El nuevo modelo de residencia llega a los nueve centros públicos
El IASS formará a sus 1.200 trabajadores y las primeras unidades de convivencia se estrenarán a finales de este año
ZARAGOZA. El nuevo modelo de residencia de mayores basado en la atención centrada en los usuarios, con espacios más hogareños en los que puedan seguir desarrollando las actividades que más les satisfagan, esta cada vez más cerca en los nueve centros públicos del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS). La DGA va a formar a los 1.200 trabajadores de estas instalaciones y de ellos 200 recibirán un apoyo más específico. Para la implantación y evaluación de este tipo de cuidados cuenta con el asesoramiento y apoyo hasta 2024 de la Fundación Matia, pionera en este enfoque, que supone un coste de 1,1 millones de euros.
La construcción de las veinte unidades de convivencia previstas en las residencias públicas, con una inversión de 12,5 millones de euros, va a buen ritmo. La Romareda en Zaragoza está a punto de concluir las obras y se estrenarán antes de que termine este año. Para el primer trimestre de 2023 se terminarán los trabajos en el Hogar Doz de Tarazona y en las residencias de Albarracín y Ciudad de Huesca. Si no surgen contratiempos, la actuación en la de Calatayud, que ya está licitada, podría llevarse a cabo en los primeros meses del año que viene. Los tres complejos restantes de la red pública, el de Sagrada Familia en la capital oscense y los de Utrillas y Borja, tendrán que iniciar los trabajos a lo largo del año que viene.
Esta es la fotografía que dibujaron ayer la directora gerente del Instituto Aragonés de Servicios Sociales, Noelia Carbó, y el jefe de sección de calidad de los centros del IASS, Mariano Fago, con motivo de una primera reunión de los directores y coordinadores de los nueve centros públicos implicados en el proceso con profesionales del Instituto Matia.
La directora general del IASS subrayó que el principal objetivo es adaptar la organización «para poder satisfacer en un mayor grado las necesidades de las personas que viven en ellas», disminuyendo la ruptura con su estilo de vida y permitiendo «la continuidad de su proyecto vital». Subrayó que no se va a dejar a «ningún profesional fuera». En cada residencia se creará un equipo de trabajo en el que también participarán los usuarios y familiares.