Todo es relativo
Hablo con mi hermana y le digo que he celebrado el jueves lardero. Su respuesta es inmediata: entonces ya tenemos aquí la Cuaresma. Está sorprendida Ana Isabel de que el tiempo vaya tan deprisa. Es verdad, el tiempo va muy deprisa, sobre todo desde que uno se ha hecho mayorcito y el tiempo que nos queda se va haciendo más corto. Así que lo que toca es aprovecharlo de la mejor manera posible.
Lo que ocurre con el tiempo es que es muy relativo, como ya nos ilustró sobre la materia aquel genio llamado Einstein. El sabio estuvo en Zaragoza, poco después de descubrir la relatividad de todo, y dejó a los zaragozanos que tuvieron la oportunidad de escucharlo sencillamente alucinados. Por supuesto que entenderlo lo entendieron cuatro, y quizá exagero.
Lo mejor de aquella visita a nuestra ciudad es que el sabio judío quedó encantado, con la amabilidad de las gentes que lo trataron y con su experiencia de Zaragoza,
que le pareció muy bonita. Ahí es nada.
No sé si contradiciendo o no lo de la relatividad del tiempo, el caso es que este 2024 se cumple un siglo de la muerte del fotógrafo de nuestro periódico Lucas Cepero (Monegrillo, 1881), asesinado por un chófer de la Azucarera de La Puebla de Híjar, Francisco Calvo Lezcano. Fue en la calle del Peso, hoy Blasón Aragonés, donde luego estuvo un establecimiento del mismo nombre. Esta historia de celos y muerte la ha contado recientemente en estas páginas mi querido compañero Antón Castro, así que no insistiré en ella.
Si añadiré que es el investigador José A. Hernández Latas quien ha ejercido de informador de este trágico y novelesco episodio de la vida zaragozana de los años veinte del siglo pasado. Que está pidiendo que alguien lo novele, por ejemplo el propio Hernández Latas, o el mismo Antón, o los dos juntos a cuatro manos. Sería una interesante experiencia.
Mi chico Adonis y su compañera
Laura pasan a verme con sus perros, Canelo 2 y Chocolate. Chocolate se llama así por su color, y Canelo 2 no se llama en realidad así, porque tiene un nombre extranjero que ahora no recuerdo. Pero lo llamo Canelo en recuerdo de otro perrete canelo, en realidad Canela, que murió en un lamentable accidente hace algún tiempo. Como el tiempo es relativo (el genio judío ‘dixit’), lo cierto es que el recuerdo de Canela sigue estando vivo en nosotros. Yo la tengo en una fotografía en mi cuarto de trabajo. Parece sonreír, pero yo la miro con tristeza.
Es que todo es relativo, es cierto. Pero unas cosas son más relativas que otras. Como todos sabemos, sin que seamos precisamente unos genios.