Apoyo público a la fábrica de Stellantis
I Luis H. Menéndez
En un mundo ideal en el que grandes empresas solo emplean sus propios recursos para llevar adelante grandes proyectos, Stellantis no debería contar con apoyos millonarios para la electrificación de sus plantas o para impulsar iniciativas del calado de una fábrica de baterías. Pero no es ese el mundo en el que vivimos, y lo cierto es que en el momento en que una gran multinacional se plantea llevar adelante una gran inversión, la aportación que los Gobiernos dan a empresas ubicadas en sus territorios puede resultar decisiva para inclinar la balanza hacia un destino u otro.
Sirva esta descripción de la realidad que vive hoy el sector de la automoción para poner en contexto las peticiones de apoyos solicitados por el grupo que dirige Carlos Tavares para materializar en Zaragoza una gigafactoría, que sería la cuarta de la compañía en Europa después de la ya inaugurada en BillyBerclau Dorvin, en Francia, y las de Kaiserslautern (Alemania) y Térmoli (Italia).
Los Gobiernos de París, Berlín y Roma desembolsaron no pocos millones de euros para que esas fábricas de baterías se conviertan en realidad, de ahí que en España Stellantis espere algo parecido. La existencia del Perte (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) del Vehículo Eléctrico y Conectado (VEC) facilita que iniciativas como la de Zaragoza puedan recibir fondos sin hacer daño a las arcas del Estado.
El Ministerio de Industria, que ya ha adjudicado subvenciones de 300 millones de euros para las gigafactorías de Volkswagen en Sagunto (Valencia) y Envision en Extremadura, está en condiciones de conceder una cantidad similar a Stellantis para Zaragoza. Esa es la reclamación de la compañía ante una inversión que puede rondar los 3.000 millones de euros.