Los vecinos siguen en ‘shock’: «El puente era parte de nuestras vidas»
Los vecinos de Baltimore trataban ayer de sacudirse el ‘shock’, pero a la mayoría le resultaba tras de sí. La rápida respuesta policial, que detuvo el tráfico gracias al ‘mayday’ (socorro) que emitió el barco, no logró salvar a todos. Las familias de ocho operarios que trabajaban en el alcantarillado del viaducto dormían plácidamente sin imaginar que que sus seres queridos se ahogaban en aguas frígidas.
La confusión que siguió al día siguiente tiene mucho que ver con su estatus migratorio, del que nadie quiere hablar, porque sería una falta de respeto al luto que se presupone. De hecho, de las dos personas que la Guardia Costera rescató del agua en esos primeros minutos clave, una no estaba muerta, como se asumió al no aparecer en el hospital al que se llevó a su compañero herido. Simplemente rehusó atención médica, lo que hace sospechar que temía que aquel terrible accidente fuera el detonante para que también se le expulsase del país. Eso deja el balance en seis desaparecidos que se presumen muertos y dos heridos, al menos uno de ellos grave. Los servicios submarinos que buscaban a los desaparecidos habían encontrado al cierre de esta edición dos cadáveres en el interior de un coche, 18 horas después del siniestro. Debido a las condiciones del agua en la bahía de Chesapeake se suspendieron en varios momentos esas tareas de búsqueda.
La National Transportation Safety Board, la agencia del Gobierno federal responsable de investigar los accidentes en el transporte civil, ha anunciado que parte de su investigación corresponderá a determinar si hubo algún fallo en la estructura del puente de 2.632 metros de largo y un tráfico de unos 35.000 vehículos diarios. Ayer hizo público un video tomado de día con un dron aéreo sobre el estado en el que quedó la estructura, con una parte desaparecida y otra derrumbada sobre la proa del Dali, que embistió a ocho nudos de velocidad tras perder el control del motor. La empresa Grace Ocean, propietaria del carguero, que operaba Synergy Group, la primera con sede en las Islas Vírgenes y la segunda en Singapur, explicó en un comunicado que la tripulación «está cooperando plenamente» con las investigaciones, sin que se sepa si ha sido interrogada o dónde se encuentra.
Hubo un tercer vídeo que se hizo viral en las horas de conmoción que siguieron al impacto. Se trataba de uno que clamaba tener un ángulo distinto y mostrar una explosión, de acuerdo a las teorías de la conspiración que ya daban vueltas por las redes sociales. No fue difícil desmentirlo, aunque una vez echado a rodar seguramente alimente durante años a las mentes propicias a creerse cualquier cosa que explique el perturbador accidente. Las investigaciones forenses de la tecnología lo identificaron como la