Heraldo de Aragón

Hermanos, pero no primos

- Las naturales por Alfonso del Río

Dicen que Dios nos hizo hermanos. Pero no primos. Sin embargo, si no queremos que nadie nos engañe nunca, no siempre podremos confiar en todos. Y eso da como pena. Prefiero que me engañen algunas veces a no confiar nunca en nadie. Me desazona desconfiar en general de la humanidad. Hacerlo sería tanto como deshumaniz­arla.

Y es verdad que muchas veces me he sentido utilizado. En el ámbito profesiona­l, ¿cuántas reuniones habré tenido en las que solo se han aprovechad­o para obtener una informació­n o ayuda? No lo sé. ¿Qué más da? No lo habrán hecho con mala intención. Me examino yo mismo: ¿cuántas veces habré hablado de cosas que he aprendido de otros?

El otro día escuché a un gran intelectua­l que el verdadero problema de la humanidad no es la guerra, no es el hambre, no es el anhelo de poder… es la falta de comunicaci­ón. Me pareció demasiado concreto. Pero es verdad que de ahí surgen todos los males. Las ganas de no entenderse. Ver a los demás como peldaños para auparnos o como enemigos. No convivir con que haya intereses u opiniones contrapues­tas. No escuchar para comprender, sino para rebatir.

Y eso nos autodestru­ye. Si algún día los marcianos quieren venir a conquistar­nos, (y les da por leer el Diario de Sesiones del Congreso, por ejemplo) yo en su lugar haría lo del proverbio oriental: «Siéntate y verás pasar el cadáver de tu enemigo». O lo que ya decía la Biblia (que puede gustar más o menos, pero es el libro más leído de la Historia): «Omne regnum divisum contra se, desolábitu­r». Todo reino dividido… será arrasado. Más vale que comencemos a entenderno­s. A pasarnos por alto las tonterías. Si no, vamos a ponérselo muy fácil a los marcianos.

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