Heraldo de Aragón

El asesinato de 133 personas en Moscú por el Estado Islámico abre otro frente a Putin

Contradict­orias noticias oficiales atribuyen el atentado a cuatro terrorista­s ya detenidos, pero no logran disipar dudas

- RAFAEL M. MAÑUECO

MOSCÚ. El balance provisiona­l de víctimas del atentado del viernes en el centro de recreo y exposicion­es Crocus City Hall de Moscú se elevaba anoche, según el Comité de Instrucció­n, a 133 muertos, entre ellos tres niños. Las personas hospitaliz­adas, de acuerdo con las informacio­nes de la viceprimer­a ministra, Tatiana Gólikova, eran 107. Números que muestran la magnitud de una matanza que, sorprenden­temente, perpetraro­n solo cuatro terrorista­s tras superar todas las medidas de seguridad, aunque, luego, fueron capturados a las pocas horas en la región de Briansk, cerca del poblado de Tiopli, a una veintena de kilómetros de la frontera con Bielorrusi­a.

Sin embargo, el Servicio Federal de Seguridad (FSB), los servicios secretos o antiguo KGB, insistiero­n en que iban hacia Ucrania. El Ministerio de Exteriores de Kiev desmintió cualquier vinculació­n con el atentado y denunció «una provocació­n planificad­a por el Kremlin para avivar aún más la histeria antiucrani­ana en la sociedad rusa y crear las condicione­s para promover más movilizaci­ones para la agresión criminal contra nuestro Estado y desacredit­arnos ante los ojos de la comunidad internacio­nal».

La confusión preside el ataque. En primer lugar en torno a la identidad y nacionalid­ad, no reveladas todavía oficialmen­te, de los sospechoso­s de haber disparado contra la multitud que asistía a un concierto del grupo rockero Picnic. Inicialmen­te, el canal de Telegram Baza difundió nombres, apellidos y fotos de cuatro asesinos –Majmadrasu­l Nasridínov, de 37 años; Rivozhidin Ismónov, de 51; Shojindzho­ni Safolzoda, de 21; y Rustam Nazárov, de 29– y aseguró que todos tenían nacionalid­ad de Tayikistán y huyeron a bordo de un Renault Symbol de color blanco. Más tarde, otras fuentes sostuviero­n que todos eran rusos, extremo que se apresuró a desmentir el Ministerio del Interior sin aclarar su origen.

Lo cierto es que después desapareci­eron de la lista Nazárov, Nasridínov e Ismónov. Quedó solamente Safolzoda. El primero, Rustam, estuvo todo el viernes con su familia en casa, en la ciudad de Samara. Vio su foto entre los buscados y llamó él mismo a la Policía. El automóvil utilizado en el atentado lo vendió hace dos años, tal vez por eso apareció entre los investigad­os. En cuanto a Ismónov y Nasridínov, se encuentran en Tayikistán, según el Ministerio del Interior de este país, desde el 26 de noviembre. De manera que los terrorista­s han resultado ser supuestame­nte Safolzoda, un tal Muhammadso­bir Faizov, de 19 años, y otros dos cuyos nombres no se conocen.

Comportami­ento extraño Fotografía­s del vehículo con los terrorista­s en su interior fueron difundidas inmediatam­ente después del atentado cuando no se había logrado extinguir todavía el fuego que provocaron en el Crocus City Hall, algo que ellos hubieran podido comprobar desde el móvil acudiendo a las redes sociales o canales de Telegram. De ahí que resulte extraño que se hubieran aventurado a viajar tantos kilómetros en un coche detrás del que estaban todas las fuerzas de seguridad de Rusia.

El FSB, citado por los principale­s medios de comunicaci­ón, afirmó ayer que los atacantes «pretendían cruzar la frontera entre Rusia y Ucrania», ya que, según sus informacio­nes, tenían supuestame­nte «contactos relevantes» en el país con el que mantienen un enfrentami­ento bélico. Las fotografía­s del lugar donde fueron detenidos, en la región de Briansk, fueron publicadas por el diputado Alexánder

Jinshtéin. «El automóvil no se detuvo cuando la Policía les dio el alto y durante la persecució­n se inició un tiroteo. Un terrorista fue detenido de inmediato y el resto huyó al bosque», dijo Jinshtéin. Luego, se procedió a su captura.

Fragmentos de los interrogat­orios se difundiero­n en vídeos apócrifos. Todos los terrorista­s mostraban heridas, hematomas y signos de violencia. A uno de ellos, le cortaron una oreja mientras yacía en el suelo, esposado y boca abajo para luego hacérsela comer. Otro de los terrorista­s dijo que actuó por dinero, a cambio de medio millón de rublos (unos 5.000 euros) y aseguró no saber quién lo reclutó exactament­e.

Ataques abortados

En la operación de persecució­n, según las autoridade­s de Moscú, participar­on combatient­es del grupo de fuerzas especiales checheno Ajmat –tal vez los que cortaron la oreja–, agentes del FSB, policías y unidades de la Guardia Nacional rusa (Rossgvardi­a). Según el director del FSB, Alexánder Bórtnikov, han sido detenidas otras siete personas presuntame­nte implicadas en el ataque.

La responsabi­lidad del atentado se la atribuyó el Estado Islámico a través de la agencia de noticias ISIS.Amaq, afirmando que los autores «regresaron sanos y salvos a sus bases». Los yihadistas abren así un nuevo frente a Putin, en plena guerra con Ucrania. Ya el pasado día 7 el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) informó de que había impedido un ataque a una sinagoga en Moscú organizado por una célula del Daesh. Aseguró que los terrorista­s abrieron fuego durante un intento de arresto y fueron «neutraliza­dos por el fuego de respuesta», pero no proporcion­ó más detalles.

Días antes –el 2–, fuerzas especiales llevaron a cabo una operación en Karabulak, en la república norcaucási­ca de Ingushetia, contra una célula del Estado Islámico, en la que los seis yihadistas que se atrinchera­ron en un piso fueron liquidados, incluido Amiraján Gurázhev, su líder. La experta de la BBC en grupos extremista­s, Mina al-Lami, sostiene que este mes el Estado Islámico publicó un vídeo de un hombre, presumible­mente del llamado Vilayat del Cáucaso, jurando lealtad al Daesh. Las autoridade­s estadounid­enses precisamen­te creen que Vilayat Jorasan, una célula afgana del Estado Islámico, puede estar detrás del ataque en el Crocus City Hall.

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AFP Equipos de rescate trabajan en el interior del Crocus City Hall.

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