Julio Lezcano Luesma
‘In memoriam’
ZARAGOZA. El pasado domingo 24 de marzo falleció en la misma anonimia con la que había transcurrido su vida, Julio Lezcano Luesma. Fue precisamente al final del concierto del ciclo de Introducción a la Música del Auditorio de Zaragoza, de su auditorio, donde recibimos todos tan triste noticia.
Era su auditorio porque Julio desempeñó allí su labor de regiduría y producción desde que se puso en pie ese emblemático edificio. Formó parte del equipo que día tras día, temporada tras temporada, acoge a las mejores orquestas, a los más famosos directores, a los más grandes coros, a prodigiosos solistas, y que hace posible que todo funcione con la extraordinaria precisión de un reloj suizo. Ya antes se fue curtiendo en la organización de conciertos bajo los auspicios del Ayuntamiento de Zaragoza.
El Auditorio de Zaragoza está considerado como uno de los más importantes templos de la música europea, y su excelencia se debe, no solo a las programaciones que confecciona el dedicado Miguel Ángel Tapia, sino también a la extraordinaria labor profesional y la calidad personal de quienes componen su plantilla, desde el personal de limpieza hasta quien afina los pianos. Cierto es que allí se trata con la misma deferencia a la London Philarmonic
Orchestra o a la Banda de Garrapinillos. Mitos vivientes de la música contemporánea como Giandrea Noseda, Neville Marriner, Zubin Mehta o el recientemente fallecido Maurizio Pollini conocían a Julio Lezcano por su nombre de pila. Esto tan solo es entendible si los propios divos se descubren ante la eficiente tarea de quien les asiste con la perfección que ellos mismos reclaman.
Huella personal
Julio no quería morirse, pero no por temor a la propia muerte, sino porque sabía que ese día sería él el centro de atención, el protagonista, algo que rehuía siempre. Nunca quiso destacar, siempre escapó de los focos, de los homenajes y de los reconocimientos públicos; sin embargo, todos éramos conscientes de su cuidado trabajo y de la huella personal que imprimía a todo lo que hacía en el auditorio.
Sirvan estas letras para hacer mínima justicia, para sacar de la sombra por un breve instante, a un hombre anónimo sin el que muchos no podrían haber brillado como lo hicieron.
Julio Lezcano ha muerto ¡Viva Julio!