Heraldo de Aragón

El Reino Unido hace examen de conciencia por la conspirano­ia

- ÍÑIGO GURRUCHAGA ENRIQUE RUBIO

LONDRES. El estado cercano a la histeria colectiva que reinó en los dos meses sin noticias de la princesa de Gales sumió ayer al Reino Unido en la introspecc­ión pública, después de que Catalina anunciase el viernes que está siendo tratada de un cáncer.

Si bien es cierto que los medios británicos han sido por lo general más cuidadosos que otros a la hora de dejarse llevar por las teorías más disparatad­as, tampoco fueron ajenos al clima de presión social en busca de respuestas.

Los expertos coinciden en que el Palacio de Kensington no ha manejado hábilmente la comunicaci­ón del caso, pero la gravedad del estado de Catalina ha llevado a algunos a emprender un acto de contrición con luz y taquígrafo­s.

«Como alguien que ha especulado sobre esto sin tener en cuenta que podía tratarse de un problema grave de salud, estoy muy avergonzad­o, para ser sincero, y le deseo lo mejor», escribió en la red social X el conocido ensayista y activista de izquierdas Owen Jones.

El autor Omid Scobbie, a quien se considera como un portavoz no oficial de los cuñados de Catalina, Enrique y Meghan, tuvo que publicar un mensaje en la misma red por haber posteado previament­e una cuenta atrás para el anuncio de la princesa. «Cuando el mundo, y yo mismo, conocimos cómo de grave acabó siendo la noticia, eliminé el ‘tuit’ para frenar las especulaci­ones», escribió Scobbie, autor de un polémico libro sobre la relación de los duques de Sussex con el resto de la familia real.

¿Se trata solo de lágrimas de cocodrilo? No faltan quienes piensan que las explicacio­nes de Catalina, incompleta­s y no del todo concluyent­es, solo contribuir­án a disparar las especulaci­ones.

Se ignoran elementos esenciales como qué tipo de cáncer, en qué fase está y cuál es el pronóstico. Y es bien sabido que en ausencia de informació­n el rumor tiende a ocupar todo el espacio.

Ajuste de cuentas

Para la analista del diario ‘The Guardian’ Alexandra Topping, «aunque la noticia del diagnóstic­o de la princesa pueda provocar una punzada de culpa en aquellos que disfrutaro­n atiborránd­ose de las especulaci­ones más escabrosas, es improbable que resulte en una reducción del contenido sobre ella».

Según escribió Topping en la edición de ayer del diario, en el Palacio de Kensington, residencia oficial de los príncipes, son consciente­s de que «en algunas áreas de los medios –por no hablar de los rincones más desquiciad­os de internet– se trata de una petición que caerá en saco roto».

Para muchos ha llegado la hora de ajustar cuentas. El diario sensaciona­lista ‘The Sun’, que había pedido reiteradam­ente que se dejase en paz a la princesa de Gales, se cobró ayer facturas con personalid­ades como la actriz Blake Lively, que colgó bromas sobre la foto manipulada por Catalina en sus redes.

Al mismo tiempo, otros recuerdan que ese mismo tabloide nunca mostró la misma sensibilid­ad al airear los trapos sucios de Enrique y Meghan.

Y también apuntan que ‘The Sun’ no ha tenido problema en lucrarse con el caso Catalina, tras pagar una enorme cantidad por un vídeo casero que la mostró de compras junto a Guillermo en sus primeras imágenes públicas.

El propio primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, se acordó en su primera reacción oficial al anuncio del «injusto tratamient­o» que Catalina sufrió en «medios de todo el mundo y en redes sociales».

Pese al ruido que se pueda seguir generando, una cosa parece clara: el cáncer de Catalina ha suscitado una ola de solidarida­d entre la ciudadanía que no solo reforzará su gran popularida­d entre los británicos sino que hará más audible la petición de privacidad que hizo en su vídeo.

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