La Conferencia de Múnich alerta sobre el peligro de Rusia para las democracias
Borrell dice que se avecina un largo periodo de tensión con Moscú y lanza un guiño a Estados Unidos para que se implique aún más en la defensa de Europa
MADRID. Los tiempos de paz en Europa se han terminado. La Conferencia de Seguridad de Múnich se cerró ayer lanzando una alerta para las democracias occidentales ante «el problema ruso». Así lo definió el alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea. Josep Borrell defiende que Moscú está rentabilizando el «doble rasero» de Occidente con Ucrania y Gaza. «Rusia se está aprovechando de nuestros errores», lamentó.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, propuso nombrar un comisario de Defensa para rearmar a la UE y advirtió en Múnich de que la invasión rusa de Ucrania no solo afecta a ese país. «Lo que está en cuestión es si la democracia sobrevivirá en el mundo. Y tenemos que responder que sí». Borrell se sumó a ese discurso y defendió el incremento de la cooperación en materia de seguridad con «socios clave» como Estados Unidos.
Flotaba pesimismo sobre el futuro. «El mensaje es muy claro: tenemos un problema ruso frente a nosotros y esto supone un gran desafío», subrayó Borrell, que no descartó una mayor implicación de Washington en la seguridad del continente europeo, en un guiño al aspirante a candidato republicano a la presidencia de EE. UU., Donald Trump, que ha criticado la falta de implicación de sus socios europeos en la financiación de la OTAN. «Debemos prepararnos para un largo período de tensión en las relaciones con Rusia, que puede estar pertrechándose para una larga confrontación con los países de la Alianza», advirtió Borrell.
Compromiso ucraniano
A juicio del responsable europeo de política exterior, la seguridad del continente pasa por continuar destinando, aunque de manera más rápida, ayuda económica y militar a Ucrania. «Debemos definir nuestras obligaciones de seguridad con Ucrania y mirar hacia el futuro porque después de la adhesión de ese país a la UE, Europa será diferente», señaló.
A la espera de que el Congreso de EE. UU. dé vía libre a la ayuda económica y militar a Ucrania, el presidente de este país, Volodímir
Zelenski, aprovechó estos días para cerrar acuerdos de colaboración con Alemania y Francia. Su homólogo galo, Emmanuel Macron, anunció una inyección de 3.000 millones de euros de ayuda en 2024. Esos fondos cobran ahora más importancia aún cuando las tropas rusas acaban de conquistar la ciudad de Avdiivka, símbolo de la resistencia ucraniana. Zelenski dijo en Múnich que «la guerra de Putin es una guerra contra un mundo basado en las reglas».
La UE se ha comprometido a ayudar a Ucrania. «Hoy, la Rusia de Putin se ha convertido en un actor de la desestabilización del mundo», denunció Macron. «Estamos decididos a derrotar a Rusia junto a usted», se conjuró el político francés ante Zelenski.
La Conferencia de Múnich evidenció la pugna entre las democracias y los regímenes autoritarios. Mientras la OTAN vive un periodo incierto tras la amenaza de Donald Trump –si vuelve a la Casa Blanca– de no defender a los aliados que no paguen su cuota de defensa, Putin refuerza su sintonía con países como China, Corea del Norte e Irán. El presidente ruso busca un nuevo orden internacional que no esté bajo la batuta de Estados Unidos.
La muerte en una cárcel del Ártico del principal opositor de Putin, Alexéi Navalni, coincidió el viernes con la inauguración de la Conferencia de Múnich. El presidente ruso ha laminado cualquier tipo de rebelión interna y envía contingentes de soldados al frente de Ucrania como carne de cañón. A quien protesta, lo encarcela. Europa, insistió Borrell, tiene un «problema ruso».
Albares y los dos Estados
La conferencia también puso el foco en la Franja de Gaza, donde la invasión israelí ha provocado, según la ONU, una «catástrofe humanitaria» entre la población palestina. En Múnich, el ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, abogó por aprovechar esta «trágica oportunidad» para impulsar la solución de crear dos estados. «Varias veces a lo largo de la historia, israelíes y palestinos han estado de acuerdo en esto», recordó.
«Esta escalada de violencia no tiene justificación. No veo ninguna visión política detrás. Hay un riesgo real de un contagio más allá de Gaza», alertó. Con el ministro Albares coincidió el secretario de estado de EE. UU., Antony Blinken, que consideró «más urgente que nunca establecer un Estado palestino que garantice la seguridad de Israel». una ola de actos en su memoria. En Rusia, las autoridades han tratado de evitar cualquier tipo de manifestación en su recuerdo y ya han sido detenidas más de 400 personas. Pero la imagen del líder disidente ha traspasado fronteras.
En Berlín, por ejemplo, cientos de activistas se concentraron ayer ante la embajada rusa para recordar al opositor fallecido, incluidas dos integrantes del grupo punk ruso Pussy Riot. También en Barcelona hubo varios homenajes y se reunieron 500 personas al grito de «Putin asesino. Putin mató a Navalni».