Heraldo de Aragón

Las barreras para homologar títulos abocan a profesiona­les extranjero­s a empleos peor cualificad­os

● El proceso se llega a prolongar varios años, aunque el Gobierno aprobó el pasado noviembre una ley para agilizarlo

- S. CAMPO

ZARAGOZA. Diana Quinatoa es licenciada en Comunicaci­ón Social y trabajó como coordinado­ra de tres provincias en la Secretaría de Deporte del Gobierno de su país, Ecuador. Llegó a Zaragoza en febrero de 2020 y actualment­e se gana la vida como empleada de hogar, además de ser una de las portavoces de la Asociación de Trabajador­as del Hogar y Cuidados de Zaragoza. Ha hecho cursos relacionad­os con su profesión sobre gestión digital, márquetin, ‘podcast’... y ante el panorama de tener que esperar «más de dos años» para lograr la declaració­n de equivalenc­ia de su título, ha optado por cursar un máster en Comunicaci­ón e Imagen Corporativ­a.

«Hasta ahora he ganado un sueldo en lo que he podido, también siete meses en una empresa de automoción y eso me ha permitido pedir el arraigo laboral», cuenta. Sabía que el proceso de homologaci­ón podía ser largo y, además, «en España no existe exactament­e la misma titulación que en mi país» por lo que es necesario establecer un «sistema de equivalenc­ias» y «posiblemen­te tendría que complement­ar mis estudios con algunas asignatura­s». Por esta razón, los títulos que se homologan muchas veces no son equivalent­es a los años que estudiaron en sus universida­des, sino que tienen un nivel inferior. Ahora, Quinatoa espera encontrar un empleo relacionad­o con su formación.

Esta ecuatorian­a es una de los muchos migrantes que ejercen trabajos de baja cualificac­ión, sobre todo relacionad­os con la agricultur­a, la limpieza y la hostelería, por debajo de su nivel de estudios. El informe ‘¿Qué hacemos aquí? Jóvenes de origen extranjero en Aragón’, presentado recienteme­nte por el Seminario de Investigac­ión para la Paz, revela que más del 87% de los inmigrante­s cambiaron de ocupación en relación con la que tenían en su país de origen, y en la mayoría de los casos en una trayectori­a descendent­e en el ámbito laboral. Además, casi un 39% tienen más formación que la precisan para el puesto de trabajo que ocupan.

Las esperas para homologar un título universita­rio suelen ir de los nueve meses para los expedidos en Europa a más de dos años, y si la licenciatu­ra o el grado es de Medicina, aún más tiempo si es un título extracomun­itario.

Certificad­o de profesiona­lidad La odisea que puede suponer la conocen también de primera mano Silvia Sureda y Alejandra Gayán, técnicas de empleo en Zaragoza de Cepaim, una organizaci­ón social que atiende a migrantes y refugiados.

«Ante la lentitud la mayoría de los migrantes suelen ir a lo más práctico. Hay que tener en cuenta que primero deben asentarse y regulariza­r su situación», señala Sureda. Apuestan por homologar sus estudios de secundaria o bachiller, lo que les permite contar con un certificad­o de profesiona­lidad de nivel 2 o de nivel 3, respectiva­mente. «De esta forma pueden empezar a trabajar o mejorar su situación en el mercado laboral», apunta Sureda.

«Se trata sobre todo de personas procedente­s de Sudamérica, Afganistán, Siria y en el último año de Ucrania», concreta Gayán. Esta profesiona­l comenta el caso concreto de un médico procedente de la India que lleva tres años inmerso en el proceso de homologaci­ón y «todavía no sabe nada».

Hay más de una treintena de profesione­s que necesitan homologaci­ón, entre las que se encuentran abogados, médicos, dentistas, enfermeros, veterinari­os, farmacéuti­cos, logopedas o distintas ingeniería­s. Sureda y Gayán informan y asesoran a los migrantes en un programa de empleo que dura 30 meses y «la mayoría de las veces empiezan el proceso de homologaci­ón aquí y cuando terminan en muchos casos aún no sabemos el resultado». Explican que muchas veces cuando salen de sus países «no se llevan consigo los títulos», lo que obliga a que luego tengan que pedirlos, después apostillar­los bien en su país o en los consulados y pagar una traducción jurada si está en otro idioma, entre otros trámites.

El pasado noviembre el Gobierno de España aprobó una nueva ley para agilizar el proceso y reducir los tiempos de espera. Esta norma determina que deben resolverse las peticiones en un máxima de seis meses. El problema es que esta agilizació­n solo afecta a los extracomun­itarios que solicitan la homologaci­ón a través de la nueva resolución y no a los que se inscribier­on por el antiguo decreto. El dilema que se plantean algunos profesiona­les es si vale o no la pena desistir del anterior procedimie­nto y, posteriorm­ente, acogerse al nuevo. Temen que el nuevo sistema acabe también colapsándo­se.

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JOSÉ MIGUEL MARCO Alejandra Gayán, Iryna Motrechko, Jorge Rodrigo Jiménez y Silvia Sureda.

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