Un rayo de tranquilidad
A veces la vida te sorprende. La actualidad es una sucesión de acontecimientos desagradables: agricultores que se manifiestan en las carreteras contando con la solidaridad de los que entendemos cuáles son sus problemas, algunos de manera pacífica, otros, como los dos que encontré el viernes pasado, circulando en paralelo, uno de ellos por la izquierda, jugando con la seguridad de los usuarios y, una vez más, equivocándose de enemigo. Mucho peor, dos guardia civiles mueren a manos de unos delincuentes que se jactan de su superioridad y son animados por energúmenos. ¿Qué está pasando? ¿Hay recortes o falta de medios para los responsables políticos que viajan, se reúnen, hablan y hablan y hablan sobre pactos convenientes o imposibles, todo ello en la era del teletrabajo, las videoconferencias…? Pero de repente aparece ante mí un oasis de tranquilidad. El domingo pasado mi hijo nos sorprendió con un regalo inesperado: concierto de piano. En la introducción dijo el concertista que su deseo era que dejásemos fuera todas nuestras preocupaciones, y así fue. El ambiente de la luz de las velas que iluminaban la sala y el sonido de la melodía la convirtieron en un recinto mágico donde evocar las mejores imágenes de nuestra vida, nuestros mejores recuerdos, la gente que nos ha acompañado en el camino hasta donde estamos. El concierto terminó pero sigue sonando la melodía en mi cabeza y, aunque al salir volvimos a encontrar nuestros problemas y preocupaciones, esa melodía en ese lugar fue un rayo de tranquilidad y, ojalá, de esperanza. Gracias, hijo.
Tomás López
HUESCA