Semana Santa en Zaragoza, un torrente de emociones
Marzo siempre es un mes especial. Mientras el paso del tiempo es, en general, sinónimo de cierta angustia, cuando este te empuja inexorablemente al inicio de la primavera supone, no obstante, motivo de celebración. En esencia, porque implica el acercamiento a una de las semanas más especiales del año. Tanto como para tachar con cruces los días en el calendario. Una ocasión más, la Semana Santa de Zaragoza está llenando de emoción y pasión buena parte de los rincones más emblemáticos de la ciudad. El torrente de pasión será inconmensurable. El ruido de los tambores, los bombos, las queridas matracas y carracas, las cornetas… Todos estos sonidos en conjunción con la mezcolanza de colores de los hábitos de los cofrades, la expresividad de los pasos y el olor penetrante del incienso invitarán a cerrar los ojos y dejarse llevar en un ejercicio de reflexión y recogimiento personal. Pocos acontecimientos son capaces de provocar un cúmulo de sensaciones tan divergentes entre sí y en esta inmortal ciudad tenemos la suerte de poder experimentarlo. Al menos, así lo siento yo que, un año más, pertrechado del pertinente petate, y movido por este pensamiento que trato de transmitir a través de estas breves líneas, me perderé de aquí para allá con el ánimo de formar parte de este continente de emociones. Como decía hace casi un año en este mismo diario, las piernas terminarán agarrotadas y el cansancio acabará haciendo acto de presencia, pero, una vez más, volverá a merecer la pena. Israel Buey Lorao
ZARAGOZA