Heraldo de Aragón

DOLORES DURÁN «GANÉ MI PRIMER DINERO COMO CANGURO»

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¿Recuerda su infancia como una época feliz?

Sí, he tenido la suerte de nacer en una familia de buenas personas, con padres cariñosos, comprensiv­os y firmes, y acompañada de dos hermanas muy cómplices.

¿Qué le hizo reír por primera vez?

Hubo una comedia en la tele que recuerdo especialme­nte, ‘La venganza de don Mendo’. Estaba con mi padre, y no podía parar de reír. Años después, la recuerdo y todavía sonrío…

¿Qué le hizo llorar?

Siempre he sido muy valiente, pero muy sentimenta­l…, supongo que cualquier desgracia propia o ajena.

¿Qué era en el patio del colegio?

Era estudiosa, modosa y también graciosa de vez en cuando.

¿Se sentía rara, especial?

Siempre me he sentido bastante normal; no sé si mi pasión por el cuento de ‘La Ratita Presumida’ significab­a algo, ja, ja.

¿Recibió algún castigo que le dejara huella?

Siempre me castigaban por lo mismo, por habladora, pese a ser una niña reservada. Una vez en el parvulario me castigaron contra la pared. Había un árbol nevado, los copos de nieve eran palomitas pegadas y quise probarlas. Al rato la nieve se había ‘derretido’. Vaya, que me las comí; siempre he tenido buen apetito…

¿Qué es lo que más le gustaba hacer cuando no estudiaba?

El baloncesto, entrenar, jugar, e ir a ver los partidos. Fernando Arcega, Alberto Alocén y Quino Salvo eran mis grandes ídolos. También las excursione­s, recuerdo con cariño los tiempos de Montañera de Aragón, aunque he sido más bien de asfalto. Por supuesto, me encantaba y me encanta salir con amigas. Además, siempre fui, y sigo siendo, muy lectora, ‘Las Aventuras de los Cinco’, ‘Los Siete’, y los tebeos, ‘Zipi y Zape’, ‘Las Hermanas Gilda’… me han proporcion­ado muy buenos ratos. Ahora disfruto con la novela negra.

¿Tenía algún complejo que le amargara?

Sí, hay cosas que me hubiera gustado cambiar, pero con los años hasta eso aceptas.

¿Qué le evoca el verano?

Mis recuerdos de vacaciones se reparten entre Laredo y La Rioja. Me gustaba la playa, saltar las olas fuertes del Cantábrico, coger chirlas y cangrejos. En La Rioja, en Uruñuela, iba al río con mi pandilla, organizába­mos meriendas, salíamos con la bici. Y, ya de adolescent­e, no nos perdíamos ni una fiesta de los pueblos cercanos. Allí tenía más libertad.

¿Tenía mucha conciencia política?

Siempre he tenido sentido de la justicia social, y más conforme pasa el tiempo. Si eso es tener conciencia política, pues sí.

¿Qué imagen tenía de Francisco Franco?

No tenía una imagen formada; solo recuerdo que, a su muerte, nos dieron fiesta en el colegio, era muy niña. Ahora lo analizo de otra manera.

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