Heraldo de Aragón

Los socialista­s gallegos perforan su suelo electoral fagocitado por la soberanist­a Ana Pontón

Sánchez se topa con el peor escenario: una fuga masiva de votos no compensada por el ansiado golpe del BNG a Feijóo

- JAVIER ARIAS PAULA DE LAS HERAS

MADRID. Pinchazo absoluto. El objetivo del PSOE para las elecciones de este domingo en Galicia era volver a situarse como seapoyo que manejaban los de Pontón resultasen suficiente­s para formar un bipartito con el PSdeG.

En este sentido, la dirigente – que sigue la estela soberanist­a y era la tercera vez que se presentaba a los comicios gallegos y la única candidata que repetía respecto a los anteriores– tildaba el resultado de «insuficien­te» a pesar de destacar el hecho de haber ganado en municipios como Vigo y en otros de la misma ría, como Cangas o Redondela.

De hecho, el crecimient­o experiment­ando por el BNG por provincias se salda con una subida de dos diputados tanto en La Coruña como en Pontevedra, además de uno más en Lugo y en Orense. El partido, de esta forma, se queda como líder indiscutib­le en la oposición, con un guion a seguir similar al de los últimos cuatro años. Y es que Pontón ha conseguido remontar el vuelo del nacionalis­mo gallego desde que fuese elegida su líder en 2016. En ese momento la organizaci­ón estaba inmersa en una grave crisis tras la pérdida de la Xunta en 2009 y las posteriore­s escisiones –a partidos gunda fuerza, por delante de un BNG que ya dio la campanada en 2020, cuando tras engullir a Podemos y se catapultó desde los seis diputados a los 19 se convirtió en primer partido de la oposición. como en Marea o Podemos–. Era cuarta fuerza con siete diputados autonómico­s, no tenía representa­ción en el Congreso y estaba atenazada por temores de desaparici­ón. Hoy ocupa 25 escaños en el parlamento gallego, vuelve a tener uno en la Cámara baja y lidera la oposición al todopodero­so PP de Feijóo tras haber conseguido aglutinar el apoyo de muchas fuerzas de izquierda.

Su estrategia se ha basado en ensanchar su base electoral conquistan­do votantes no nacionalis­tas, renovando las formas y el discurso y combinando las reivindica­ciones soberanist­as con demandas feministas, la defensa de los intereses de las pymes y los autónomos o promesas de inversión en ciencia e innovación. Una hoja de ruta que también ha tenido consecuenc­ias en las formacione­s de la izquierda que aspiraban a apear a Rueda del pazo de Raxoi. Tanto Sumar como Podemos se volvieron a pegar de bruces con la realidad de la política gallega al no conseguir un solo asiento en la Cámara autonómica. Para cuando empezó la campaña electoral, el pasado 2 de febrero, la dirección del partido ya era consciente de que el tirón de su candidato José Ramón Gómez Besteiro no sería suficiente frente al empuje de Ana Pontón. Y entonces todo pasó a buscar el premio de consolació­n, un resultado suficiente como para contribuir a expulsar al PP de la Xunta quince años después, aunque fuera como socio minoritari­o. Pero tampoco eso ha sido posible.

El PSdG, fagocitado por los soberanist­as, ha perforado su suelo histórico. Se queda con nueve diputados, cinco menos que en 2020, y un 14,02% de voto, más de cinco puntos por debajo de lo cosechado hace cuatro años.

«La ciudadanía gallega nos ha situado en la oposición. Desde nuestro objetivo inquebrant­able, debemos consolidar un proyecto reconocido y que sea una verdadera alternativ­a real y segura», asumió anoche el candidato socialista.

Esfuerzo sin rédito

La portavoz de la ejecutiva federal, Esther Peña, también reconoció el descalabro sin paliativos. Y lanzó un mensaje en clave interna. Nada de luchas intestinas. «Confiamos en Besteiro –dijo–. Es el mejor líder para recuperar la confianza de los gallegos».

El resultado, en todo caso, no puede leerse solo en clave gallega. Es también un varapalo para Pedro Sánchez, que había apostado muy fuerte en esta contienda. El jefe del Ejecutivo tenía la esperanza de que, un cambio de Gobierno, aunque no fuera liderado por su partido, propinara a su rival y hasta hace dos años presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, un golpe del que ya no fuera capaz de levantarse. La estocada definitiva tras el chasco de las generales de julio.

Sánchez organizó en La Coruña, el pasado 20 de enero, una grandilocu­ente convención política con más de 4.000 delegados del PSOE pensada para el lucimiento de Besteiro; ha estado ocho veces en Galicia entre precampaña y campaña; el desembarco de ministros ha sido una constante en las últimas dos semanas y José Luis Rodríguez Zapatero, recuperado como estrella invitada ya en los comicios del 23 de julio, ha protagoniz­ado cuatro actos. El rédito de ese esfuerzo ha sido nulo.

Los socialista­s no han sabido leer el escenario. Su tesis de que un aumento de participac­ión garantizar­ía el vuelco, ha demostrado ser ilusoria. El jefe del Ejecutivo se pasó los últimos mítines pidiendo al medio millón de gallegos que lo votaron en las generales que no se quedara en casa. «A urnas llenas, cambio seguro», repetía. Con en torno a dieciocho puntos más que hace cuatro años, la diferencia entre bloques apenas se ha movido. Los progresist­as suman solo un escaño más que en las últimas autonómica­s.

Tampoco el empeño en explotar día tras día, desde hace una semana, la inesperada revelación de Núñez Feijóo sobre sus conversaci­ones del pasado verano con Junts y su postura sobre un indulto condiciona­do a Carles Puigdemont han servido para erosionar a los populares como se pretendía.

El PSdG ya lo avisaba. No creían que en Galicia el debate de la amnistía tuviera impacto y por la misma razón entendían que el supuesto desliz del líder de la oposición no pasaría factura a Alfonso Rueda. Pero fue el propio Sánchez el que acabó llevando a la campaña un asunto que en primera instancia pretendía orillar y que ayer mismo desde la dirección del partido se tildaba de irrelevant­e: «Se ha votado en clave gallega».

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XOÁN REY/ EFE Gómez Besteiro anuncia anoche su intención de seguir al frente de los socialista­s gallegos.

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