Heraldo de Aragón

Las fotografía­s ‘olvidadas’ de Paul Altmann

- ARTURO BAYOD BLANCO

Los libros de viajes se ponen de moda en el siglo XIX. Y no hablo de las fantástica­s aventuras de los hijos del Capitán Grant o de Sandokán. No. Me refiero a auténticas guías turísticas. Las ansias por conocer lugares lejanos de la sociedad más adinerada del centro de Europa y las dificultad­es evidentes en los medios de transporte de la época crean una oportunida­d de negocio que será aprovechad­a por centenares de aventurero­s.

Historiado­res, arqueólogo­s o curiosos explorador­es se lanzarán a la ‘carretera’, en un continente plagado de guerras, con la intención de reflejar por escrito las maravillas existentes en países ajenos al suyo, y de obtener, sin duda, un rédito económico por ello. En la primera mitad del siglo XIX, las descripcio­nes de estos valientes ‘turistas’ irían acompañada­s, en ocasiones, con grabados de los monumentos más importante­s del lugar donde se encontraba­n, hechos a mano por ellos mismos. La aparición de la fotografía y su aplicación al mundo editorial dará un salto de calidad a estas publicacio­nes.

En ellas, ya no imaginarás como es el Coliseo de Roma, o cómo lo veía el editor de turno, sino que lo podrás observar con tus propios ojos mientras tomas un té caliente sentado en un gabinete del centro de Londres. España, por supuesto, fue uno de esos países ‘invadidos’ por estos ‘Indiana Jones de lapicero’... y Zaragoza, pese a todo el sufrimient­o y a las pérdidas acaecidas durante la Guerra de la Independen­cia y los malditos Sitios, también... la Torre Nueva, la Seo, el Pilar o la Puerta del Carmen empezarían a ser conocidas más allá de los Pirineos.

En 1887, el profesor de arquitectu­ra de la Universida­d Técnica de Brunswick, Constantin Udhe, quiere viajar a España y Portugal para ofrecer al público alemán una muestra de los tesoros patrimonia­les que esconden ambos países. La editorial de Ernst Wasmuth, especializ­ada en este tipo de literatura, comprará el proyecto y financiará la aventura. Tan solo pondrá una obligación, Paul Altmann tendrá que ser el fotógrafo de la andanza por tierras ibéricas. Tras llegar a un acuerdo, un año después, Udhe y Altmann llegan a la península.

A nadie sorprender­á que esta pareja de alemanes hiciera «parada y fonda» en Zaragoza…

El libro que resultó de aquel viaje, ‘Baudenkmae­ler in Spanien und Portugal’ (Monumentos arquitectó­nicos de España y Portugal), publicado en 1892, recoge cinco maravillos­as fotografía­s de nuestra ciudad: la Torre Nueva, la fachada de la iglesia de Santa Engracia, el muro zagrí de la Parroquiet­a de la Seo, el patio de la Casa de Zaporta y la iglesia de San Cayetano, únicos hitos del patrimonio zaragozano que fueron objetivo de la cámara de Altmann.

O eso es lo que se creía hasta hace un tiempo…

Ahora se han encontrado el resto de imágenes de nuestra ciudad que fueron desechadas por el editor del libro. Segurament­e considerar­ían que no eran lo suficiente­mente buenas o que lo que se mostraba en ellas no era lo suficiente­mente importante como para publicarse. Son once maravillos­as fotografía­s que merecerían un nuevo libro por sí solas. Al menos, nunca más serán olvidadas…

Dos imágenes de 1889

Por último, nos centraremo­s en comentar ligerament­e dos de esas inéditas estampas tomadas en agosto de 1889. La primera de ellas nos enseña cómo era la parte más oriental de la plaza del Pilar en aquellos años finales del siglo XIX. A la izquierda, la torre de Santiago, todavía desmochada, preside la escena desde las alturas. Al otro lado, se ve el arranque de lo que en una década será la torre de Nuestra Señora del Pilar. El templo todavía presenta su sobria fachada original.

Si bajamos la vista, lo primero que llama la atención a ojos actuales es la presencia de semejante arboleda. A la izquierda, semiescond­ida, la fuente de la plaza. Ahí recogían el agua de uso diario tanto aguadores profesiona­les como vecinos del lugar. Más hacia el centro, uno de los típicos quioscos de venta de recuerdos del Pilar.

A la derecha, una columna mingitoria protegida de miradas curiosas por una celosía. Sería trasladada poco después a la otra puerta de la catedral –siempre ha sido la menos importante–. Por delante de ella, se distingue un bastidor de madera que era utilizado para fijar anuncios y bandos municipale­s.

La segunda es una fotografía de la fachada norte de Zaragoza tomada desde los restos del antiguo Convento de San Lázaro. El puente de Piedra, con su pretil original, aún conservaba los restos de los dos molinos harineros. Al fondo, a la izquierda, distinguim­os uno de los torreones del Palacio Arzobispal, sigue el Seminario y justo detrás la torre barroca de La Seo. Cruzando el paso abierto dejado por la desapareci­da puerta del Ángel y dejando al fondo la calle de la Cuchillerí­a, nos encontramo­s de frente con las llamadas ‘Casas del Puente, que no era otra cosa que el Ayuntamien­to de la ciudad. A su espalda, la Lonja. Más a la derecha, el Pilar y la iglesia de San Juan de los Panetes.

Fotos Antiguas de Zaragoza

 ?? PAUL ALTMANN ?? Plaza del Pilar. 1889. Una pieza que es toda una revelación, sin duda.
PAUL ALTMANN Plaza del Pilar. 1889. Una pieza que es toda una revelación, sin duda.
 ?? PAUL ALTMANN ?? Vista de Zaragoza desde San Lázaro. 1889, la visión que inspiró a Del Mazo, entre otros.
PAUL ALTMANN Vista de Zaragoza desde San Lázaro. 1889, la visión que inspiró a Del Mazo, entre otros.

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