De izquierdas o de derechas
Pasamos la vida preguntándonos qué somos. ¿Pesimistas, optimistas o escépticos? ¿Creyentes, agnósticos o mediopensionistas? ¿Cosmopolitas, localistas o tribales? Como no resulta sencillo eso de conocerse y, menos aún, de autodefinirse, muchos optan por una clasificación más simple: o eres de derechas o eres de izquierdas.
Ser de derechas, sobre todo de ‘pata negra’, significa mostrar en público un intenso orgullo español y despreciar las demandas de los nacionalistas periféricos, ver el aborto con malos ojos, abominar de todos los impuestos, apoyar sin fisuras la monarquía, no prestar demasiada atención al cambio climático, defender a capa y espada los toros y otras tradiciones culturales, desdeñar a las feministas, recelar de la inmigración, menospreciar el cine hispano… En la izquierda fetén viene a ser todo lo contrario.
La disyuntiva no es milimétricamente exacta. No todo el mundo asume las ideologías como si se tratara de un dogma inmutable. Entre aquellos con convicciones más débiles, pueden darse cierta mezcla de valores. No obstante, quienes están más ideologizados gozan de una mayor visibilidad por su intransigencia y la contundencia de sus opiniones. Por eso, la guerra por el aire acondicionado es hoy a muerte: si eres de izquierdas debes subir el termostato por encima de los 27 grados. Si eres de derechas, lo bajas.
Lo bueno de esta pugna con las temperaturas es que ya no es el dinero ni la lucha de clases lo que nos retrata ideológicamente, sino el aire acondicionado.