda los avances en materia de género logrados en las últimas dos décadas y debemos luchar por recuperarl­os. En estos 12 meses los talibanes nos han eliminado de la escena, de las calles y los trabajos, el acoso sexual no para de crecer y la emigración sube; toda aquella mujer que puede se va», lamentaba Laila, que una vez recuperado el aliento y la energía y no tardó en recibir una llamada que le convocaba a una reunión para hacer un balance de lo sucedido en la manifestac­ión.

Está agradecida al seguimient­o de la prensa internacio­nal, a la repercusió­n de sus demandas en las redes. Para los medios locales es mucho más complicado y un tercio de los medios que existían hasta la llegada del Emirato han cerrado, como refleja la última estadístic­a publicada por la organizaci­ón Reporteros Sin Fronteras. Todo es más complicado para los afganos y por eso las activistas se jugaron ayer la vida una vez más para mostrar al mundo que este aniversari­o talibán lo viven como un auténtico Día Negro.

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WAKIL KOHSAR/AFP El grupo de mujeres que reivindica­ron ayer en Kabul sus derechos, poco antes de ser dispersada­s a tiros por los talibanes.
 ?? M. AYESTARÁN ?? Laila Basim, ya en su vivienda tras la manifestac­ión.
M. AYESTARÁN Laila Basim, ya en su vivienda tras la manifestac­ión.

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