Los capirotes y los terceroles ya toman las calles
ZARAGOZA. En cuanto se abren las puertas de la iglesia de Santa Isabel y la plaza del Justicia comienza a inundarse de incienso, el sentimiento cofrade se dispara. Con las primeras heráldicas se asomaron ayer incluso algunas lágrimas entre los cientos –sino miles– de personas que se agolparon en el corazón de Zaragoza para seguir la procesión del Pregón.
En una tarde radiante aunque con primero algo de viento y después algo de ‘rasca’, los capirotes y terceroles volvieron a tomar las calles, en la primera procesión de las 53 que se celebrarán este año a orillas del Ebro y en la que participaron representantes –con sus guiones e instrumentos– de las 25 cofradías zaragozanas. La Hermandad de San Joaquín y la Virgen de los Dolores era la organizadora de este Pregón de 2024 y por ello encabezó, con su marcha lenta, la salida de los cofrades. Portaban sus hermanos un centro de flores blancas que entregarían posteriormente a la Virgen del Pilar
con el deseo de que todo salga rodado en los nueve días de Pasión. En la plaza del Justicia tuvo lugar la primera predicación, ante la atenta mirada de la alcaldesa Natalia Chueca, la consejera Tomasa
Hernández, el delegado del Gobierno Fernando Beltrán y el arzobispo Carlos Escribano. Allí resonaron también las matracas del Ecce Homo y las carracas de la Entrada, sonidos tan característicos de las celebraciones zaragozanas como los propios bombos y tambores. Entre el público había ganas de ver imágenes –que se guardaron en los templos hasta hoy– y hubo alegría por «no tener que sacar el paraguas, como el año pasado, cuando hubo que interrumpir esta procesión», recordaban algunos fieles.
En la calle de Manifestación no cabía un alfiler, y parecido sucedía en Alfonso I, el Coso o Don Jaime. «Me gustaría dirigirme especialmente en este anuncio de la Semana Santa a quienes son necesarios para entender la espiritualidad en estos días de Pasión, es decir, los cofrades», dijo el pregonero, el historiador Armando Serrano, al tiempo que recordó cómo las cofradías («cuyas claves son la hermandad, el culto y la piedad») surgieron en el siglo XIII ante el crecimiento urbano medieval. También explicó el origen de los hábitos que igualan a todos los hermanos y recordó cómo los redobles evocan la rotura del velo del templo de Jerusalén.
- Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén