Heraldo de Aragón

Un ajuar de emociones, donde también hay puntillas y vainicas

Detrás de cada procesión se esconden silenciosa­s labores que en ocasiones pasan desapercib­idas, como pueden ser los preparativ­os de la ropa con la que se visten las tallas

- MARIANO MILLÁN

Cuando todavía quedaba más de una semana para que los redobles y bombazos se apoderasen de las calles, en el silencio de las sedes de las cofradías, e incluso en casas de hermanos anónimos, comenzaron unos preparativ­os que tal vez no sean tan llamativos como otros, pero que se convierten en imprescind­ibles para que las tallas brillen en las calles. Se lavaban y planchaban las prendas que iban a vestir las vírgenes.

Muchas de estas piezas son donaciones, promesas o agradecimi­entos que un día se convirtier­on en hilo o batista y ahora se custodian en los llamados cuartos de la Virgen. En esos roperos se atesoran numerosas prendas que son verdaderas obras de arte hechas a mano. Vainicas, puntillas, lorzas, festones, entredoses, bordados o bodoques dan personalid­ad a camisas largas, cortas y enaguas. En algunos casos se trata de prendas antiguas, por lo que al valor sentimenta­l se une el material.

En un rincón del Casco Histórico de Zaragoza, llegan las voces de un grupo de hermanas camareras de la Hermandad de San Joaquín y la Virgen de los Dolores –como se denominan a las mujeres en esta cofradía–. «Miramos todo el ajuar y decidimos con qué prendas la vamos a vestir», cuenta Pilar Fierro, vocal de camareras. Tienen que ataviar a la Virgen Dolorosa, una talla de José Calero que este año celebra su 75 aniversari­o y fue una donación del matrimonio Zapata Gargallo. Se entregó «totalmente vestida», tal y como apunta José Manuel Martínez, el hermano archivero.

«Preparar la ropa y vestir a la Virgen es una emoción tremenda, es como preparar la ropa para una madre», estiman Presentaci­ón y Pilar, dos primas para quienes participar en esta preparació­n ya es una tradición. «También es hacer hermandad», aporta Ana, junto a ellas. La Dolorosa luce mantilla y un hábito con cíngulo, que cambia si sale a las calles o, en cambio, está en su altar de San Cayetano. En procesión se cubre con un manto bordado en hilo de plata sobre terciopelo negro. Data de 1940 y la hermandad cuenta que se confeccion­ó durante cuatro meses «en turnos de día y de noche» y su coste fueron 35.000 pesetas. Además de esta talla, que está de aniversari­o, estas hermanas tienen que vestir la Divina Gracia, que procesionó anoche sobre los hombros de sus peaneros.

Las prendas se conjugan con joyas. En ocasiones hay que agudizar muy bien la vista para apreciarla­s en la calle. Fierro cuenta con pasión la historia de los broches, la corona o el corazón con puñales de la Dolorosa. Cada detalle brilla en una procesión.

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ÁLVARO SÁNCHEZ Pilar Fierro y Pilar Lumbreras, hermanas camareras, preparan prendas de la Virgen.
 ?? Á. SÁNCHEZ ?? Joyas y pañuelos con los que procesiona.
Á. SÁNCHEZ Joyas y pañuelos con los que procesiona.

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