Como decíamos ayer
Miguel de Unamuno fue expulsado de su cátedra salmantina por Primo de Rivera, pero la República en 1931 se la devolvió. Comenzó su discurso con un «como decíamos ayer…». Frase atribuida a Fray Luis de León y que nuestro presidente del gobierno atribuyó en su ‘Manual de Resistencia’ a San Juan de la Cruz. Yo quiero empezar como Unamuno… Como decía el viernes pasado, estoy hasta el moño de que me estén amenazando con el apocalipsis energético, pero escapar de este aliento fétido es complicado y lo único edificante es el humor. Recuerdo haber ido tan ricamente a un edificio público en pleno verano y haber salido constipada, como también he estado a punto de cocerme en el edificio de Hacienda mientras me desplumaba metafórica y físicamente. Quiero dejar claro que nadie discute las medidas de ahorro energético. Hay que tomarlas y debiéramos haberlo hecho hace mucho tiempo, solo que ahora, con Putin encarnado en el lobo de Caperucita y el corporativismo europeo que sufre este país, las restricciones cuelan aunque sea por imposición y sin tener en cuenta que el ciudadano no va en ‘Falcon’ ni tiene comitiva cuando va a trabajar. Pero los españoles vamos a ser más papistas que el Papa. Lo de ahorrar un 7% va a quedar en un eufemismo. Aquí del 15% para arriba, que para eso somos solidarios de pies a cabeza y, aunque media Península Ibérica sea un desierto, somos europeos. Y en Cádiz somatizarán la mala leche en el Carnaval y en Sevilla iluminarán la Feria con leds, pero ahorraremos más que Alemania. Sacando pecho y, de paso, no se notará tanto el escalofriante nivel de deuda que tiene este país. He descubierto que los decretos-ley me ponen. No sé si las pilas o las neuronas. Tengo que volver a leer el ‘Manual de Resistencia’. Creo que lo minusvaloré, que no aprecié al predestinado autor ni valoré su capacidad energética. Les tendré al corriente.