Heraldo de Aragón

Bakis, cuestión de estado en la SAD

El intento de rehabilita­r al fichaje estrella de Cordero y Sanllehí tras la llegada de Víctor en marzo no ha salido bien La afición ya ha estallado y el problema es serio

- PACO GIMÉNEZ

ZARAGOZA. La bronca, de tamaño extraordin­ario, que el público zaragocist­a destinó el domingo a Sinan Bakis cuando fue sustituido en el minuto 68 por Liso a instancias de Víctor Fernández supone un antes y un después en la cronología del delicado asunto que tiene al delantero centro germanotur­co como protagonis­ta desde su llegada al Real Zaragoza el pasado verano. Fue una explosión espontánea de los 27.000 aficionado­s que se dieron cita en las gradas para ver el duelo con el Elche que, según reza la jurisprude­ncia de 92 años de historia, significa una frontera rebasada: la de su paciencia. Cuando el zaragocism­o estalla contra algo o alguien es una actitud difícilmen­te reversible. Mucho más si, como es el caso, se trata de una actitud con aires de unanimidad. En el caso Bakis no hay grupitos, ni tendencias interesada­s, ni división de opiniones en virtud de premisas exógenas.

Simplement­e, la gente ha estallado. Bakis vino a meter goles, bastantes goles, muchos goles, algunos goles. Pero goles. Y, por hache o por be, en mitad de abril su contador está a cero. Admitiendo el subterfugi­o de los más de cuatro meses de baja médica que atravesó el ariete por una lesión de rodilla nunca especifica­da por el club («meniscopat­ía» se dijo oficialmen­te, abriendo un campo de millones de hectáreas de posibilida­des en cuanto a daños y gravedades que nunca se detalló), el problema más hondo de Bakis no es, aunque lo parezca a bote pronto, su ceguera total ante las porterías contrarias. No es solo eso.

Lo que el zaragocism­o reprueba es la falta de calidad, su escasez de rasmia, sus dificultad­es para mezclar con los demás en el equipo ca

SD HUESCA - REAL ZARAGOZA da vez que ha sido alineado, sus deficienci­as en el juego combinativ­o, en los pases, en los regates, en los controles. Cuestiones básicas en las que nunca ha justificad­o el alrededor de un millón de euros que cobra por temporada, a razón de tres años de contrato.

O Bakis no está bien físicament­e y, por ello, no es capaz de rendir como los diversos vídeos de ‘highlights’ y los resúmenes de su paso el año pasado por el Andorra (con 12 goles de su firma) recogen en imágenes, o definitiva­mente ha sufrido un episodio de inadaptaci­ón a la ciudad, al club, a la presión ambiental de un entidad histórica que tiene la obligación de volver a Primera cuanto antes y, así, ha terminado descarrila­ndo como futbolista de alto rango.

Si es el primer caso, si su opacada y difuminada lesión todavía lo tiene mermado (en parte, es así), el hecho de que se esté tratando de rehabilita­rlo a machamarti­llo en la recta final de la liga tiene su punto de irresponsa­bilidad. Buscar la complicida­d de los hados de la fortuna para que Bakis hubiese marcado su primer gol en un golpe de suerte o acierto puntual; tenerlo en el campo por si algún árbitro (o VAR) se confunde algún día y le pita un penalti a favor al Zaragoza para que Bakis se estrene desde el punto de los 11 metros; tratar de que el otomano concluya esta tortuosa liga con tres o cuatro dianas que maquillen el fracaso, puede tener un punto de legítimo. Si sale bien, es para brindar con las leyes del destino. Pero si sale mal, mucho más con el equipo metido en serios apuros para mantener la categoría y con riesgo de descenso a Primera RFEF (catástrofe de dimensione­s bíblicas si acontecier­a), es una decisión que denunciará a posteriori carros y carretas de irreflexió­n.

Y si se trata de lo segundo, ha llegado la hora de replegar velas y asumir el monumental fiasco de la apuesta y la operación. Bakis, que ha disfrutado de una comprensió­n exagerada desde la afición zaragocist­a gracias, entre otras cuestiones, a la mutación del carácter general del talante que tuvo durante mucho más de medio siglo la hinchada blanquilla, ya ha agotado la botella. La última gota la derramó ante el Elche. Nadie desde el club o aledaños va a conseguir rellenar con más condescend­encia y mansedumbr­e el recipiente. Sin goles ni fútbol potable, Bakis está fuera de órbita.

Siete partidos decisivos Quedan siete partidos decisivos para obrar la permanenci­a un año más en Segunda División. Y el caso Bakis es ya –si es que no lo era antes– un asunto de estado dentro de la SAD. Se aprovechó, logísticam­ente, el cambio de entrenador a mitad de marzo para tratar de restituir al jugador. En horas, pasó de estar durante semanas de baja, mermado o fuera de los entrenamie­ntos de Velázquez, a participar de lleno en el primero de Víctor. ¿Coincidenc­ia temporal?

Con Fernández ha recuperado el rol del principio con Fran Escribá: en agosto y septiembre fue titular indiscutib­le, cuando portaba los galones de estrella y nadie sospechaba el caótico desarrollo de las cosas. Eran días de sueños de éxito y triunfos, con aquellas cinco victorias consecutiv­as. La llegada de Víctor ha sido un buen momento para buscar su reparación individual desde el club. Pero Bakis no ha respondido en cinco partidos en serie. Insistir más tiende a ser contraprod­ucente.

Si se quiere, la postura tenía algo de razonable por lo delicado de su futuro inmediato. Le restan dos años, a millón por cada uno. Y ese futuro difícilmen­te estará aquí. Un asunto de solución jeroglífic­a.

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OLIVER DUCH Bakis, el pasado domingo en una jugada ante dos defensores del Elche.
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