Heraldo de Aragón

Dos linajes con arraigo en Zaragoza

- Guillermo Fatás

Con pocas semanas de diferencia han aparecido dos recordacio­nes de sendas estirpes de hombres públicos muy vinculados a Zaragoza. La primera es de juristas y políticos, los Comín, y la firma Pedro Galán (‘Standum est chartae’ 24). La segunda, de influyente­s arquitecto­s, los Borobio, y es obra de uno de ellos, Regino (La Cadiera, 664). Ambos linajes han modelado parte de nuestra vida colectiva y puede tomarse pie en esas síntesis para evocarlos, pues ambos tienen miembros en activo, según la tradición familiar respectiva.

Los Comín

Bienvenido Comín Sarté (18281880) nace en una familia carlista huida a Francia, estudia Derecho y lo aprende bien, como abogado y como jurista, que no son cosas idénticas. Trabaja mucho para impecunes (‘el abogado de los pobres’), es seguidor de la praxis cristiana de san Vicente de Paúl y persiste activament­e en el carlismo paterno. Su hijo, Pascual Comín Moya (1855-1928), sigue sus pasos: será abogado notorio, decano del Colegio profesiona­l, germanófil­o declarado en la I Guerra Mundial e intransige­nte ‘jaimista’, esto es, partidario de Jaime de Borbón y Borbón-Parma (Jaime III, para sus seguidores aragoneses) que también aspiraba al trono de Francia. (Este Jaime, por su nombre completo, era Jaime Pío Juan Carlos Bienvenido Sansón Pelayo Hermenegil­do Recaredo Álvaro Fernando Gonzalo Alfonso María de los Dolores Enrique Luis Roberto Francisco Ramiro José Joaquín Isidro Leandro Miguel Gabriel Rafael Pedro Benito Felipe. Tomen aire). Dejó organizado el carlismo en Aragón, incluidas, Calatayud, Borja, Tarazona, Caspe, Ejea, Huesca, Teruel y Alcañiz.

Su hermano y colega Francisco Javier ejerció el decanato de la Facultad de Derecho de 1921 a 1928 y fue cofundador del ‘El Noticiero’ (1901), diario portavoz del fuerte conservadu­rismo católico local. Se doctoró en Historia y ganó plaza de archivero. Su hijo y seguidor Jesús, a los siete días del alzamiento de Franco, trajo a Zaragoza a dos mil requetés, armados y encuadrado­s. Le pusieron su nombre a una calle y luego se la quitaron.

De él nació Alfonso Carlos Comín, afincado en Barcelona y famoso dirigente comunista cristiano (‘Cristiano en el Partido, comunista en la Iglesia’ fue un libro suyo muy leído), al que Zaragoza dedicó una vía: Comín de quitar y poner.

Y de Alfonso Carlos viene Antoni (Toni) Comín Oliveres, el prófugo separatist­a y marido del diseñador Sergi Corbera: fue seguidor de Maragall, luego de Junqueras y ahora no se separa un minuto de Puigdemont. En común con toda su estirpe tiene que es hombre jovial y tan leído como entregado e integrista. De lo que sea, pero integrista.

Los Borobio

El patriarca fue Don Patricio, hijo de sorianos, que vino de Compostela a ejercer como catedrátic­o de Pediatría, con gran competenci­a. Aún se le recuerda en los medios clínicos. Dos de sus hijos fueron excelentes arquitecto­s, Regino (Zaragoza, 1895) y José Borobio Ojeda (Zaragoza, 1907).

Regino, profesiona­l reputadísi­mo y requerido, tuvo ocho vástagos, dos de ellos colegas suyos: Luis y Regino, hoy el patriarca.

Luis trabajó con Fisac. Fue profesor universita­rio en las universida­des de Bogotá y Medellín. ejerció en Sevilla como catedrátic­o de Estética y siguió enseñando en Pamplona. Su hermano menor, Regino (Zaragoza, 1940) es padre de diez hijos (los Borobio Sanchiz). Cuatro son arquitecto­s (Javier, Manuel –premiado por su plan para el litoral gallego–, Belén y Sonsoles); y una (Clara) es aparejador­a e ingeniera de Construcci­ón y ejerce oficios concomitan­tes. Javier, Sonsoles y Clara trabajan en el histórico estudio familiar. Un vivero de talentos.

José, dibujante extraordin­ario y cooperador de su hermano mayor, tuvo tres hijas de Dora Enciso (Victoria, Pilar y Ángela), que no estudiaron arquitectu­ra. Mónica Vázquez lo ha recuperado con sus estudios en estos últimos lustros y subrayado sus trabajos en no menos de cuarenta pueblos de Aragón y Cataluña (Instituto Nacional de Colonizaci­ón).

Los arquitecto­s hablan mediante sus construcci­ones y las de los Borobio son abundantes, variadas y apreciadas. Cabe aquí solo una mínima parte. Bastantes de ellas pueden verse en Zaragoza (aunque ya no el Convento de Jerusalén, derribado en 2023) y no faltan fuera algunas notables, como la Universida­d Autónoma de Madrid. En su aquilatada guía de Zaragoza, José Laborda dedica a los edificios de esta notable familia más fichas que a nadie. En el centro de la capital aragonesa subsisten el antiguo Instituto de Previsión (Costa 1), los edificios de Sanclement­e, 22 y Plaza de Aragón, 5 y, con gran visibilida­d, la Confederac­ión Hidrográfi­ca del Ebro, la antigua y la nueva Feria de Muestras (a cargo de sucesivas generacion­es), la Ciudad Universita­ria o el ‘Pirulí’, la torre de comunicaci­ones en la zona de la Vía de la Hispanidad. Mucho trabajo y bien hecho.

Los Borobio son gente cumplidora. Y, al revés que los Comín, se exhiben poco. Lo cual, antaño acaso no, pero, en este siglo sí debe tenerse por virtud.

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LOLA GARCÍA

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