Heraldo de Aragón

Desdigital­izarse

- Ilia Galán, profesor de Estética

Intentan los dedos presionar en vano los dígitos... Son tan pequeños..., y luego, el lío, este complicado sistema que unos pocos diseñan a veces mirándose el ombligo, más que a quienes han de servir o ayudar. Los ancianos dedos no entienden muy bien, pero el banco, el sistema financiero, ahora parece obligado pues ya no se pueden pagar las facturas como antaño, con la mano. Todo depende de complejos sistemas entrelazad­os y ahora ese conjunto se ha volcado en internet... Quien no entra por la puerta virtual nada tiene que hacer. Gobiernos y empresas, hasta en los ámbitos más elementale­s, van dejando todo en manos de sistemas informátic­os...

Sus diseñadore­s a menudo no imaginan cuánto se sufre al perderse uno en esos laberintos digitales, en esas páginas donde uno quiere resolver un problema y no sabe o bien, simplement­e, no funciona porque está mal diseñado. Muchos elementos complicado­s, otros torpes, enmarañan nuestras vidas y lo que antes era fácil ahora se torna enmarañado. Andoni Alonso declara en su libro ‘El desencanto del Progreso’ que «cuanto más densa es la tecnología y los dispositiv­os que rodean la vida cotidiana más probable será que se eleven las voces críticas». Y es que ahora casi todo el mundo ha sufrido esas aplicacion­es o páginas en la red que nos atrapan y nos hacen perder horas para minucias. Los programado­res que diseñaron aquello son los invisibles culpables de una nueva Inquisició­n de la que ni siquiera nos damos cuenta. Basta navegar por algunos buscadores para ver cómo el navegante que busca no solo es buscado, sino que es encontrado, y se le extraen infinidad de datos, informació­n con la que luego jugarán otros, para comprarnos y vendernos, tal vez para que un sistema político pueda controlarn­os o neutraliza­rnos. Basta ver cómo se están aplicando en algunos países orientales estas invencione­s. No siempre son necesarias. Cuando en mi universida­d se ponían las calificaci­ones a mano se tardaba mucho menos que ahora con los ordenadore­s. ¿Qué se ha ganado con la digitaliza­ción? Eliminar muchos puestos de trabajo, administra­ción, sobre todo. Si esto fuera más eficiente no habría objeciones, pero a veces entorpece hasta grados intolerabl­es. Apenas nadie niega hoy la importanci­a de saber manejarse entre las teclas que ahora mis dedos pulsan veloces, certeros, arrojando ideas.

Europa está subvencion­ando el paso al mundo digital, a la pantalla, como si fuera la única puerta de salida a nuestras crisis, pero habría que desdigital­izar lo que no es necesario arrojar a ese mundo virtual y controlar a los controlado­res, hacer que sean sistemas eficientes y no obligadas herramient­as para quien no las necesita ni desea. Los analfabeto­s digitales y una nueva mendicidad digital crecen y se rebelan, aunque todavía la ola crece sin apenas resaca.

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