Heraldo de Aragón

Dos que avanzan juntos sin temor a despedirse

GARCÍA MONTERO: VISIÓN ÍNTIMA DE LA ENFERMEDAD DE ALMUDENA GRANDES

- Luis García Montero. Tusquets Editores: Nuevos Textos Sagrados. Barcelona, 2022. 69 páginas PEDRO GARCÍA CUETO

Luego queda el duelo, el tiempo en que uno puede mirar las fotos...

Llega, editado por Tusquets, un libro que abre en fisuras la mirada de un hombre ante la pérdida de su mujer, la de Luis García Montero. Poeta reconocido y gran ensayista, logra en este libro el difícil equilibrio de sostener el dolor y transforma­rlo en melancolía.

Hay en la mirada de García Montero un componente elegíaco, porque su mujer, Almudena Grandes (1960-2021), fue faro en muchos caminos de su vida, fue la ventana que se abrió a un universo de creación que los unía. Pero sabe el poeta, acostumbra­do a las batallas emocionale­s, que la ausencia es una carga, un vacío que se asienta sobre el tiempo. Con el título de ‘Un año y tres meses’, todo se circunscri­be a un periodo de la vida donde la enfermedad entró rauda y veloz, para herir a los seres que se aman.

Hay en el poemario un amor que ya manifestó en libros anteriores, porque Almudena ha sido el centro de su creación en muchos de los poemas que escribió en ‘Completame­nte viernes’, dedicado a ella, pero también en otros libros, donde hay pasión, costumbre, pero cariño y luminosida­d siempre. El amor, como un tejido, está presente en este libro que también evoca tiempos pasados, pero que se centra en la imagen de una mujer que perdurará siempre como un faro en su vida.

Que el poeta diga en los versos finales del libro –«una historia de amor, / este año y tres meses. / estos días finales que ya son, / ahora, recordados, / los más felices de mi vida»–, es esencial, porque entiende el poeta granadino que la vida es también una vidriera rota, una ventana sin luz, una tarde que no atardece. Para García Montero, el amor es también un hilo fino que puede romperse y que siempre se recompone. Hay un tejido sentimenta­l en el libro que nos desarma, porque es sincero y navega en versos que nos llegan a todos.

Esa caracterís­tica es clave en el poeta: siempre ha sabido transmitir la emoción que nos acompaña, el vacío de una tarde rota o el asombro de un amanecer nuevo. Poeta del amor, en este escenario del libro viven hospitales, donde Almudena Grandes debe pasar por el quirófano. Es entonces cuando uno se aferra, como un animal herido al otro ser, vulnerable, sin cabellera, pero que siempre vive, para el amado, en su esplendor. Lo más hermoso del libro no es el escenario de dolor, sino que ese espacio está ocupado por un hombre que sigue amando como antes y que, asombrado ante el envite cruel de la muerte que se aproxima, escribe con lucidez a una mujer que ya permanece para siempre unida a su devenir existencia­l.

En un congreso de escritores, cuando Almudena Grandes estaba embarazada, el poeta sabe que el futuro hijo ya es el paisaje que los une, el nexo que convierte a cada verso en un canto de amor.

Hay un cielo triste de Madrid, hay hospitales, hay calles que son melancolía, como nos recordaba Sabina, hay cuerpos que se enlazaron en un amor que ya es eterno, porque creció para serlo, más allá de lo que decida la vida y la muerte. Luis García Montero necesitaba este libro para dar forma a todo ese tiempo de existencia compartida, donde el padecimien­to era inmenso, pero estaba ella. Luego quedan el duelo, el tiempo en el que uno puede mirar las fotos, el ordenador, los libros, y el poeta sabe que no está su dueña allí. Los versos son un cañamazo que vertebra la historia de un amor más allá de la muerte, un amor que sigue latiendo en el poeta y que nosotros, al leer el libro, intuimos que vivirá para siempre hecho leyenda.

‘Un año y tres meses’ no oculta el reverso de la vida, que es el sufrimient­o, tan lejano de los éxitos obtenidos y que a todos nos espera. El poeta escribe con la intuición de inventar un texto nuevo donde vive un cuerpo al que se necesita, cuando llega la soledad de la estancia vacía.

Este libro es ya historia porque nos habla del tiempo, del paso por la vida, de la sombra que se cierne sobre nosotros, como nos recordó Cesare Pavese, pero hay mucho amor en cada verso como salvación. García Montero habla de un paisaje de emociones donde un rostro vuelve a ser joven y dos seres van de la mano ya eslabonado­s hacia la eternidad.

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JOSÉ MIGUEL MARCO Luis García Montero evoca a la amada desde el dolor.

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