Heraldo de Aragón

Condenado un instalador que se quedó con el dinero de una caldera que no colocó

- M. GARÚ

ZARAGOZA. La Audiencia Provincial ha confirmado la condena a Germán C. a un año y diez meses de cárcel por quedarse con los 1.179 euros que una clienta pagó por una caldera que nunca llegó a instalar. Como no era la primera vez que se apropiaba del dinero de un encargo, el juzgado le aplica la agravante de reincidenc­ia.

Los hechos ocurrieron durante la pandemia, una de las circunstan­cia que el acusado alegó como excusa para no colocar el aparato. La otra fue que no encontraba el modelo acordado. Según la sentencia, el 16 de enero de 2020 Germán C. entregó a la clienta un presupuest­o de cambio de caldera por importe de 1.715,40 euros más IVA. El 18 de marzo de 2020, la mujer ingresó 1.179 euros en la cuenta del acusado con el concepto ‘caldera Adelaida’. Al entrar en vigor el estado de alarma y el confinamie­nto, no hizo el trabajo.

A mediados del mes de abril, al ver que el acusado le daba largas y no le colocaba la caldera, la perjudicad­a le reclamó el importe y le facilitó un número de cuenta para que se lo reintegras­e. Pero nunca se lo devolvió y, además, como recoge la sentencia «se quedó con los 1.179 euros, sin dar más señales de vida ni atender las numerosas llamadas que la señora le realizó».

Cuando la afectada y su marido lograron contactar con el acusado desde un número que éste desconocía y le reclamaron el dinero, este les contestó que no sabía de qué le hablaban y les colgó el teléfono.

La sentencia del Juzgado de lo

Penal número 3 lo absolvió de estafa pero lo condenó por apropiació­n indebida, delito por el que ya había sido condenado en Tarragona en 2019 a seis meses de prisión. Además de la pena de cárcel, deberá devolver la cantidad que se quedó más los intereses.

La Audiencia ratifica el fallo, que puede ser recurrido, y asegura que «resulta un absoluto despropósi­to afirmar que el recurrente fue sometido a la ‘probatio diabólica’ de tener que probar su inocencia, cuando él mismo admitió los hechos. Recuerda que, superado el periodo de pandemia y tras pretextar dificultad­es para adquirir la caldera y ofrecer una diferente, lo que no llegó a hacer, «ni devolvió el dinero, ni la instaló, ni atendió a las llamadas telefónica­s que le efectuó la denunciant­e ni de su propio esposo». El tribunal no acepta la excusa de que no sabía quién le llamaba ni el motivo y dice que, por el contrario, tenía que ser «plenamente consciente».

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