La viuda de Navalni pide que se «castigue» a los autores
Ayer, en Moscú fueron detenidas siete personas a las que se acusa de tener vínculos con el RDK. La información sobre los arrestos partió del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB).
Estas milicias llevan desde la semana pasada perpetrando incursiones armadas y bombardeos contra las regiones rusas de Bélgorod y Kursk. El martes precisamente, Vladímir Putin ordenó al FSB adoptar drásticas medidas para acabar con el RDK y con la Legión por la Libertad de Rusia, que también niega su participación en la matanza del Crocus City. «Subrayamos que la Legión no combate contra los civiles rusos», insistieron a través de Telegram y acusaron a Putin de ser quien «ha preparado esta sangrienta provocación». Según Putin los ataques de esas dos unidades insurgentes pretendían «perturbar» la celebración de las elecciones presidenciales de los pasados días 15, 16 y 17, en las que el primer mandatario ruso fue reelegido con el 87% de los sufragios.
Al Consejo de Seguridad Cuando aún no ha había difundido la reivindicación del atentado por parte del Estado Islámico, el expresidente y actual vicesecretario del Consejo de Seguridad, Dmitri Medvédev, advirtió en Telegram de que «si se establece que se trata de terroristas del régimen de Kiev (...), serán localizados y destruidos sin piedad».
Rusia ha convocado una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para tratar este atentado. Y el alcalde de Moscú confirmó que este fin de semana quedan cancelados todos los eventos que supongan la concentración de gran número de personas, incluidos los deportivos y culturales.
Lo sucedido ayer en el Crocus City recuerda la matanza en el teatro Dubrokva de Moscú (128 muertos) el 23 de octubre de 2002, al poco de que Putin llegara al poder. Un comando checheno integrado por 41 combatientes, entre hombres y mujeres, irrumpió en el Dubrovka y tomó como rehenes a cerca de un millar de espectadores que habían acudido a disfrutar del musical Nord-Ost y a los artistas del espectáculo. Bajo la amenaza de volar el edificio con todos dentro, los terroristas exigieron el fin de la guerra en Chechenia.
En el Dubrovka, Putin no cedió ante los terroristas y, tres días después del inicio del secuestro, las fuerzas de seguridad lanzaron una operación de rescate con el empleo de un potente gas que dejó inconscientes a secuestradores y rehenes. Ninguno de los asaltantes escapó con vida del Dubrovka, pero también murieron 128 rehenes. Las autoridades explicaron que el elevado número de víctimas entre los secuestrados se debió en gran medida a la tardanza en prestarles asistencia médica por el gran número de vehículos aparcados en los alrededores del teatro, que obstaculizaron el paso a las ambulancias.
MOSCÚ. La matanza en el Crocus City Hall desató una ola de reacciones en la que se repetían palabras como «terror», «crimen» o «pesadilla». Uno de los primeros en hablar fue Serguéi Sobianin, alcalde de la capital rusa, que lamentó la «terrible tragedia» y comunicó su decisión de suspender todos los eventos en la ciudad durante el fin de semana.
El expresidente y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad
ruso, Dmitri Medvédev, se mostró más beligerante y lanzó un aviso a los terroristas: «Sólo entienden el terror de la represalia». Fue el encargado de poner en el punto de mira a Kiev, que no tardó en pronunciarse para negar su implicación en el suceso. «Ucrania, por supuesto, no tiene nada que ver. Esto no tiene ningún sentido», defendió el asesor del jefe de la Oficina del Presidente ucraniano, Mijaíl Podolyak. La Casa Blanca intentó borrar asimismo cualquier sombra de duda al respecto y su portavoz de Seguridad Nacional, John Kirby, asumió que «las imágenes son simplemente terribles».
El portavoz de Exteriores de la Unión Europea, Peter Stano, reconoció en la misma línea que «la UE está consternada» por los hechos y subrayó su «condena a cualquier ataque contra civiles». El líder checheno, Ramzán Kadírov, reclamó las medidas «más duras y severas» contra los autores de «esos actos de violencia, crueldad e imprudencia que traspasan todas las fronteras posibles».
Un atentado que Julia Navalnáya, viuda del fallecido Alexéi Navalni, calificó de «pesadilla». «Condolencias a las familias de las víctimas y ánimos a los heridos. Todos los involucrados en este crimen deben ser encontrados y castigados», pidió.