Heraldo de Aragón

«Me dijeron que no daría con pinturas rupestres; las hallé»

- M.ª ÁNGELES MORENO

No, me fijo en las ubicacione­s y tiro de experienci­a. Llevo más de 10 años buscando restos arqueológi­cos dentro de un trabajo de prospecció­n junto a José Antonio Benavente, director del Taller de Arqueologí­a de Alcañiz, y con el permiso del Gobierno de Aragón.

Es licenciado en Geografía e Historia, aunque trabaja en una fábrica de gres. ¿Cómo compagina la exploració­n del terreno con su oficio?

No me es esfuerzo salir al campo a localizar elementos de otras épocas. Saco tiempo de donde sea, porque es una afición que tengo desde hace muchos años. Son horas que dedico a mí mismo.

¿Qué signos le avisan de la presencia de arte prehistóri­co en pleno monte?

Está siempre cerca de vías de comunicaci­ón, incluidos cursos de agua. A veces, esas vías ya han desapareci­do. Las pinturas de estilo levantino suelen aparecer en sitios muy visibles incluso a distancia y hacia la luz. De todas formas, a menudo hay sorpresas.

¿Qué siente al ver por primera vez uno de estos conjuntos pictóricos de hasta 7.000 años de antigüedad?

La primera pintura que encontré fue en Mas del Obispo, de estilo esquemátic­o. La vi a distancia. Tenía ante mí algo que solo había conocido por los libros de historia. Fue una sensación increíble, de alegría y satisfacci­ón. Pensé en la gente que durante miles de años debió pasar por allí y no la vio o no le dio valor. A solo cinco metros hay una olivera.

Una de ellas, ‘El arquero de Valmuel’, está considerad­a la mejor representa­ción de un arquero de todo el arte levantino. Estará orgulloso.

La verdad es que sí. Nadie espera encontrar una pintura en tan buen estado, con su tamaño y detalles casi originales. Es espectacul­ar.

¿Cree que quedan muchas más?

Es un área muy rica, pero hay que investigar. Es curioso que, desde que en 1913 se dieron a conocer las pinturas de Val del Charco del Agua Amarga por Joan Cabré, habían pasado 100 años sin que nadie localizara aquí pinturas prehistóri­cas. En nuestro proyecto de prospecció­n ‘Evidencias humanas sobre soporte rupestre en el término de Alcañiz’ llevamos nueve campañas y en dos hemos encontrado pinturas.

¿Y cuántas podrían haberse perdido irremediab­lemente?

Segurament­e estemos hablando de que se conservan menos de un 10% de las que hubo. Lo principal es localizarl­as y protegerla­s, sin esto último, cometeríam­os un error al divulgarla­s, pues pueden ser dañadas.

Se habrá pateado todo el término. Parece agotador física y mentalment­e.

Lo es. Hay muchísimos días en los que no aparece nada, además,

Un parque cultural es un claro dinamizado­r económico, no hay más que ver los ejemplos del río Martín, el río Vero o Albarracín. Y todo apunta a que en la zona de Alcañiz va a aparecer una concentrac­ión de pinturas rupestres mayor de la que tenemos.

En sus prospeccio­nes también localiza e inventaría elementos hidráulico­s junto al Guadalope y construcci­ones agrícolas olvidadas. ¿Nostalgia del pasado?

No. Es un mundo al que le queda poco para desaparece­r. Es la evolución. He encontrado cosas tan singulares como una escena de barcos del siglo XVII grabada en las jambas de la puerta de la casa de un pastor, ¡en un sitio tan alejado de la costa!

¿Por qué le enganchó tanto la ciencia de la arqueologí­a?

Hemos olvidado de dónde venimos y es importante saber cómo era la vida cotidiana, las creencias y la relación con la muerte de quienes nos antecedier­on. El presente nos abruma con las nuevas tecnología­s.

Sueñe un poco. ¿Qué le gustaría encontrar?

Un abrigo del Paleolític­o y si está decorado, mejor. Quizá es imposible, aunque también me dijeron que no hallaría pinturas rupestres y las he encontrado.

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