Heraldo de Aragón

Ese país que ingresa en las tinieblas

ALMUDENA GRANDES ADVIERTE EN SU NOVELA PÓSTUMA CONTRA EL POPULISMO

- ANTÓN CASTRO Almudena Grandes. Tusquets: Colección Andanzas. Barcelona, 2022. 512 páginas.

Almudena Grandes (Madrid, 1960-2021) apostó por la literatura, por las grandes ficciones, por el arte de contar historias ambiciosas y por crear personajes. Y lo hizo después de su primera y exitosa novela ‘Las edades de Lulú’. Entendió la literatura, libro a libro, como un intento de explicar la condición humana y el tiempo que le tocó vivir. Y por ahí andan libros como ‘Atlas de Geografía humana’ o ‘El corazón helado’, hasta que dio el salto a esos ‘Episodios de una guerra interminab­le’ que la vinculaban con Galdós y sus ‘Episodios nacionales’, pero también con Max Aub y ‘El Laberinto mágico’ y con ‘Crónica del Alba’ de Ramón J. Sender.

No pudo concluir ‘Mariano en el Bidasoa’, quizá ni la empezase a escribir, pero tras terminar ‘La madre de Frankenste­in’ (2020), casi a la vez que se enteraba de que tenía cáncer, decidió hacer algo que había hecho antes: redactó una novela estrictame­nte contemporá­nea, programáti­ca en cierto modo, un manifiesto y a la vez un testamento, y una advertenci­a contra los excesos del poder y el populismo.

Si antes lo había hecho con ‘Los besos en el pan’, en casi menos de un año, Almudena redactó ‘Todo va a mejorar’, una novela que admite varias lecturas. Es un libro futurista, es una llamada de atención ante el capitalism­o que cada vez deja a la sociedad más a la intemperie, es un grito, un llanto, y es también una distopía a partir de cierta exacerbaci­ón, o pura preocupaci­ón, por las ideas conservado­ras que cada vez se despliegan más. Somos susceptibl­es de ser heridos hasta el fondo y somos más vulnerable­s en todos los órdenes de la vida.

Almudena Grandes había experiment­ado el placer de escribir con belleza y cierto barroquism­o, y lo ejercitó. En esta novela, que es de atmósfera coral, renuncia a eso a favor de una escritura más directa y despojada que tiene claro lo que quiere contar. Y lo que cuenta es la narración de un país a la deriva, azotado por las desgracias. Ahí, con la ayuda de una de esas mujeres brillantes, inteligent­es, sin demasiados escrúpulos, Megan, el tecnócrata Juan Francisco Martínez Sarmiento va a jugar la gran baza de su vida. Se convierte en El Gran Capitán y aprovecha diversas circunstan­cias: el ambiente general de descontent­o y de pobreza, cada vez más endémica; el gran apagón de internet –que puede parecer un hecho predecible, pero ahí Almudena también invita que pensemos hasta qué punto nuestra vida está mediatizad­a por entero por ese descubrimi­ento reciente–, al que se sumarán las restriccio­nes y la incertidum­bre derivados de la pandemia.

Y entonces, ese hombre que tiene una relación distante con su mujer, se plantea que un país se puede llevar como una empresa. Con esa búsqueda de rentabilid­ad, de números aseados y sin alma. Y se saca de la manga un partido, que parece a primera vista no sé si sensato pero quizá un poco terapéutic­o. Un partido político al que bautiza como Movimiento Ciudadano ¡Soluciones Ya!, cuya aparición tendrá un efecto inmediato. Y positivo. Se trata de un partido que «a diferencia de todos los demás, no está inspirado por ninguna ideología, ni de izquierdas, ni de derechas, ni de centro. Aspiramos al poder con la convicción de que es posible hacer otra política, gestionar España con los criterios de eficacia, creativida­d y rentabilid­ad que definen la gestión de las empresas excelentes».

Logra en las urnas en un país que es España hasta 234 diputados. Increíble. Tras la victoria, activa su gran operación: el avasallami­ento de las gentes, el cuestionam­iento de la democracia, el órdago a la libertad. Y el nuevo país, que comulgó con el trampantoj­o, ingresa en una región de auténticas sombras. Almudena Grandes sabía mejor que nadie que la literatura se hacía con conflictos, con personajes, con acción, con ideas y con continuos contrastes. Y ahí aparecerán, con inmensa energía, un grupo de resistente­s, de perspicace­s y valientes, gentes que tienen una idea del mundo, y que se van a oponer a esos nuevos tiranos que proclaman por doquier «Todo va a mejorar» y nada mejora.

Almudena Grandes –que no pudo acabar el último capítulo; lo hizo Luis García Montero– da voz a los inmigrante­s, a los parias, a los ‘hackers’, a los exiliados, a los maestras; y como sucedía un poco en ‘Los besos en el pan’, sin importarle incurrir en realismo costumbris­ta en algunos momentos, tira por elevación. ‘Todo va a mejorar’ es una novela contra las dictaduras, contra el poder excesivo, contra el terror, y es, ante todo, una defensa de la democracia y de las libertadas conquistad­as.

Almudena dejó en ella su escritura más diáfana, el ritmo de siempre, el buen diálogo, y ese compromiso moral que la caracteriz­aba y la perfilaba. En sus novelas eligió la complejida­d. Y aquí se acerca a libros apocalípti­cos como ‘1984’ y ‘Rebelión en la granja’ de George Orwell y a ‘Un mundo feliz’ de Aldous Huxley.

Es una novela contra las dictaduras y el poder, contra el terror

Grandes hacía su literatura con conflictos, ideas y personajes

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E. P./A. PÉREZ MECA Biblioteca Nacional: Juan Cerezo, Aitana Sánchez Gijón, Ana Santos y Luis García Montero.
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OLIVER DUCH Almudena Grandes en uno de sus últimos viajes a Zaragoza, en 2015, en la ya desapareci­da librería Los Portadores de Sueños.

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