El Kremlin apunta a Ucrania como cómplice del ataque
Putin demonizó una vez más a Kiev en un nuevo intento de justificar y legitimar la invasión lanzada
MOSCÚ. Pese a que el atentado en el Crocus City Hall ha sido reivindicado por el Estado Islámico y a que, por el momento, no hay prueba alguna de la implicación de Kiev, el mensaje difundido ayer por Vladímir Putin estuvo dirigido a demonizar una vez más a Ucrania en un nuevo intento de justificar y legitimar la ofensiva lanzada hace poco más de dos años. En su discurso televisado, el presidente ruso dijo que «los cuatro autores directos del ataque terrorista, todos los que dispararon y mataron a personas, fueron encontrados y detenidos. Intentaron esconderse y se dirigían hacia Ucrania, donde, según datos preliminares, les habían preparado una ventana para cruzar la frontera». Sin embargo, sorprendentemente, los terroristas fueron interceptados cerca de Bielorrusia.
Además, según señalan expertos, debido a los constantes ataques del Ejército de Kiev en muchos puntos de la línea de demarcación, los terroristas no hubieran podido pasar de Rusia a Ucrania porque es impenetrable, está protegida por barreras, alambre de espino, campos minados y observación permanente con cámaras. Moscú ha creado una barrera infranqueable. La publicación digital disidente rusa Meduza, con sede en Riga (Letonia) y considerada por el Kremlin «agente extranjero», afirma que se ha exigido a los medios estatales que culpen a Ucrania.
Putin quiso dejar también claro que «el servicio Federal de Seguridad y otros organismos encargados de hacer cumplir la ley trabajan para identificar y descubrir toda la base de complicidades de los terroristas: quiénes les proporcionaron transporte, delinearon rutas de escape de la escena del crimen, prepararon escondites y les proporcionaron armas y municiones».
A juicio del jefe del Kremlin, «ya es obvio que nos enfrentamos no sólo a un ataque terrorista cuidadosamente y cínicamente planeado, sino a un asesinato en masa de personas pacíficas e indefensas. Los delincuentes, con calma y determinación, se propusieron matar, disparar a quemarropa a nuestros ciudadanos, a nuestros niños. Al igual que los nazis –durante la Segunda Guerra Mundial– llevaron a cabo masacres en los territorios ocupados. Ahora éstos han decidido montar una ejecución espectáculo, un acto sangriento de intimidación».
«Castigaremos a todos»
«Pero todos los ejecutores, organizadores y quienes encargaron este crimen tendrán un castigo justo e inevitable. Identificaremos y castigaremos a todos los que están detrás de los terroristas, a los que prepararon esta atrocidad, este ataque contra Rusia, contra nuestro pueblo», subrayó. También dijo que sabían «cuál es la amenaza del terrorismo. Contamos con la interacción de los Estados que comparten sinceramente nuestro dolor y están dispuestos a unir fuerzas en la lucha contra un enemigo común: el terrorismo internacional».
Advirtió de que «nadie podrá quebrantar nuestra unidad y voluntad, nuestra determinación y valentía, la fuerza del pueblo unido de Rusia. Nadie podrá sembrar semillas venenosas de discordia y pánico o escindir nuestra sociedad multiétnica. Rusia ha pasado repetidamente por pruebas difíciles, a veces insoportables, pero se ha vuelto aún más fuerte. Así será ahora», concluyo.
Putin calificó lo sucedido el viernes de «atentado sangriento», expresó sus condolencias a los familiares de la víctimas y declaró para hoy un día de luto nacional. «Me dirijo a ustedes con motivo de la acción terrorista sangrienta y bárbara contra decenas de personas pacíficas e inocentes: nuestros compatriotas, incluidos niños, adolescentes y mujeres», subrayó.
Antes, en otras partes del discurso, Putin aseguró tener «palabras especiales de agradecimiento a los equipos médicos y ambulancias, a los soldados de las fuerzas especiales, bomberos y rescatistas que hicieron todo lo posible para salvar vidas, sacarlas de debajo del fuego, del epicentro de las llamas y el humo, y evitar así pérdidas aún mayores. Tampoco puedo ignorar la ayuda de los ciudadanos comunes y corrientes que, en los primeros minutos después de la tragedia, no se quedaron indiferentes e indiferentes y prestaron los primeros auxilios».
Poco después del atentado de Moscú, el Estado Islámico (EI) reivindicó su autoría. Es una organización enfrentada a Rusia por la política antiislamista del Kremlin en varios países de Asia y África. El ISIS, como también es conocido, funciona como una entidad paramilitar de naturaleza fundamentalista yihadista. En junio de 2014 autoproclamó el califato desde la ciudad iraquí de Mosul. Naciones Unidas lo considera grupo terrorista.
El Estado Islámico está dividido en facciones. Una de esas ramas, el EI-K de Jorasán, difundió el viernes un comunicado para reivindicar la matanza de Moscú: «El ataque fue llevado a cabo por cuatro combatientes armados con ametralladoras, una pistola, cuchillos y bombas incendiarias». Esta organización, que ha atentado contra Rusia en varias ocasiones, fue fundada en 2015 por exdirigentes talibanes afganos y paquistaníes que habían prometido lealtad a ISIS. Sus miembros, que perpetran ataques especialmente brutales en Afganistán contra escuelas de niñas y hospitales, mantienen ahora una lucha a muerte contra los talibanes afganos, que se han convertido en aliados de Moscú.
«EI-K se ha centrado mucho en Rusia y Vladímir Putin en los últimos dos años», asegura el experto en seguridad Colin P. Clarke en el ‘New York Times’. El grupo acusa al Kremlin de tener «las manos manchadas de sangre musulmana, por sus acciones en Afganistán, Chechenia y Siria».
El Estado Islámico lleva tiempo enfrentado al Gobierno ruso. En 2015, el vuelo 9268 de Metrojet, operado por la aerolínea rusa Kogalymavia, se desintegró sobre el norte del Sinaí poco después de despegar del aeropuerto internacional de Sharm El Sheikh, en Egipto. Murieron los 217 pasajeros y los siete miembros de la tripulación. En aquella ocasión, la rama Sinaí del ISIS asumió la responsabilidad del incidente. Habían puesto una bomba. Era su respuesta a los ataques aéreos que ese mismo año había comenzado a lanzar Rusia en Siria en apoyo al régimen de Bashar al-Assad para acabar con los grupos de resistencia islámica.
Según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), los militantes del EI-K comparten ideología y tácticas con el resto de ramas del Estado Islámico, aunque mantienen su autonomía. Pertenecen el grupo denominado ‘Jorasán’, que es una región compartida por Afganistán, Turkmenistán y Tayikistán, la exrepública soviética de la que provienen los cuatro detenidos como presuntos autores de la masacre de Moscú.